La seguridad ciudadana se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los chilenos. Por distintas razones, el tema se ha instalado desde hace tiempo ya entre las prioridades de los vecinos, incluso en aquellas comunas que no tienen altos indicadores de hechos delictuales.
La realidad es dispar. Mientras algunos municipios, especialmente en el sector oriente de la Región Metropolitana, despliegan múltiples acciones, muchas de ellas a elevados costos, otras administraciones, la mayoría en regiones, se esmeran por enfrentar -con ingenio y talento, pero muy poca plata- el desafío de hacer sus comunas más seguras. En algunos casos, el municipio destina recursos propios de su presupuesto para tales fines.
Mayoritariamente, los alcaldes postulan proyectos a fondos sectoriales o regionales, siempre con el riesgo de no obtener los recursos, o de enfrentar la oposición de las fuerzas de orden -que consideran que los municipios se inmiscuyen en una labor que no les es propia- y de la Contraloría que ha emitido dictámenes restringiendo el rol del municipio en tales tareas. Hay detrás de todo esto un problema de enfoque, en el que los roles preventivo y disuasivo se confunden. Los municipios no están para perseguir la delincuencia, pero sí pueden hacer una contribución importante en materia de intervención social para evitar la generación de potenciales focos de inseguridad.
Otro aspecto que no siempre es correctamente comprendido por las autoridades centrales es que cada comuna es una realidad distinta, por tanto, requiere también de estrategias y políticas diferenciadas. Recién a fines de 2018 ingresó un proyecto de ley que fortalece el rol preventivo de los gobiernos locales, el que sin embargo no ha avanzado en su tramitación, pues el Ejecutivo no le ha asignado urgencia.
De partida, es necesario establecer nuevos y mejores mecanismos de distribución de recursos, hacer claridad respecto de los límites y alcances del rol municipal en estas funciones y afinar la coordinación con las policías.
Enfrentar la delincuencia y garantizar la seguridad de la población es una tarea del Estado, su ejecución no puede descansar en aquellas administraciones locales que tengan más recursos o ingenio para desarrollar soluciones. No podemos dejar solos a nuestros municipios a la hora de cargar con la pesada mochila de la seguridad ciudadana y la prevención del delito. El problema es todos, y todos debemos contribuir con la solución.
Rabindranath Quinteros Lara, senador por la Región de Los Lagos