Las autoridades de Salud, de Educación y las policías hace rato que vienen manifestando su inquietud por el aumento de consumo de drogas entre los estudiantes y jóvenes del país y región.
De acuerdo al último estudio del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) sobre el Consumo de Drogas y Alcohol, uno de cada tres adolescentes chilenos de 13 a 17 años había probado la marihuana, lo que representa un aumento del 58% comparado con la medición del año 2011.
¿Cuáles son los factores que inciden en este incremento y preocupación? Muchos, han dicho los expertos, pero nadie puede discutir que estamos en presencia de un fenómeno de acercamiento cada vez más precoz a drogas duras por parte de los adolescentes, algo inimaginado hasta hace algunos años.
Y es que es difícil pensar que alumnos de octavo básico (13 años) puedan acceder con tanta facilidad a la cocaína, iniciando así un peligroso espiral de adicciones que puede detonar en otra serie de dramas anexos.
Todo comienza como un juego, pero el final es otro.
Es necesario reenfocar el tema preventivo de las drogas con un mensaje claro y directo, tomando en cuenta a todos los actores, desde el traficante al consumidor.
Lo que no puede pasar, como tantas veces ha sucedido, es mirar desde lejos el asunto y seguir en lo mismo.
Falta conversar, dar nuevas ideas, sensibilizar, incentivar el deporte en los colegios y universidades y los barrios, ayudar a quienes son víctimas en este flagelo y también mirarnos al espejo como sociedad de qué nos está pasando. Esta es la punta del iceberg de un drama social.
Estamos hablando de jóvenes que son potenciales víctimas de las drogas y cuyo futuro está, claramente, en riesgo.
Así de complejo es el asunto si no reaccionamos a tiempo.