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Casen: 23 mil jóvenes de la Región no han terminado la educación media

ENCUESTA. Datos del rango entre 15 y 29 años muestran que un gran porcentaje no ha terminado la escolaridad, no trabaja ni se encuentra buscando algún empleo.
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De visita por la zona, la subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia, en conjunto a la seremi de Desarrollo Social y Familia de la Región, Soraya Said, se reunieron en una charla dirigida a jóvenes, que se realizó en dependencias de la Universidad Santo Tomás de Puerto Montt.

En la oportunidad, expusieron sobre la situación en la que se encuentra este grupo, analizando los datos entregados por la última encuesta Casen (2017). Haciendo la bajada de los datos regionales, se dio cuenta que el 22,1% de la población de la Región corresponde a jóvenes entre 15 y 29 años, proporción que está bajo el promedio nacional, que representa un 23,4% en promedio.

Otro antecedente relevante que se expuso de la encuesta es que el 13,6% de los jóvenes de la Región es inactivo y no estudia; es decir, que no se encuentran estudiando, trabajando ni mucho menos están en búsqueda de algún empleo.

Cultura país

Los datos que analizan las condiciones en las que se encuentran los jóvenes chilenos, considerando el rango etario de 19 a 29 años, se deben a cambios de tendencias y culturales propios del país.

En términos de contexto, significa que el mensaje viene a ser claro, según explicó la subsecretaria de Evaluación Social, pues la proporción de jóvenes ha disminuido en el tiempo, pero esto tiene doble lectura. Por un lado, está el factor envejecimiento de la población, con elementos positivos, entendiendo que existe un aumento de la esperanza de vida; y por otro lado, uno complejo, que trata sobre la disminución de la tasa de natalidad, provocando que la cantidad de jóvenes disminuya.

Población "ninis"

El perfil de los jóvenes en los años '90 representaba un porcentaje que llegaba casi al 30%. Lo que en la actualidad sólo llega a representar un 23,4% de la población que se encuentra juvenil.

Y al momento de hablar sobre la ocupación de tal grupo etario, a nivel regional, un 16,3% no ha terminado la educación media, lo que equivale a 23 mil jóvenes.

La subsecretaria aclara que "los jóvenes que se encuentran estudiando, hoy lo hacen más que los de antes".

Mientras que la población que no estudia ni trabaja representa un 13,6% en esta zona del país (27 mil jóvenes en Los Lagos).

Alejandra Candia puntualizó que este dato en particular resulta ser "algo que preocupa e implica desafíos importantes, para que ellos puedan trabajar, estudiar o compatibilizar esos tiempos".

La autoridad explicó que una de las razones principales -a nivel nacional- tendría que ver con el cuidado de personas con dependencia de adultos mayores, el cuidado de niños y quehaceres del hogar.

Es por ello que "las luces que se prenden en esta materia tienen que ver con la imposibilidad de compatibilizar las actividades cotidianas con la vida ya sea estudiantil o laboral.

Osorninas narran inspiradora lucha para nombrar a hijos que nacieron muertos

VIVENCIAS. Marcela Saavedra e Ingrid Sobarzo integran una asociación destinada a quienes vivieron estas pérdidas.
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Andreina Céspedes

Marcela Saavedra e Ingrid Sobarzo empezaron a cerrar un ciclo en sus vidas el pasado martes 13 de agosto, luego del anticipado fallecimiento de sus hijos. Ese día vieron materializado un anhelo por el que lucharon durante varios años: la promulgación de la ley que crea el Registro Nacional de Mortinatos.

De esta forma, los padres tendrán la posibilidad de inscribir en el Registro Civil y sepultar voluntariamente con nombre y apellido a aquellos que murieron antes de nacer o que, por diversas razones, nacieron muertos. Anteriormente, debían hacerlo con denominación de N/N o con la frase "hijo de (nombre de la madre)".

Ambas osorninas trabajaron activamente desde la asociación "Angelitos del Cielo" para tratar que los nombres de Julián y Agustín, que eligieron para sus hijos, no se queden en un recuerdo en sus vidas, sino que también sean reconocidos ante la sociedad.

Doble pérdida

Ingrid Sobarzo y Alejandro Barría supieron a través de un examen genético, luego de dos pérdidas, que no eran compatibles para tener hijos. Sobarzo tiene una hija de 24 años y en 2006 tuvo un embarazo que transcurrió con normalidad hasta el octavo mes.

El 13 de octubre de 2006 la derivaron desde Río Negro, donde se atendía, hasta el Hospital de Osorno sin darle explicaciones sobre el problema que tenía su bebé, que se llamaría Stephanie. Al llegar le dijeron que debían sacar a la niña y cuando se la entregaron, un rato después, estaba muerta. "Mi marido me contó que había nacido viva y duró quince minutos, le hicieron reanimación, porque venía con una cardiopatía".

A Stephanie la sepultó con su nombre, porque nació viva. Sin embargo, este deseo no pudo concretarlo con Agustín, el niño que esperaba hace casi cuatro años y que murió en la gestación, en octubre, por la misma causa y en el octavo mes, tal como Stephanie.

En esa ocasión decidió atenderse con un particular, que la derivó al Hospital San José por sus complicaciones. Tras negarse a que le indujeran el parto, se trasladó por sus medios a Valdivia, donde estuvo internada dos semanas en el centro de salud de la ciudad.

"Sentía que íbamos progresando hasta el último día. El doctor me mandó a hacer una ecografía y el bebé estaba ahí, pero estaba muerto. Tuve que llamar a mi gente y firmar un papel para que me autorizaran a venirme por mi cuenta y al estar acá los médicos querían hacerme esperar para un parto normal, en la situación que me encontraba. También tuve que firmar para que me hicieran una cesárea", relató Ingrid.

Sobarzo, de 44 años, logró enterrar en ese entonces los restos de Agustín como N/N. "Voy a poder darle a conocer al mundo que estuvo, porque nació fallecido, pero me dieron el certificado que dice N/N. Me da pena por las mujeres que están pasando hoy por lo mismo y ni siquiera se lo pudieron entregar", manifestó.

Aliviar la carga

Marcela Saavedra también enfrentó este duro momento cuando tenía 22 años y esperaba con ilusión la llegada de su hijo Julián. En agosto de 2015, con seis meses de embarazo, tuvo un desprendimiento de placenta que adelantó el parto y aunque el pequeño nació, no resistió.

"Sólo yo sabía que él se llamaba Julián. Mis compañeras igual pudieron sepultarlos, pero yo no, porque no me dieron un certificado para que lo llevara al cementerio", afirmó la presidenta de "Angelitos del Cielo" Osorno.

De ese dolor, dos meses después, nació el impulso para crear la asociación en la cual madres y familiares se ayudan mutuamente en su proceso de duelo. En octubre de años anteriores lanzaron globos y este año esperan hacer una ceremonia en la Casa del Folclor.

"Antes era el dolor que uno se guardaba, uno se encerraba y ahí quedaba. Ahora nosotros hacemos cosas por nuestros hijos, hacemos actividades, nos juntamos. Me ayudó harto el tema del grupo, nos damos apoyo mutuo. No está mi hijo, pero tengo una razón para seguir luchando", relató.

Proceso de inscripción

Desde la promulgación hay un plazo de seis meses mientras se realizan las adecuaciones necesarias para la ejecución. Como esta ley es retroactiva, permitirá que quienes pedieron un hijo antes de su entrada en vigencia -que cuenten con un certificado médico de defunción, o de defunción y estadística de mortalidad fetal- lo incluyan en el catrastro.

Marcela Saavedra e Ingrid Sobarzo creen que con darle identidad de sus hijos sanarán algunas heridas.

"Ahora estamos esperando para inscribirlos e ir juntas todas las que podamos (…) siento que la lucha valió la pena", expresó Ingrid Sobarzo.

22 años tenía Marcela Saavedra cuando sufrió un desprendimiento de placenta.

13 de agosto se promulgó la ley que crea el Registro Nacional de Mortinatos.