Las clases han comenzado en nuestro país y, de acuerdo a datos suministrados por el Ministerio de Salud (Minsal), deberemos tener en cuenta que la prevalencia en Chile del Trastorno por Déficit de Atención (TDA) -ya sea sin o con hiperactividad (TDAH)- estaría rondando el 6,5% de la población infantil, lo que lo convierte en uno de los principales motivos de consulta en salud mental relacionado con los niños y jóvenes, y que está asociado al uso de medicamentos del tipo estimulantes como una de las fórmulas de tratamiento.
El Minsal reconoce que los casos de TDA cubiertos por el sistema público de salud se han duplicado en los últimos años, alcanzando una cifra cercana a los 60.000 niños en tratamiento. El grupo etario más afectado es el que va entre los 10 y los 14 años, que experimentó un alza de un 106%.
Si bien la prevalencia del TDA es un área con muchas zonas grises, lo que sí se sabe con certeza es que en Chile el TDA es diagnosticado con mucha frecuencia -el Dr. Francisco Aboitiz, de la Sociedad de Biología de Chile, acusa "un sobrediagnóstico de TDA"-, al mismo tiempo que se receta una gran cantidad de fármacos. ¿Por qué razón destaco esto? Porque, según un análisis hecho en 2017 por el neuropediatra Yuri Dragnic, del Hospital Clínico de la U. de Chile, un 10% de los niños presentaba TDA.
A su vez, la International Narcotic Control Board -organismo internacional dependiente de la ONU- situó a Chile en el año 2018 entre los 10 países en el mundo cuyos jóvenes consumen grandes cantidades de metilfenidato -droga más conocida como Ritalin, un psicoestimulante para el tratamiento del TDAH-, ya que con una demanda que fluctúa entre los 400.000 y los 450.000 gramos. El metilfenidato fue la segunda sustancia psicotrópica más requerida por el gobierno durante los años 2016-}2017. (La Cenabast adquirió en 2017 un total de 8.846.340 comprimidos).
Lo delicado del tema es que -por razones que se desconocen-, las altas tasas de TDA, así como el elevado consumo de estimulantes, han sido omitidas en su mayoría de los registros oficiales, al punto que los ministerios de Salud y Educación han sido incapaces de producir datos coherentes sobre este tema, al igual que ha sucedido con el alza indiscriminada y peligrosa del Sida en el grupo de los más jóvenes, señal de alerta que, una vez más, ha tenido que surgir desde el exterior del país, más que desde nuestras propias instituciones. Hay algo que no estamos haciendo bien en Chile, lo que hace necesario dar una voz de alerta.
Franco Lotito C., académico,
escritor e investigador