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El auge y caída del brebaje emblemático de Purranque: la chicha de manzana

TRADICIÓN. Pequeño productor relata la época de esplendor que alcanzó el brebaje local en el sur. Académico de la ULagos señala que su elaboración está a la baja por los grandes cambios que se han originado en la sociedad.
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Bladimiro Matamala

Uno de los productos más característicos de Purranque es la chicha de manzana, brebaje que tuvo sus días de gloria en décadas pasadas y que hoy es producido sólo en pequeña escala.

La tradición "chichera" se remonta a principios del siglo pasado, cuando en la entonces pequeña ciudad de Purranque y en todos sus campos circundantes se observaban espacios destinados al cultivo de manzanos, las llamadas arboledas, así como una infinidad de talleres familiares para la elaboración del producto.

Incluso, el profesor de Historia de la Universidad de Los Lagos (ULagos), Marcelo Neira, vicepresidente de la Corporación Cultural Emilio Held Winkler de Purranque, afirma que la propia estructura urbana de la ciudad permitía que las familias dispusieran de un espacio razonable para la tenencia de manzanos, otorgando la posibilidad de fabricar chicha para su consumo.

Entre la multitud de talleres urbanos y rurales sobresalían una serie de industrias "chicheras" purranquinas, como aquella de la familia Alvarado en Corte Alto, Barría en Hueyusca, entre otras.

El zar de la chicha

La gran mayoría ya no existe. Sin embargo, la industria de la chicha más importante en Purranque fue sin dudas la de Bruno Prambs. Ahí trabajó durante 42 años el vecino del sector Baquedano, Alberto Soto Bañados, de 73 años. Prambs fue su único jefe. Empezó a los 15 años y hasta que jubiló estuvo vinculado a la chicha en la calle Ramírez frente a la estación.

Se producía el jugo por cantidades industriales llegando a los 500 mil litros por temporada. Se vendía desde Purranque hacia Puerto Montt y Calbuco, aunque algunas veces también se enviaba a Punta Arenas. "Don Bruno tenía arboledas que producían mil sacos y en esos años el saco de manzanas pesaba 55 kilos. Y el resto lo compraba. Recorríamos con 15 a 20 personas todo el sur para abastecernos", recuerda Soto.

El profesor Neira indicó que siendo muy joven, Prambs habría comenzado vendiendo pan y galletas y que invirtió todo el dinero que acumuló en un taller que comenzó su producción en 1940.

Utilizando un simple tornillo de madera, al final logró cuatro tornillos metálicos. Y a partir de 1960, a través de la empresa Dolmar de Puerto Montt, trajo una prensa hidráulica desde Alemania. Con esa tecnología aceleró la producción, al extremo que entre marzo y mayo había turnos de día y noche.

"Prambs llegó a controlar el mercado de la venta de chicha de manzana desde Purranque hasta Puerto Montt, pasando por Frutillar, Llanquihue, Puerto Varas y Fresia", subrayó Neira.

A comienzos de 1960, Purranque se había consolidado como una ciudad con identidad en la producción de manzana y chicha.

De acuerdo al profesor Marcelo Neira, esta industria desapareció en la década de 1980, debido a grandes cambios en la sociedad chilena. Afirma que el dominio de la economía de mercado abre las fronteras, aplica bajas arancelarias o simplemente no puede evitar el "dumping" o la llegada de las grandes cadenas de supermercados, que ponen al alcance de un público cada vez mayor nuevos alimentos y bebidas, entre otros.

Agrega que en este nivel también interviene la mejora relativa de salarios y del poder adquisitivo; accesoriamente, la disponibilidad de la manzana retrocede en gran medida por el aumento de la presión por nuevos terrenos para actividades más productivas.

El último

En la actualidad el único productor de chicha que persevera en Purranque es Alberto Soto Bañados, el mismo que fue protagonista junto a su ex jefe Bruno Prambs en la época de mayor producción en la zona sur.

Relata que cuando jubiló se compró un tornillo manual que debe mover un hombre con mucha fuerza para que le saque el máximo de jugo a la manzana.

Planteó que más que hacer chicha para comercializar, su ganancia está en recibir moliendas de la gente de campo que llega a diario hasta su taller con dos o tres sacos de manzanas. "Es una tradición y en este verano recibí como promedio 30 sacos semanales. A dos mil pesos cada uno, algo queda. A la prensa le ponemos dos sacos de manzana y eso da más o menos 60 litros. Son sacos grandes como los de antes. La mejor manzana es la de limón y de esa, desafortunadamente, queda poca en la zona, porque han botado todas las arboledas. Hoy vendo a 800 pesos el litro. Y lo máximo que hago para mí son 500 litros. La guardo y vendo para las Fiestas Patrias", narró.

Patrimonio

El profesor Neira explicó que pese a todo, la chicha se sigue fabricando y consumiendo en la provincia, aunque a baja escala. Su fabricación se remite a talleres ilegales y clandestinos distribuidos en rincones de la ciudad o desperdigados en el sector rural.

"Para evitar que los saberes y las prácticas que implican el uso de la manzana y la chicha se pierdan por completo, sería necesario declararlas patrimoniales. Esto implica apoyo de las autoridades. Pero sobre todo, es necesaria la asociación de los propios productores. Un público cada vez más amplio que valora su entorno, también estará gustoso de colaborar", dijo el académico.