Venezuela I
Las FF.AA. venezolanas han sido reacias a intervenir o a pronunciarse en contra del régimen ilegítimo de Nicolás Maduro -tanto en su origen como en su ejercicio- para poner fin a la desastrosa situación actual, restablecer el orden institucional, la democracia, la economía y la paz social.
Seguramente los militares venezolanos tienen muy presente lo ocurrido con sus pares chilenos por hacerlo y la situación descrita hace casi dos siglos por Alfred de Vigny en su inmortal obra Servidumbre y grandeza militares, en el sentido de que "Cuando el soldado se ve obligado a tomar parte activa en las disensiones entre civiles, pasa a ser un pobre héroe, víctima y verdugo, cabeza de turco sacrificado por su pueblo. Su existencia es comparable a la del gladiador y cuando muere no hay por qué preocuparse. Es cosa convenida que los muertos de uniforme no tienen padre, ni madre, ni mujer, ni novia que se muera llorándolos. Es una sangre anónima. Y, cosa frecuente, los dos partidos que estaban separados se unen para execrarlos con su odio y con su maldición".
Adolfo Paúl Latorre Abogado
Venezuela II
"Dime con quien andas y te diré quién eres", reza un antiguo refrán muy vigente en estos días. Y es que los apoyos recibidos por Guaidó y Maduro sirven para identificar con quién "anda" cada uno. Los principales países que han apoyado a Maduro son China, Rusia y Turquía.
Si hablamos de libertad, el Índice de Libertad Humana 2018 -elaborado por el Instituto Cato- nos muestra que los "maduristas" se encuentran en la parte baja de la tabla: De 162 países evaluados, China está en el lugar 135, Rusia en el 119 y Turquía en el 107.
Cuando nos referimos a la calidad democrática de los países antes mencionados, el escenario no es muy distinto. El Index Democracy 2018 -publicado por The Economist- los evalúa como "regímenes híbridos" (Turquía) o "autoritarios" (China y Rusia).
Nada habla mejor de nosotros que las "juntas" que frecuentamos y la evidencia nos muestra que los apoyos detrás de Maduro simbolizan el desprecio por la libertad y la democracia.
Marcelo González
Cotización independientePor la ajetreada vida, muchas de las mujeres hemos optado por trabajar como independientes, lo que nos permite compatibilizar trabajo y familia o manejar mejor nuestros tiempos. Pero en más de alguna conversación, hemos visto cómo nuestros amigos que trabajan con contrato, además de tener una anhelada estabilidad laboral, cuentan con beneficios sociales a los que no logramos optar o creemos que no podemos acceder.
Con la reciente aprobación de la obligatoriedad de cotizar para los independientes, más mujeres en esta condición podrán tener beneficios de salud, licencias médicas e incluso podrán proyectarse con familia al tener acceso al pre y post natal.
Y aunque cueste dejar esos pesitos de más, la nueva iniciativa no sólo generará aumentar el pozo de nuestras pensiones, sino también mejorará, en gran medida, la calidad de vida de todos los trabajadores.María Alicia Avilés
Personalistas
La confusión actual en materia de gobernanza mundial parece estar relacionada con que la legitimidad de la ley radica en el consenso de las mayorías y que este se aplique a todos por igual, lo que denota una falacia en el planteamiento jurídico, ya que se sitúa por sobre la categoría ética, cultural e histórica que resulta consustancial a la legitimidad de la norma. Todas las categorías, desde la perspectiva personalista, no pueden colisionar con los derechos que emanan desde la dignidad de las personas.
En consecuencia, los cambios sociales o reformas no tienen que ver primeramente con la eficacia o eficiencia, ni tampoco con los consensos, sino con la protección y respeto de la dignidad de las personas. Cuando hemos perdido aquello de vista y todo axioma puede ser legitimado por lo procesal, aunque atente contra el bien de las personas, estamos en un sinsentido social y sus políticas públicas.
Filosofar y dar sentido a la política tras un proceso reflexivo parece doblemente complejo, inserto en una cultura contemporánea que está impregnada de una desconfianza respecto a las posibilidades del intelecto de descubrir la verdad. De ese modo, la supremacía actual es el relativismo escéptico. Lo contrario atenta contra la libertad individual, que no es otra cosa que opiniones con gran sustento en los intereses propios. Ello prescinde de lo comunitario y opta por no inmiscuirse en las causas del dolor ajeno, llevando implícita la siguiente máxima: la defensa de mis intereses (confundidos con derechos) conllevan no tener responsabilidad ante el otro o prójimo. Se pierde la noción del nosotros y con ello la comunidad.
Dr. Jaime Abedrapo, académico Facultad de Derecho y Gobierno Universidad San Sebastián