Muchos factores se han intentado dar en el último tiempo para explicar tanto el encarecimiento de la vivienda en Osorno como la creciente dificultad para que el Estado encuentre terrenos en los que pueda construir casas sociales, a fin de empezar a saldar la significativa deuda habitacional local que se ha ido acumulando en los años. Detrás del aumento del número de familias viviendo en los campamentos, y que ha llevado a que la ciudad tenga el cuarto de su tipo más grande en el país, por ejemplo, se pueden hallar variables que inciden desde el ingreso económico por hogar, la brecha que se ha ido generando entre la entrega de los subsidios y la solución habitacional propiamente tal, y la migración constante proveniente desde las zonas rurales.

Vinculado con todo esto, a través de estas páginas se ha conocido de un nuevo fenómeno que se está dando en la zona en materia de vivienda, y que apunta al traslado de profesionales jóvenes e inmigrantes desde Osorno hacia las comunas más cercanas como San Pablo, Río Negro y San Juan de La Costa. En un dato que ha sido refrendado por corredores de propiedades, se ha señalado que el alto valor en el arriendo de las casas en Osorno ha impulsado a algunas familias a desistirse de continuar buscando alguna alternativa al alcance de la mano en la ciudad, para apostar por radicarse en alguna de las comunas citadas. Allí han podido hacerse de una vivienda a un precio accesible, y en cuanto a los traslados hasta Osorno, donde la mayoría tiene su fuente laboral, incluso considerando el costo de los pasajes les resulta un paquete más económico, tomando en cuenta su realidad en lo referido a ingresos.

Ciertamente se trata aún de casos aislados que, no obstante, pueden traducirse en una tendencia que termine por modificar drásticamente el mercado de los arriendos tanto en Osorno como en las comunas cercanas. Si el precio se hace cada vez más inalcanzable en la capital provincial, con una oferta que no logra dar abasto a una demanda en aumento, habrá quienes se decidan por acabar con la angustia y busquen nuevos horizontes, por ejemplo, en San Pablo.

Todo esto, sin duda, acarreará nuevos desafíos urbanos en las comunas cercanas, en materia de transporte y provisión de servicios, además de impactar también en la capital provincial.

Origen: Aunque no se sabe a ciencia cierta, se cree de origen cavernícola. Sin duda, este verbo debió ser conjugado por primera vez cuando troglosapiens salir de caverna propia a explorar, olfatear, caminar, tocar, mirar, comparar otros modos de vida: "turistear".

Por supuesto, él no lo sabía, pero sin querer marcó una ruta que ha sobrevivido a generaciones: la curiosidad. Después de todo, la curiosidad del hombre es el único camino que nos lleva a todas partes; aviones, autos, barcos o trenes son sólo medios para llegar más rápido; y hoteles, camping y residenciales, cavernas de paso que nos permiten con cierta comodidad, probar la fruta del huerto ajeno. ¿A quién no le gusta probar un pedacito de Sevilla, un despunte de Vietnam o un pichintún de Italia?

¿Y en Chile? ¿Cómo es turistear aquí? Bueno, apenas pensamos embarcarnos contamos con las siguientes variadas opciones: carretera y sus encantadores atochamientos, peajes caros, rutas cortadas (causas ancestrales o algún pedigüeñeo de turno). Tren; ups, sólo si usted es santiaguino y va a Rancagua o Valparaíso. ¿Buses?, caros y pencas (y a veces peligrosos). ¿Aviones?, baratos, pero sólo desde y hasta Santiago.

Alojamiento, salvando excepciones de la regla, mal atendidos y de dudosa pulcritud. ¿Playas?, ¡uf! Desde que están abiertas al turista son cada vez menos turísticas (envases, pañales, vidrios y recuerdos personales tapizan nuestras riberas). ¿Un café? , sólo después de las 11 de la mañana, cuando se dignan a abrir. ¿Restaurantes?, algunos muy buenos, pero en general "apurados para atender".

Ahora, eso sí, somos expertos en confundir mostrar con desparramar folletos, cobrar con garrotear, infraestructura adecuada con esa obsesión por instalar casetas de información generalmente vacías/mal atendidas. Y para qué hablar de las calles de nuestras turísticas ciudades, como Valparaíso, por ejemplo, verdaderos baños públicos.

Aquí entre nos, tal vez cuando las autoridades legislen pensando en el turismo y no en votos, no sólo tendremos ciudades amables, sino seremos capaces de compartir lo que realmente somos y no una patética caricatura de lo que quisiéramos ser...¿Turisteamos?

Vivian Arend