Recientemente, el Rotary Osorno Colonial entregó diez esculturas de vacas lecheras tamaño real, pintadas por artistas locales, que darán vida a puntos estratégicos de la ciudad. El proyecto fue apoyado por empresas locales, entre ellas Aproleche Osorno, y avalado por la IMunicipalidad de Osorno.

Esta iniciativa es una clara muestra de la fuerte e histórica vinculación de la identidad osornina con el rubro lechero. Aquí se produce una de las mejores leches del mundo, y eso nos debe enorgullecer a todos, y a la vez, comprometernos con la gran tarea de alcanzar todo el potencial que la lechería posee.

El 2019 será el año donde la lechería cambiará, y la asociatividad entre los productores expresará en el mercado sus primeros pasos concretos, a través del cooperativismo. Aproleche está apoyando firmemente todos los nacientes proyectos que verán la luz durante este año que, sin duda, serán un tremendo aporte al sector.

Sin embargo, la que hemos denominado "Lechería 2.0", aquella que surge de la asociatividad entre los productores, debe crecer en un mercado que permita la legítima competencia. Así, hacemos nuevamente un fuerte llamado a la Comisión de Distorsiones a pronunciarse de una vez por todas sobre la solicitud de salvaguardia presentada por la Federación de Productores de Leche. La demora es impresentable, y miles de productores siguen esperando impacientes una resolución que debió demorar unos pocos meses.

Dicho lo anterior, los productores ya hemos tomado en nuestras manos el futuro de la lechería. El consumidor nacional y extranjero está buscando nuestra producción, y para satisfacer esta demanda, nos encontramos trabajando bajo el Programa Territorial Integrado (PTI) para el sector lechero, tres focos específicos: la diferenciación de la leche pastoril, el desarrollo de nuevos productos lácteos, y la búsqueda y consolidación de nuevos mercados o clientes.

El 2019 será el año de los productores, de la lechería sustentable, de las cooperativas, de un nuevo etiquetado lácteo que le permitirá a los chilenos saber que consumen, del valor agregado y de los nuevos mercados; y por eso, nuestra ciudad se llena de vacas de colores: porque es el año de la asociatividad lechera.

Marcos Winkler, presidente

de Aproleche Osorno

Por alguna extraña razón, la provincia de Osorno ha tenido mala suerte con los caminos que la serpentean, incluso los principales. A pesar de las periódicas reparaciones, anuncios de que ahora sí que sí habrá una mejor mantención y de los constantes reclamos de los vecinos y conductores, los baches y desniveles vuelven y vuelven a aparecer, como si fuera un círculo vicioso, incluso con tragicómicos letreros puestos por la autoridad en que se advierte de baches en los próximos kilómetros. Para algunos puede parecer casi una broma simpática si es que se está de buen humor, pero en el fondo esconde la incapacidad que han tenido los órganos responsables para dotar a la zona de una red vial digna y segura para todos.

El caso más reciente que se ha hecho público es el de la Ruta 215, en el tramo que se extiende entre el sector de La Poza y la ciudad de Entre Lagos. La que es la carretera internacional de la Región de Los Lagos (y del sur del país), que permite el flujo de quienes cruzan desde Argentina hacia Chile para afanes comerciales o turísticos, exhibe hoy por hoy unos impresentables hoyos que ponen en riesgo la integridad de sus usuarios. Un simple recorrido por esa zona permite apreciar, con un elocuente letrero caminero de por medio, que hay 26 kilómetros de baches que los choferes deben afrontar, ralentizando el tránsito en una ruta que se supone es internacional y perjudicando la imagen turística de Puyehue y Osorno.

Aunque desde Vialidad se ha recordado que el camino se encuentra en fase de reparación por parte de una empresa, lo que llama la atención es que hay varias otras rutas que apenas son entregadas para su uso después de ser sometidas a mantención, rápidamente empiezan a presentar problemas en su carpeta, como ha ocurrido recurrentemente en la vía que va hacia Las Cascadas. Al haber recursos públicos involucrados en estas faenas, la opinión pública, y en particular las comunidades afectadas, tienen todo el derecho a exigir una mayor prolijidad en los contratos y, por qué no, una revisión de los parámetros que se utilizan. La lluvia no puede ser un obstáculo en una zona que históricamente tiene una alta pluviometría.