Para la sostenibilidad de cualquier negocio o emprendimiento, es fundamental tener acceso a un endeudamiento acorde a las características del rubro. En los países desarrollados existe un consenso de las particularidades del sector silvoagropecuario, y hace décadas que los Estados y la banca han implementado instrumentos especializados, con tasas diferenciadas del orden del 2% anual, y plazos que llegan incluso a las cuatro décadas. Estas condiciones les otorgan a los productores una importante competitividad y capacidad de resiliencia ante las fluctuaciones del mercado.

Esta realidad contrasta fuertemente con lo que ocurre en Chile, donde la arista más compleja y menos abordada es sin duda el acceso al crédito. Así, no es raro encontrar a productores endeudados con tasas de crédito superiores al 15% anual, y con plazos inferiores a los cinco años, dando luces de que no existen instrumentos financieros adecuados para este tipo de negocios, que sabemos son de largo plazo.

Por lo tanto, los productores lecheros nacionales están lejos de conseguir acceso a un crédito que les permita ser competitivos. Esto sucede porque no existe una visión país para el sector agropecuario, que no se condice con el discurso de "Chile potencia agroalimentaria". Este objetivo jamás sucederá si la banca no genera productos financieros especiales para cada subsector, y en particular para la lechería.

Sin desconocer que existen otros puntos que afectan la rentabilidad, como son la calidad de gestión del empresario y el precio pagado por la producción, ambas áreas ampliamente abordadas y trabajadas desde Aproleche; es hora de hacer un fuerte llamado a la banca privada y estatal, a que crean en el potencial del sector lechero, y desarrollen instrumentos que realmente se adecuen a la realidad de los productores, con tasas y plazos equivalentes a los que se encuentran en otros países del mundo.

De esta manera, los nuevos emprendimientos asociativos del sector lechero tendrán similares condiciones a las que se encuentran en las potencias lecheras mundiales, desde donde proviene gran parte de los lácteos importados al país.

Marcos Winkler, presidente

de Aproleche Osorno

En el gimnasio del Green Park School, en el sector de Francke, se vivió hace unos días la que probablemente será la más hermosa historia de afecto y solidaridad de este último tiempo en Osorno, como aditamento perfecto para estos días navideños. Allí, mezclado con sus ex compañeros de curso y ante la conmovida presencia de sus padres, el menor José Ibarra, de 13 años, fue partícipe de la ceremonia de licenciatura de enseñanza básica, la misma que tanto él como su familia seguramente soñaban con vivir hasta antes del 9 de febrero de 2016, el día en que un desgraciado accidente trastocó para siempre sus aspiraciones y rutinas diarias.

En aquella jornada, José y sus amigos jugaban, como tantos otros, en una plaza. Pero el infortunio quiso que el columpio en que se balanceaba terminara desprendiéndose de sus soportes, cayendo pesadamente sobre su cuerpo. A pesar de todos los esfuerzos médicos y de la entrega absoluta de sus padres, José quedó con un severo daño neurológico que le impidió continuar sus estudios y desarrollar una vida normal.

Por supuesto, para su familia fue un impacto demoledor. Sólo ellos pueden testimoniar el agobio y esperanzas, todo mezclado, de las constantes visitas y chequeos médicos hasta que el equipo tratante les comunicara que su querido hijo ya no experimentaría mejorías. "Hemos hablado en la familia y estamos preparados para lo que pueda pasar", fue la estoica y resignada afirmación de sus padres a este medio.

La valerosa actitud de los padres es el mejor ejemplo de amor y dedicación que este tiempo puede entregar. Igual que el bello gesto de los compañeros que José tuvo hasta sexto año de colegio. En las puertas del cierre definitivo de su educación básica no olvidaron a su amigo y le pidieron al colegio que lo incluyera en la ceremonia de licenciatura como un egresado más. Y allí estuvo José Ibarra, quizás consciente de tanto amor que le rodeaba en ese gimnasio lleno de ilusiones, culminando simbólicamente una etapa que la desdicha de un columpio mal empotrado le arrebató a él y su familia. Ojalá que nunca le falte ese amor. De su familia ni de sus solidarios ex compañeros.