Poco y nada queda de los exultantes momentos que vivió Provincial Osorno y su hinchada en diciembre de 2016, cuando con un contundente triunfo ante Deportes Recoleta en un Parque Schott repleto de personas, ascendió en gloria y majestad a la Segunda División, en medio de una alegría generalizada de la ciudad por ver a su equipo otra vez en el fútbol profesional. Por esos días, los medios nacionales y los especializados en el deporte coincidían en un punto: el regreso de Osorno marcaba un hito en el balompié criollo; mal que mal, el Provi marcó una época en la década de los 90, con equipos competitivos, partidos a estadio lleno y un justo y merecido respeto de parte de los rivales que venían al sur a jugar.
Pero lo que fue una esperanza por continuar en la senda de los triunfos para que el Provi llegara luego a la Primera B y más tarde, quién sabe, a la división de honor, chocó con la triste realidad. El club taurino no supo o no pudo ajustarse a las nuevas exigencias societarias que impone el fútbol profesional. Además, conseguir potentes auspicios para armar un plantel con aspiraciones se volvió una tarea cuesta arriba por el desinterés del sector privado, primero, y los desaciertos y malos manejos directivos, después.
Este año, Provincial Osorno logró amarrar un torneo que le garantizó la permanencia en la Tercera División A con no pocos temores, en algún momento, de seguir cuesta abajo en la rodada. Eso en el plano deportivo. En el económico, lamentablemente, los pesares del club siguen, ahora con un déficit de $47 millones que ya tiene a sus dirigentes con la incertidumbre acerca del futuro de la institución, dependiendo de una humilde campaña del sobre que, hay que decirlo, habría sido inimaginable en los años 90.
Es una pena que ni el municipio ni el sector privado hayan aquilatado la importancia de tener al equipo local en el fútbol rentado. Es una paradoja que Osorno, una ciudad que se ha destacado por sobre las otras de la zona sur en cuanto al desarrollo económico en los últimos años, tenga que ver que Temuco, Valdivia y Puerto Montt sí hayan logrado llegar y mantenerse en el balompié profesional.