El Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) dio a conocer algunas estadísticas que, necesariamente, deberán preocuparnos a todos: padres, profesores, instituciones educacionales, autoridades de Gobierno y expertos en el tema, ya que tenemos ante nosotros un problema de alta complejidad, uno que se ha salido de control y que puede tener consecuencias desastrosas para el país, así como para la salud física y mental de cientos de miles de menores.
Si bien la ingesta precoz de alcohol en menores de edad ha representado un tema de gran notoriedad pública y que ha mantenido a nuestras autoridades con un alto grado de preocupación, a esta dura realidad debe sumarse ahora un explosivo aumento en el consumo de marihuana, pasta base, cocaína y tranquilizantes en escolares chilenos, que los ha catapultado a ocupar los primeros lugares a nivel latinoamericano. Lo dramático del tema es que son niños y jóvenes de entre 13 y 17 años, un tercio de los cuales confiesa haberse "borrado" completamente en alguna ocasión por el consumo de algunas de las drogas señaladas.
Algo que los especialistas saben -y que vienen alertando- desde hace mucho tiempo es que la ingesta alcohólica va casi siempre de la mano con el uso de otro tipo de drogas y alucinógenos, tales como metanfetaminas, éxtasis, cocaína, pasta base, etc., así como con la práctica de sexo precoz. Esto ha sido avalado por diversos estudios internacionales que han demostrado, de manera concluyente, que el consumo de alcohol y tabaco a temprana edad constituye la antesala ideal para el futuro uso de drogas ilegales duras, tal como lo estamos viendo en Chile.
Por otra parte, baste recordar que los adultos chilenos ocupan el primer lugar en ingesta alcohólica en Latinoamérica, lo cual no es, precisamente, el mejor ejemplo que pudieran "copiar" los jóvenes. Otra preocupación es que la ingesta de alcohol en menores es nefasta, si se piensa que a esa edad aún no se ha completado la maduración del cerebro.
Es preciso entonces que jóvenes y adultos tomen conciencia que estas drogas provocan daños irreversibles en el cerebro y en el organismo, lo que tiene como resultado un rendimiento académico muy inferior al de otro estudiante que no consume drogas, además de presentar conductas problemáticas: ausentismo escolar, reyertas, rebeldía frente a padres y autoridades, comisión de delitos -hurtos, asaltos, robos-, con el fin de conseguir dinero para seguir consumiendo.
Franco Lotito C., académico,
escritor e investigador