Amenaza cierta contra Samoré
Sería extremadamente injusto para la provincia y la Región que el Gobierno se desentienda de los avances y condiciones excepcionales del paso de Puyehue.
Desde mediados de la década de los '90, aproximadamente, que comenzó el progresivo proceso de consolidación del Paso Cardenal Samoré, en la provincia de Osorno, como el segundo cruce fronterizo en importancia en el país, después de Los Libertadores, ubicado en la Región de Valparaíso. En estas poco más de dos décadas, el paso localizado en la comuna de Puyehue se ha situado al punto de convertirse en un eje estructurante del tránsito internacional chileno-argentino, tanto gracias a su operación durante prácticamente todo el año, debido a la altura en que se encuentra, como a las condiciones viales y a la cantidad de servicios que se presta a los viajeros del cruce mismo hasta la ciudad de Osorno, desde donde siguen su trayecto hacia el norte o sur a través de la Ruta 5.
Esta bien merecida posición, no obstante, se encuentra virtualmente amenazada ahora debido a las intenciones del Gobierno de hacer del Paso Pino Hachado, en la comuna de Lonquimay, el corredor bioceánico de preferencia del sur del país. Las alarmas para la provincia, extensivas para toda la Región de Los Lagos, se encendieron luego que se anunciara que el Ejecutivo ha incluido al cruce lonquimayino dentro del Plan Impulso Araucanía, diseñado para acortar la brecha de desarrollo económico y social que hay en esa región y que considera una cuantiosa inversión pública y privada a ejecutarse entre los años 2019 y 2026.
Con todo lo justo que es la decisión del Gobierno para mejorar las condiciones de vida en La Araucanía, la región más pobre de Chile, aquello no puede hacerse a costa de minimizar o desacreditar el desarrollo alcanzado por otra región, la de Los Lagos, en cuanto al tránsito internacional. La provincia de Osorno también exhibe niveles significativos de pobreza rural y migración campo-ciudad, además de depender en gran medida de la actividad agrícola.
Las autoridades regionales, pasando por el intendente, los parlamentarios y alcaldes, deben asumir llevar como un solo cuerpo esta inquietud al nivel central y hacer ver que el corredor bioceánico ya está acá. Hay dos décadas de avance y condiciones viales y climáticas únicas. Es también el momento, por lo demás, para exigir que se aceleren las inversiones que requiere Samoré y convencerse, todos, de la necesidad imperiosa de la doble vía en la Ruta 215.