Luego de la denominada "Guerra de la Leche", término controversial que no compartimos, ya que para nosotros la leche no debiera estar vinculada a conceptos negativos, queremos despejar los elementos irrelevantes de este fenómeno y quedarnos con lo que nos debiera unir a todos en el sector.

Todos los que nos dedicamos a la lechería, o estamos vinculados de una u otra manera al rubro lechero, buscamos promover el consumo de leche, y que se valoren los productos lácteos. Son los alimentos más completos que existen, ya que entregan beneficios al ser humano en cada etapa de su vida.

En el sur de Chile producimos la mejor leche del mundo, sin embargo, la masa ganadera se encuentra estancada desde hace 10 años. Debemos aspirar a que la producción nacional crezca, porque la lechería genera crecimiento y es el principal motor de la economía birregional.

Esto solo se logrará mediante la asociatividad e incentivando con mejores condiciones a los productores lácteos nacionales.

Porque como se ha manifestado en las redes sociales, la gente está buscando "leche chilena", esa que no existe en otras latitudes de planeta y no es posible importar. Así, se presenta la gran oportunidad para la industria de identificarla claramente y con esto pagar un mejor precio por la misma a los productores. Y también se transforma en un motivador para emprendedores y grupos comerciales, de llegar directamente con nuestra leche chilena al consumidor nacional e internacional.

Para ayudar a generar una normativa que legitime y clarifique la información entregada en la rotulación, se está trabajando en una nueva Ley de Etiquetado, donde se recogen todas las posturas para construir una ley aplicable, enfocada tanto en informar a las personas, como en destacar a la leche nacional.

Hacemos nuevamente una invitación a la unidad en el rubro y a dejar las posturas individuales de lado, buscando criterios comunes para reconstruir un ambiente de diálogo que permita avanzar en todas las iniciativas que el mercado y la ciudadanía nos demandan.

Marcos Winkler Presidente de Aproleche Osorno

Hace años que se vienen levantando diversas voces respecto de la indefensión en que se encuentra el país ante las olas de incendios forestales que se reiteran año tras año desde la llegada de la época primaveral y estival, que suelen traducirse en pérdidas irreparables en la flora y fauna regional. El ejemplo más dramático y nítido es lo ocurrido en China Muerta en el año 2015, la reserva natural de Melipeuco, en la Región de La Araucanía, donde las llamas arrasaron con especies nativas que costará generaciones recuperar.

La pregunta es con qué y cuántos medios cuentan la Región de Los Lagos y el país para combatir estos incendios tan frecuentes, provocados casi en un cien por cien por la conducta humana, ya sea accidentalmente o a propósito. Y la respuesta brinda escasa tranquilidad.

Las discusiones en el Parlamento han advertido que mucha de esta responsabilidad se está dejando en manos de Bomberos, entidad a la que no corresponde atacar incendios forestales. Las opciones materiales para lidiar con estos siniestros, más allá de la formación de brigadas y la coordinación entre la Corporación Nacional Forestal (Conaf), Bomberos y la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi), son bastante paupérrimas.

Si bien en Los Lagos se ha invertido al respecto, es impensable que la compra de algunos instrumentos para combatir estos siniestros bastaría para detener un incendio forestal desatado, a la espera de recibir alguna ayuda a nivel nacional, donde la carencia de aviones especializados o helicópteros es conocida por todos.

Los Lagos muestra una compleja geografía, al igual que el resto del país, donde las patrullas muchas veces ven imposibilitado su accionar e incluso los aparatos aéreos -tan escasos- limitan su labor. Ante la inminente llegada de la temporada primaveral, es obligatorio pensar en que el país debe hacer una fuerte inversión para contar con una flota aérea capaz de hacer frente a las grandes emergencias con alguna posibilidad de éxito.