Aunque el recuerdo más fresco de organización ciudadana data de los años recientes, cuando salieron a las calles para advertir sobre el estado del puente Cancura, hoy convertido en una mole sin utilidad que es símbolo de la inoperancia estatal, los habitantes del pueblo homónimo tienen una larga historia de reivindicaciones frente a la autoridad, cada una de ellas buscando conseguir mejoras en su calidad de vida a partir de la concreción de obras que, finalmente, dependen de la decisión y aportes del Estado. El villorrio rural, a la sazón el más grande de su tipo de la comuna de Osorno, surgió en la segunda mitad del siglo XIX, cuando llegaron familias criollas protagonistas del repoblamiento de la ciudad en el período de asentamiento de familias en la zona del lago Llanquihue.

Desde esa fecha ha pasado por épocas de gloria y declive, y hoy por hoy, si bien el protagonismo nacional alcanzado por el desplome del viaducto pudiera invisibilizar sus otras carencias, los vecinos tienen muy claro qué es lo que les falta todavía por conseguir. Allí se inscriben un nuevo cuartel de Bomberos, la pavimentación de calles y el cementerio, por mencionar algunos, y sin olvidar, por supuesto, la necesidad de regularización de extracción de áridos en el río Rahue que, a entender de los cancuranos, ha terminado por modificar profundamente el caudal y el paisaje escénico que antes permitía, incluso, el baño en la época veraniega.

Lo que le ocurre a Cancura, aquello de sentirse marginados de las decisiones de inversión pública y que tengan que organizarse para exigir el cumplimiento de sus demandas, es un sentimiento transversal que atraviesa a gran parte de los poblados rurales del país. La triple lejanía de los centros de decisión (del nivel central, del ámbito regional y hasta del gobierno comunal) y la escasa concentración de habitantes obviamente dificultan la visibilidad necesaria, por lo que es fundamental que el Estado, siguiendo directrices de equidad territorial, atienda sus necesidades y programe las inversiones tal cual lo hace con las áreas urbanas. Por lo demás, es un imperativo que el país haga más atractiva la vida en las zonas rurales para frenar la migración campo ciudad.

Miles de estudiantes de la educación superior comenzarán paulatinamente a regresar a sus aulas y retomar las actividades correspondientes al segundo semestre de 2018. Las vacaciones de invierno culminan y son un momento en la vida de los estudiantes de educación superior donde la rutina que entrega el año de clases se ve interrumpida de forma importante. El levantarse temprano todos los días, almorzar en el establecimiento educacional, compartir con los compañeros y compañeras, entre tantas otras cosas, se detienen por un par de semanas y abren el desafío de reorganizar la vida familiar, y sobre todo el día a día.

Sin duda alguna que esto implica una reactivación propia de quienes disfrutaron de sus merecidas vacaciones de invierno, siendo ahora el momento para recargar energías y reiniciar el período académico en su segunda y última etapa del año, con el fin de obtener óptimos resultados en el ámbito académico y también en lo personal, porque no debemos olvidar nuestra felicidad individual, el estar bien con la familia, los amigos, compañeros y seres queridos, el sentirse bien con la carrera que estudiamos y en el lugar que queremos estar. Las vacaciones de invierno son días que se asocian con el ocio o descanso, viajar o entretenerse, pero igualmente se perciben como un período propicio para reflexionar y autoevaluar nuestro pasado y presente, y realizar una proyección hacia un futuro promisorio, orientado a reforzar aquello donde estemos débiles y repensar metodologías y estrategias de estudio, organizar los tiempos, adaptarse a los cambios, valorar lo que tenemos, buscar apoyo si es necesario, trabajar más en equipo y porque muchos estudiantes desean regresar a clases por el reencuentro con sus amigos y compañeros.

Este retorno invita a fortalecer la motivación, seguir el camino que se inició y mirar hacia el futuro, el cual depende en gran medida del estudiante, pero que se suma a un trabajo compartido o tarea compartida con sus académicos y el propio establecimiento. En esta vuelta a clases, deseamos el mayor de los éxitos a todos los estudiantes de educación superior de la Región para que renueven con mucha fuerza este segundo semestre y se cumplan los sueños, objetivos y metas trazadas.

Carlos López Monje, director de Comunicaciones y Asuntos Estudiantiles de Universidad Tecnológica de Chile Inacap Osorno