Siguiendo una tendencia que se dio en todo el país en las tres últimas décadas, en Osorno primó durante buena parte de esa época la radicación de familias que vivían en campamentos ubicados dentro de la zona urbana hacia nuevos conjuntos poblacionales en los sectores periféricos de la ciudad, provocándose un indesmentible impacto negativo en la integración social del cual recién ahora se está formando una progresiva conciencia. Quizás si el principal hito que ha generado una amplia discusión en la opinión pública se dio, paradójicamente, en Las Condes, una comuna de la ciudad de Santiago asociada tradicionalmente a lo que se denomina "barrio alto". Allí, el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, sorprendió con su decisión de construir torres destinadas para viviendas sociales, surgiendo un áspero debate que continúa hasta el día de hoy.

Haciendo un rápido análisis de las principales ciudades del país, incluyendo naturalmente a Osorno, resulta claro que su crecimiento ha adolecido de unas mínimas cuotas de integración que permitieran llevar justicia a los sectores más vulnerables. Tanto por las tendencias propias del mercado que han regido el desarrollo inmobiliario, como por una inadecuada planificación de parte de los órganos estatales, las ciudades se han ido configurando espacialmente como una suma inconexa de barrios segregados. Basta observar un mapa de Osorno, por ejemplo, para identificar las áreas según su composición social y económica.

Poco ayudó en este sentido la política de erradicación de campamentos que rigió en Osorno desde 1988 en adelante. Debido a la enorme demanda de viviendas que había y a la escasez de terrenos (problema que subsiste hasta hoy), el municipio lideró la construcción de nuevas poblaciones en zonas alejadas del centro, agregando barreras territoriales a una población que ya sufría la discriminación producto de su situación económica.

El daño a la integración ya está hecho. Lo único que corresponde ahora es exigir que predomine la integración por sobre la segregación, en los barrios nuevos, y diseñar y ejecutar políticas de reparación en las zonas que hasta hoy son víctimas de una política habitacional que durante 30 años favoreció la cantidad por sobre la calidad.

Durante las últimas semanas, muchísimos productores nos han contactado, preocupados no sólo por la mantención y baja de precios para diferentes categorías de animales, sino una tendencia aún más preocupante: la falta de demanda por animal en pie por parte de la industria. Si bien hay épocas del año en las que esta situación está presente, por lo general se da en verano, después de Año Nuevo. Pero no en invierno, meses en los cuales, además, el precio debiera tender a subir.

Pero la explicación probablemente no es local. Y es que el poder de compra final, el retail, al parecer tiene sobrestock de producto, limitando la demanda. El aumento de las reservas cárnicas tampoco es de producto chileno, sino que es carne de origen importado. Debemos entender entonces que la situación de la venta a cliente final también impacta a nuestra industria, no sólo al productor de ganado.

Frente a ello, ¿qué podemos hacer? La respuesta pareciera estar dada en la exportación nuevamente. Cifras extraoficiales indican que los envíos a China en las dos principales plantas del sur representan cerca del 30% de la faena, que si bien en general no es producto premium, sí ayuda a levantar el precio general del ganado. En otras palabras, si no estuviéramos en proceso exportador, probablemente los resultados para todos los ganaderos serían aún peores.

¿Existen mercados de mejor valor? La respuesta es sí, pero implica dar un paso que nos cuesta mucho, y es organizarnos como productores junto a la industria para levantar una oferta que permita entrar a un nicho, con volúmenes suficientes para aspirar a un mejor valor. Es un tremendo desafío unirnos para poder llegar a un equilibrio entre los costos reales de producción sin anabólicos versus el precio esperable.

En Corpcarne esperamos poder contribuir con reacomodos de este tipo, que generen volumen, para machos de origen lechero que ya puedan estar en régimen en 2019-2020. Soluciones también deben pensarse para el ganado de doble propósito y de razas carniceras. Porque el mercado nacional va a seguir siendo incierto, unámonos para hacer de Chile un país de oferta exportable sostenible que haga competitiva nuestra ganadería.

Sergio Willer Daniel, presidente

de la Corporación de la Carne