Feria Los Andes está semivacía pese a que fue inaugurada hace tres años
RAHUE ALTO. El nuevo recinto, que tuvo un costo de $130 millones, sigue sin despegar y la ocupación de locales no supera el 50%. Los feriantes que se resisten a morir proponen fórmulas para resurgir.
Fue a mediados de noviembre de 2015 que se inauguraron, entre bombos y platillos, las nuevas dependencias de la entonces flamante feria Los Andes, ubicada en avenida Argentina de Rahue Alto, hasta donde llegaron distintas autoridades locales para el tradicional corte de cinta.
La promesa era cambiarle la cara al barrio y ayudar a estos feriantes con un remozado recinto para mejorar su calidad de vida, ya que anterior a la remodelación la feria se encontraba en malas condiciones, con un galpón de madera derruido por el tiempo.
Por ello, el municipio de Osorno destinó una inversión cercana a los 130 millones de pesos para la remodelación que incluyó 55 puestos comerciales dispuestos en una superficie de 610 metros cuadrados.
Además, se instalaron servicios higiénicos y el galpón usado fue trasladado al sector desde el Mercado Municipal, tras la construcción del nuevo recinto de calle Errázuriz.
Fue así como se dispusieron locales tanto adentro de la estructura como por fuera. La idea del mejoramiento de la feria era aumentar las plazas de venta, ordenar el comercio y ofrecer puestos más dignos a los locatarios que antes no contaban con un lugar establecido.
"Se trata de comerciantes esforzados, a quienes era necesario ofrecerles un lugar de trabajo apropiado para así mejoren su calidad de vida", señalaba en aquella oportunidad el alcalde Jaime Bertín.
Realidad actual
No obstante, y a cerca de tres años de la rimbombante inauguración, el presente del recinto no es el mejor, ya que del total de locales, más de la mitad está sin funcionar y sólo 24 se encuentran arrendados. Hoy el espacio no logra despegar, tal como lo reconoce Luis Angulo Báez, presidente de la directiva de la feria, al señalar que "la verdad es que ha sido un poco difícil concretar esto. Hemos luchado bastante durante estos casi tres años para hacer llegar gente acá, especialmente adentro, pero la verdad no se ha podido".
Si bien este dirigente relata que en comparación a como empezaron han avanzado, al mismo tiempo confirma que "hoy está funcionando cerca del 50 por ciento de los locales, 24 por ahí, la gente viene y se va porque las ventas a veces no son buenas. Esa es la realidad".
Por su parte, Gloria Bórquez, feriante del recinto y cuyo local está por fuera y -por ende- más visible al público, atribuye la situación a la falta de motivación de algunos.
"Creo que para empezar, las mismas personas que trabajan aquí tienen que motivarse. Yo estoy 30 años aquí mismo y siempre desde las 7 de la mañana hasta la tarde, entonces quien desea trabajar tiene que trabajar, porque algunos tienen los locales como bodegas. Creo que falta que la gente se motive más", expresa esta mujer, quien asegura que en su caso saca cuenta alegres.
"Me va súper bien, salvo el mes y estoy muy conforme", cuenta.
Desde la corporación edilicia, en tanto, la administradora municipal, Karla Benavides, enfatiza que "esta feria en sus orígenes tampoco tenía muchos puestos ocupados, antes de que fuera arreglada. Había pocos locales, sin embargo, se tomó la decisión de mejorar lo que había, por un tema también de darles mayor dignidad a las personas que venden allí. Y eso significaba que estuvieran en un mejor ambiente y con servicios higiénicos".
¿razones?
Falta de publicidad o promoción, acceso al galpón muy estrecho y poco vistoso, falta de interés, poca afluencia de público y la presencia de ferias rotativas en las cercanías aparecen como eventuales motivos del complejo presente de este recinto rahuino.
En cuanto a la mensualidad por local, es casi irrisoria, pues asciende a 14 mil pesos, mientras que los gastos de luz y agua corren por el municipio. Respecto de los productos que ofrecen los actuales locales, están las fruterías y verdulerías que ocupan la parte que da a la calle, donde han instalado sus productos incluso en un área que tiene barro, aunque de igual forma allí se aprecian negocios con las puertas cerradas.
Al interior del reducto hay locales principalmente de ropa, tejidos, artículos de bazar y perfumería, de llaves y una zapatería.
Para Luis Angulo, "aquí falta hacer algunos arreglos, por ejemplo, las puertas de la entrada son muy chicas... nos gustaría que estén más a la vista del público, porque el que no conoce la feria, no sabe lo que está ocurriendo acá".
El presidente de la feria dice, además, que "nos falta más publicidad, porque público existe, sólo hay que buscar la fórmula de captar a la gente, mostrarles mejor qué hacemos acá".
Algo con lo que concuerda Alba Antihual, otra feriante: "creo que con publicidad la gente se motivará más", expresa. Opinión que también comparte Roxana Casanova, una vecina del barrio que acababa de comprar verduras en el recinto.
"No funciona porque no se ve la publicidad tampoco, carteles más llamativos, mantener siempre abierto y tener algún espacio más grande en la entrada", opina esta residente.
Sugerencias que en la municipalidad están dispuestos a revisar, según responde la administradora: "siempre estamos llanos a dialogar y a buscar posibilidades para que a la gente le vaya bien y pueda vender más... así que sí, de todas maneras tenemos las puertas abiertas para que vengan a conversas con nosotros", manifiesta Karla Benavides.
Con todo, estos trabajadores mantienen la fe en el futuro de la Feria Los Andes, a pesar del panorama que hoy se aprecia en el lugar. "Tengo mucha esperanza, no ha fracasado, el capital está, hay que buscar la fórmula para captar a más gente", afirma Angulo.