El 17 de julio, cuatro menores de edad -con cuchillo en mano- asaltaron a una pareja y mientras dos de ellos amenazaron al hombre y se lo llevaron lejos, los otros dos menores de 13 y 16 años comenzaron a violar a la mujer de 38 años, pese a los ruegos de esta dama de que no la ultrajaran. Los ruegos fueron inútiles.
Esta escena pareciera ser un feo titular periodístico de algún país africano o tercermundista. Sin embargo, para vergüenza y lamento de todos nosotros, estamos hablando de Chile. Sí, de nuestra patria y de menores delincuentes chilenos. La primera pregunta que surge es… ¿qué estamos haciendo mal en Chile? ¿Qué errores u omisiones estamos cometiendo para que esto pase en nuestro país? Las preguntas no son gratuitas, ya que alguien -las autoridades, la sociedad, la ciudadanía- deberá obligatoriamente responderlas.
La razón de fondo de hacerlas tiene mucho peso: el chico de 13 años -de acuerdo con la actual Ley de Responsabilidad Penal Adolescente- es inimputable y sin discernimiento y, en consecuencia, nadie en este país puede tocarle siquiera un solo pelo, por lo cual fue entregado a su familia y hoy está en su casa viendo tranquilamente televisión y jugando al play station. Lo malo del asunto, es que este delincuente de 13 años sabe perfectamente que es inimputable y sabe, además, que su gravísimo delito quedará en la total impunidad.
La siguiente pregunta es aún más complicada… ¿y qué pasaría si esa mujer violada fuera nuestra hija, nuestra hermana, nuestra pareja o… nuestra madre? Porque, al tenor de lo que observamos hoy en día, mientras la víctima asaltada, golpeada y violada sea la hija, la pareja, la mamá de otra persona, entonces no nos incumbe y no nos interesa.
Y otra cosa: hablar de "falta de discernimiento" en el actuar de éstos u otros menores, es una mera estupidez y todos nosotros lo sabemos, pero al parecer hemos optado voluntariamente por hacernos los tontos mientras las víctimas de los asaltos a mano armada, de los portonazos, de los robos con violencia, de las bombas molotov, etc., sean los demás. Los crímenes que estoy señalando no son "accidentales" o "impulsivos", sino que han sido planificados.
Dada la gravedad del crimen cometido, surge la indignación, el horror y el rechazo por parte de la sociedad, que ve impotente, cómo estos menores delincuentes se irán para la casa sin que tengan que dar cuenta ante la justicia.
Dr. Franco Lotito C. Académico, investigador y escritor (PUC-Uach)