"¿Por qué tenemos que aceptar que un profesor se sienta con el derecho de comentar nuestro vestuario o si amanecimos lindas o que enojadas nos vemos más feítas? Somos mucho más que nuestra apariencia, somos parte de la historia de la arquitectura". Con este discurso en la ceremonia de titulación de la carrera de Arquitectura, Naschla Aburman, ex presidenta de la Feuc, expuso ante profesores, autoridades de la Pontificia Universidad Católica y familiares, la importancia que ha tenido el sexismo, el acoso y el abuso de sus profesores en sus vidas académicas.
Entre estudiantes, hace poco la demanda era el fin al lucro y el pase escolar gratuito, eso hoy ya lo tienen en el bolsillo gracias al gobierno anterior. Ahora el nuevo gobierno, para no enfrentarse con los estudiantes, amplió la gratuidad hacia las carreras técnicas a pocos días de llegar al poder. Nadie esperaba que la revolución juvenil apuntara hacia lo valórico, nadie imaginó que la pedida no resultara de costo económico para el Estado; siempre hemos medido el problema de la educación en función del costo económico de la solución. Esta vez no se trata de dinero, se trata de derechos básicos para la mujer moderna, como la igualdad de trato y de oportunidades con los hombres desde la educación.
Las niñas se organizaron, se unieron universitarias y secundarias y salieron a marchar denunciando el sexismo, el acoso y abuso sexual. Denunciaron a profesores abusadores con nombre y apellido, pidieron su expulsión y mientras se materializaban sus pedidos, se tomaron las universidades. No bastaron los carteles y lienzos para entregar el mensaje, usaron su cuerpo como paletas publicitarias, cubrieron sus rostros con máscaras, se pintaron, exhibieron sus pechos para atraer toda la atención de la prensa gráfica sexista. De no ser por esta exhibición semi sexual, tan mediática, no se habría recordado el día de la protesta ni sus mensajes.
Una mujer que sale a marchar cubriendo de velos su rostro, que oculta su cuerpo con ropa alargada para no mostrar su figura, portando un letrero contra el sexismo, es coherente. Está claro que lo que piden las mujeres jóvenes es terminar en las aulas con el comportamiento de académicos que justifica la desigualdad entre hombres y mujeres, terminar con el acoso, con el abuso. Eso ya está ganado, todos estamos de acuerdo... Lo que no entiendo es para qué había que salir a la calle a provocar y mostrarse semi desnudas… ¿Es que no han encontrado otro medio para comunicar sus reclamos que el mismo sexismo que tanto combaten?
Raúl Ilharreguy, arquitecto