Carolina Collins/Agencias
Fue hace dos años que Philip Roth decidió que ya había dicho todo lo que tenía que decir y anunció su autorretiro de las letras. Pero eso no detuvo su curiosidad y que se mantuviera siempre al tanto del mundo que sacudió con su pluma satírica y su realismo inflexible. Ese con el que retrató a un país y definió la voz de una generación que hoy lo despide, luego de que muriera el martes en la noche a los 85 años.
El escritor falleció en un hospital de la ciudad de Nueva York de insuficiencia cardíaca congestiva, según confirmó su agente literario, Andrew Wylie, a la agencia de noticias The Associated Press.
Autor de más de 25 libros, Roth removió a sus lectores con un estilo audaz y directo que plasmó en libros como el hilarante "El mal de Portnoy" (1969) y en una de sus novelas más celebradas e influyentes, "Pastoral americana".
Justamente este último le valió el Premio Pulitzer en 1998: una historia en la que retrató el Estados Unidos triunfante de la posguerra y la turbulencia que trajo consigo la década de los 60, que choca con el deseo de una vida ordinaria.
En "La conjura contra América", publicada en 2004, situó a su propia familia bajo el régimen antisemita del presidente Charles Lindbergh, mientras que el "Némesis", de 2010, sometió a su Nueva Jersey natal a una epidemia de polio.
Roth fue uno de los grandes escritores que nunca recibió el Premio Nobel de Literatura, aunque además del Pulitzer obtuvo algunos de los más importantes reconocimientos literario, incluyendo el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2012, el Premio Nacional del Libro y el Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros, estos últimos en dos ocasiones.
Aunque era un veiteañero cuando publicó su primer libro, "Goodbye, Columbus", impresionó tanto a críticos como a colegas cuando produjo algunos de sus trabajos más aclamados pasados los 60 años, entre ellos "La mancha humana", "El teatro de Sabbath" y el mismo "Pastoral americana", que publicó cuando tenía 64.
Origen familiar
Aunque era ateo, nació en el barrio de Newark, Nueva Jersey, en el seno de una familia judía estadounidense que había emigrado desde Europa del Este. De ahí que para Roth la experiencia estadounidense y la judía fueran a menudo la misma. Su lengua materna era el inglés y no cumplían con los rituales ni asistían a la sinagoga. Su realidad, más bien, era ser considerado un judío entre gentiles y un gentil entre judíos.
Idea que es parte de su libro "El mal de Portnoy", un monólogo de un joven soltero judío que se confiesa con su psicoanalista.
Fue acercándose a los 70 años que dio un gira a su carrera con "La mancha humana" (2000), libro en el que a través de un escándalo que afecta a un académico universitario comenzó a deslizar un nuevo interés literario: la vejez. Temática que abordó también en "Elegía" (2006), "Sale el espectro" (2007) -fin de la saga de su famoso personaje, Nathan Zuckerman- y en "La humillación" (2009).
Adiós a las letras
Unos años antes de marginarse de la vida pública anunció, en 2012, que dejaría la escritura de ficción para dedicarse a ayudar a la biógrafa Blake Bailey a completar la historia de su vida y ya en 2015 se había retirado por completo.
El significado de la vida, dijo una vez, parafraseando a su ídolo Franz Kafka, es que se detiene. "La intensidad más inquietante de la vida es la muerte", escribió en su novela "Everyman", publicada en el año 2006.
"Todos los talentos tienen sus límites: su naturaleza, su alcance, su fuerza y también su final", explicó en su última entrevista con The New York Times Book Review, en enero pasado. "No todos pueden ser fructíferos para siempre", agregó quien en realidad hizo su sello la productividad, con un ritmo de un libro por año y un interés inagotable en otros autores.
Literatura de luto
El fallecimiento de Roth tiñó de luto la reunión de ayer del jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018, un galardón que el estadounidense recibió en 2012.
"Me siento un poco de luto; Roth es para mí un ejemplo de lo que puede ser un escritor comprometido con su tiempo y su sociedad", comentó el novelista cubano Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2016, que calificó al autor como "gran maestro como escritor y como persona".
"Ningún otro escritor ha significado tanto para mí", escribió por su parte el estadounidense Jeffrey Eugenides, novelista ganador del Pulitzer y nuevo miembro de la Academia, a la agencia de noticias The Associated Press. "Ningún otro escritor estadounidense ha leído tan obsesivamente, año tras año", añadió.