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Los Capuchinos dejan Osorno tras 58 años debido a las bajas vocaciones

RELIGIÓN. Con la entrega de la parroquia San Leopoldo Mandic, en Rahue Alto, a la diócesis, se puso fin a la presencia de la orden en la ciudad. Los sacerdotes se trasladaron a Pucón.
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Ignacio Vera

Están presentes en Chile desde 1848, cuando se propusieron traspasar la frontera del Bío Bío y evangelizar La Araucanía y la Patagonia. Siguiendo la senda dejada por Jesuitas y Franciscanos, los Capuchinos se internaron en los territorios aun no incorporados a la soberanía nacional.

En 1960 el entonces obispo de Osorno, monseñor Francisco Javier Subercaseaux, miembro de la orden, decidió solicitar a sus hermanos ayuda para fortalecer el clero de la diócesis local. Fue entonces cuando llegaron capuchinos holandeses a San Juan de la Costa y belgas a la ciudad de Osorno.

Aquí fueron parte fundamental de la vida de la Iglesia Católica en la ciudad, siendo una de las órdenes más antiguas y reconocidas de la zona. Sin embargo, en el último tiempo únicamente tres religiosos vivían en la comunidad que habitaba la casa de la parroquia San Leopoldo Mandic, ubicada en Rahue Alto.

Nacidos como una rama de los franciscanos -de ahí la gran similitud en la vestimenta- se crearon en 1525, cuando unos frailes menores de la Marche en Italia quisieron vivir con más rigor su vida de oración y pobreza, para estar más próximos al espíritu original de San Francisco de Asís.

El padre Juan Bauer pertenece a la orden y es parte de los últimos capuchinos en Osorno. Nacido en Alemania, ha recorrido La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, viviendo en comunidades de la congregación.

En el caso de la parroquia San Leopoldo Mandic, donde residía el padre Juan hasta hace unos días, lo hacían también otros dos religiosos, a los que hay que sumar otros dos: Uno en San Juan de la Costa y otro en Cuinco. El escaso número de sacerdotes impedía vivir una vida plena de comunidad.

"Los capuchinos siempre vivimos en comunidad y ese es el problema, que somos pocos, viejos y para formar comunidad necesitamos ser varios. Ya no nos resultaba mantener nuestras siete casas en Chile", contó el padre.

Justamente, hace unos dos años el superior de la orden les visitó y aconsejó suprimir al menos tres de las residencias. La de Osorno fue una de las que se decidió cerrar. Ya entregaron Viña del Mar y en julio dejarán Padre Las Casas.

Su partida se suma a le decisión de los Franciscanos de entregar las dependencias y ubicación que ocupaban desde el siglo XIX, frente a la plazuela Yungay. Los únicos tres que quedan buscarán una vivienda para arrendar y trasladarse, pues seguirán a cargo de la parroquia San Francisco.

Transición

En la misa realizada hace dos domingos atrás, se leyó el decreto por el cual la parroquia San Leopoldo Mandic pasa a manos de la diócesis de San Mateo de Osorno.

El religioso capuchino residente de la comunidad hasta su final, Máximo Llancafilo, quedó como administrador parroquial, pero solo por un año mientras se designa a un sacerdote diocesano por parte del obispo, o eventualmente se le entrega la parroquia a otra orden o congregación.

"Nos retiramos y el padre Máximo pidió permiso a nuestro superior provincial para vivir un año fuera de una fraternidad religiosa. Y como es sacerdote, se ofreció al obispo de Osorno para colaborar. El obispo podría haber llamado a cualquier otro, pero prefirió que él continuara aquí", explicó el padre Juan.

El padre Máximo, sin embargo, queda como administrador parroquial, una suerte de interinato o de "gobierno en funciones", al que no se le permite realizar grandes cambios trascendentes.

La comunidad parroquial de San Leopoldo Mandic encuentra sus orígenes en la parroquia Jesús Obrero de Rahue Alto, hasta donde llegaron los capuchinos en los 'años '60 a pedido de monseñor Valdés.

El crecimiento del sector hizo que la parroquia se dividiera y la orden quedó a cargo de la nueva, bautizada en honor al santo católico italiano de origen croata.

Falta de vocaciones

El padre Juan vivirá ahora en la comunidad de Pucón junto a otros seis hermanos. Sin embargo, el panorama no es muy alentador: Solamente uno de ellos es menor de sesenta años.

"Estamos con un grave problema de vocaciones a nivel hispanoamericano", señaló este sacerdote que llegó a Chile en plena década del '70, desde la democrática y desarrollada Alemania Occidental.

"Todavía había 'metralletas' en las calles cuando llegué. En Europa sabíamos que en América Latina había una desigualdad social muy grande y estábamos esperanzados de que en Chile se podría cambiar eso pacíficamente. Pero lo hicieron muy rápido y primaron los sectores extremistas. Al final, el peor enemigo de Allende fue su propio partido", reflexionó.

Hoy es casi un chileno más, luego de cuatro décadas viviendo en nuestro país, de los cuales seis han sido en Osorno.

"Echaré de menos a la ciudad en sí, es muy agradable", enfatizó antes de mostrar el templo con una mezcla de alegría y nostalgia. Sin embargo, también hay esperanza: "Dos jóvenes, una chica y un chico, me han hablado de querer llevar una vida religiosa en el futuro", contó.

"Los capuchinos siempre vivimos en comunidad y ese es el problema, que somos pocos y viejos."

Juan Bauer, Sacerdote católico capuchino"

años estuvo a cargo de los capuchinos la parroquia San Leopoldo Mandic de Rahue Alto (desde 1987). 31

religiosos capuchinos vivían en la casa parroquial. Ahora solo quedará uno como administrador. 3