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Osorno: marzo registró la mayor cantidad de agua caída en 25 años

CLIMA. En el tercer mes del 2018 cayeron 178 milímetros, mientras que en 1993 la lluvia caída alcanzó los 215 mm. Si bien los expertos señalan que lo ocurrido en el tercer mes del año no responde a una tendencia y que los modelos predictivos indican que la zona tendrá una temporada de normal a ligeramente lluviosa, el fenómeno responde a un debilitamiento del anticiclón que sirve como barrera al "mal tiempo". Los segundos seis meses del año vendrán con temperaturas medias que favorecerán los cultivos y praderas.
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Alexander Hopkinson

"Marzo: récord de lluvias y montaña rusa en temperaturas" se titula el artículo del blog de la Dirección Meteorológica de Chile que evidenció que durante el tercer mes del año las precipitaciones caídas entre las regiones del Bío Bío y Los Lagos tuvieron un importante superávit.

El caso más extremo, según el análisis hecho por el meteorólogo José Vicencio, ocurrió en Valdivia, donde se registraron 215 mm (siendo lo normal sólo 70 mm), lo que equivale a un aumento de poco más del 200%.

Sin embargo, también se produjeron registros anormales en Osorno, que tuvo su tercer marzo más lluvioso desde 1950 con 178 mm de agua. El segundo caso ocurrió en 1993 cuando cayeron 267 mm.

Volviendo al 2018 y a las demás zonas del país, la ciudad de Temuco acumuló 113 mm. y también registró récord tras los 220 mm caídos en 1956 y los 135 mm de 2002.

El profesor de Agroclimatología de la Universidad de Chile y director del Centro de Agricultura y Medio Ambiente, doctor Fernando Santibáñez, explicó que este fenómeno corresponde a un debilitamiento extremo del anticiclón, que se refiere a una parte de la atmósfera donde la presión es mucho más alta que en las áreas circundantes.

"Probablemente la causa de esto, es que al comenzar a normalizarse la temperatura del océano, el anticiclón que es el que bloquea el paso de los frentes (de mal tiempo), estuvo bastante más débil durante marzo", expresó Santibáñez, agregando que "el bloqueo que el anticiclón hace de las lluvias se debilitó a tal punto que fue sobrepasado por todos los frentes: grandes y chicos, dejando altas precipitaciones".

"No será un año seco"

Haciendo una proyección de lo que será esta temporada, el académico de la U. de Chile afirmó que será un año normal (promedio) o ligeramente lluvioso, pero en ningún casi seco.

"Todos los modelos climáticos mundiales están señalando que las temperaturas del mar estaban frías en verano y dentro de marzo se comenzaron a normalizar, por lo que se espera que lleguen a total normalidad a fines de abril o mayo a más tardar", dijo el profesor.

En otras palabras, los indicadores muestran que las temperaturas del mar deberían seguir subiendo conforme pasan los meses, generando la condensación de las nubes formadas por la evaporación de sus aguas, provocando así más lluvias.

"La mitad de los modelos (predictivos) dicen que se llegaría a la normalidad de la temperatura (marina) de junio hasta fines de año. Mientras que la otra parte, dice que pasarían a una fase positiva en el segundo semestre", apuntó Santibáñez, añadiendo que en ambos casos "estaríamos enfrentando un año entre normal a ligeramente más lluvioso de lo normal en los segundos seis meses del año".

Advirtió, no obstante, que no debería ser un año extremadamente lluvioso por lo que marzo no necesariamente marca una tendencia en ese sentido. En general los años en que la precipitación se comporta normal, no son fríos. De acuerdo a los mismos modelos predictivos citados por el profesor, no se esperan anomalías importantes en ese aspecto en los meses venideros.

"Estuvo oscilante la temperatura durante marzo, tal como dice la nota del blog de la Dirección Meteorológica: 'Montaña rusa de temperaturas', que es un fenómeno típico cuando todavía predominan aguas frías en el océano", explicó Santibáñez.

Se podría concluir entonces que este 2018 debería ser muy parecido al anterior, sin temperaturas extremadamente bajas, ni lluvias desbordantes.

Desde el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) Remehue, Cristian Moscoso, ingeniero agrónomo, master en ciencia e investigador de praderas, indicó que de cumplirse este pronóstico sería favorable para los suelos locales.

"Ya que las praderas requieren de agua en el suelo y energía solar para realizar fotosíntesis y así crecer (además de dióxido de carbono y nutrientes), en el caso que exista una mayor probabilidad de lluvias y mayores temperaturas a lo largo del año, el crecimiento de la pradera se vería beneficiado principalmente en las estaciones de otoño y primavera", especificó el experto.

Los mayores rendimientos se darían entonces en aquellas praderas que se encuentran "bien manejadas (buena fertilización y manejo de pastoreo), siempre y cuando la mayor probabilidad de lluvias no se traduzca en eventos de alta intensidad en un corto periodo de tiempo", apuntó.

En invierno, en tanto señaló Moscoso, el proceso fotosintético que se traduce en producción forrajera, se verá afectado principalmente por la menor cantidad de luz solar y las bajas temperaturas, por lo que no es esperable un alza productiva.

En invierno se produce menos del 5% de la producción total de una pradera, mientras que en primavera es sobre el 50%.

"Estaríamos enfrentando un año entre normal a ligeramente más lluvioso de lo normal en los segundos seis meses del año"

Fernando Santibáñez, Experto en agroclimatología"

"Con una mayor probabilidad de lluvias y mayores temperaturas a lo largo del año, el crecimiento de la pradera se vería beneficiado"

Cristian Moscoso, Investigador de Inia Remehue"