Ahora que pasó "Semana Santa" y el precio de limones, pescados, mariscos y pasajes dejaron de ser noticia, entre tanto "Cristo Hollywoodense" y vacaciones, parece que pocos recuerdan que también es tiempo de recogimiento y sacrificio.
Sacrificio: Ofrenda hecha a una divinidad en señal de reconocimiento u obediencia, o para pedir un favor. Esfuerzo, pena, acción o trabajo que una persona se impone a sí misma por conseguir o merecer algo o para beneficiar a alguien.
Esta palabra está en casi todos los discursos, se menciona en todos los sermones y se nombra cada dos por tres como camino a las virtudes, sin embargo, el troglosapiens evita conjugarlo. Aún más, la sola pronunciación de esta palabra le provoca lumbago y taquicardia.
De hecho, ha construido la vida en base a des-sacrificar la cotidiana existencia: tecnología para amasar con más holgura y leyes laborales para ganarse el pan con menos sudor. Armas de doble filo porque lleva implícita la idea que el sacrificio es enemigo de placer…
¿Y lo es? Por supuesto, imponerse un trabajo adicional para conseguir algo o beneficiar a otra persona implica postergar la gratificación, es enemigo del éxito instantáneo, del bienestar mundano y pasajero. Y tanto que cuando pensamos así, desde madrugar hasta estudiar para obtener buenas notas se convierte en sacrificio. Y desde ocuparse de la higiene personal hasta ser amable en el trabajo, es un gran dolor. Eso en cuanto a lo anecdótico. Pero hay ejemplos trágicos: delinquir más fácil que trabajar, aceptar coima más práctico que ahorrar, cambiar de pareja más fácil que aguantar mañas y todavía peor; ser profesional de éxito más rentable que criar a los hijos.
Y aquí estamos, quejándonos de la corrupción, llorando miserias, espantándonos con la violencia, asqueándonos de la politiquería, compadeciéndonos cual víctimas, como si este mundo nada tuviera que ver con nosotros.
Como sabemos, en Semana Santa conmemoramos "la ofrenda" del hijo de Dios, que con su muerte nos muestra que el sacrificio es el camino a la resurrección, es decir, a la verdadera felicidad de la vida eterna… Aquí entre nos ¿Cómo anduvimos con ese ayuno de Semana Santa?... En fin…
Vivian Arend