Ayer se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. La celebración, establecida por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1975, recuerda el 8 de marzo de 1857 cuando un grupo de trabajadoras textiles salió a las calles de Nueva York, en Estados Unidos, para manifestarse por las malas condiciones en las que se desempeñaban. Sería una de las primeras protestas para emprender una batalla por sus derechos laborales. Múltiples hechos y manifestaciones se sucedieron a partir de esa fecha.
Es cierto que desde que se estableció este Día Internacional los avances del género femenino han sido muchos. La mujer se ha impuesto en muchos espacios de la sociedad chilena. Desde la Presidencia de la República hasta las labores más modestas en otros ámbitos. La imagen de la mujer está lejos de ser hoy la de dueña de casa dedicada a la crianza de los hijos -tarea, por lo demás, tremendamente valiosa-.
Un ejemplo reciente de este avance se vive en la provincia de Osorno, donde las comunas de Puerto Octay y Puyehue son dirigidas por las alcaldesas María Elena Ojeda y María Jimena Núñez, respectivamente. Y en las recientes elecciones parlamentarias fue electa Emilia Nuyado como diputada por el distrito 25, la primera mujer huilliche en llegar al Congreso.
Otro buen ejemplo de este avance es la entrada en funcionamiento del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género de Chile, en junio de 2016, bajo el mandato de la actual Presidenta.
Es quizás en el campo laboral donde está una de las grandes deudas, ya que las mujeres siguen reclamando, justificadamente, menos diferencias salariales y de responsabilidad con los hombres.
Claramente, uno de los grandes desafíos en la Región, el país y el mundo es elevar la participación de las mujeres en el mundo del trabajo. Debe admitirse el tremendo aporte del género femenino. Desde la maternidad, su amor y entrega, su fortaleza y valentía, hasta su forma compleja, inteligente e integral para entender el mundo.