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Ignacio Vera

Su vida ha estado íntimamente ligada al sector de Trumao, a orillas del río Bueno, especialmente al esplendor comercial que dotó de importancia a aquella localidad fluvial, hoy devenida en un caserío. Su familia fue parte crucial del auge de este lugar, donde se recibían y despachaban mercancías hacia el océano Pacífico a través del Bueno, que otrora ofrecía mucho mejores condiciones de navegación que hoy.

Teresa Iroumé Carrere nos recibió junto a su hijo Alejandro y su cuidadora en su departamento. A pesar de la avanzada edad, está repleta de vitalidad y esboza casi siempre una sonrisa, la que sólo cambia cuando recuerda a sus dos hijos fallecidos.

De iparralde a trumao

La historia de los Iroumé Carrere comenzó lejos de aquí, en la Euskal Herria del siglo XIX. El padre de doña Teresa y sus hermanos (de los cuales quedan vivas tres mujeres), Bernardo Iroumé, emigró a los 16 años hasta aquí, proveniente de Iparralde, la zona del País Vasco en Francia.

Trabajó en la Casa Etcheverry (también vascos), casó luego con María Carrere Etcheverry, con quien se radicó en Trumao, donde instaló una importante tienda comercial para la transacción de productos como trigo, arvejas, avena, cebada y lana.

Aquí los Iroumé Carrere pudieron encontrar un entorno muy similar a las verdes colinas, montes boscosos y praderas llenas de vacas y ovejas que dejaron en Europa. Prontamente, además del comercio, compraron tierras y las pusieron a producir. El capital familiar aumentó y se transformaron en uno de los clanes más prósperos de la Región.

Fue en ese contexto que Teresa nació y creció. Su madre dio a luz a la orilla del río, 15 días antes de lo programado, por lo que la señora Iroumé dice que "nació impaciente".

Debido a su entorno, "desde muy chiquita empecé a nadar, a remar, a andar a caballo", dice. Justamente, transmitió a sus hijos y nietos la pasión ecuestre, donde ya son tres generaciones que practican la equitación.

De las hermanas, la única que siguió una carrera universitaria fue la mayor, Maritxu, abogada que se tituló en Santiago y que falleció hace poco tiempo, a los 100 años de edad.

"Yo quería ser profesora de Castellano, pero no me dejaron salir de Osorno. Me gustaba mucho leer y escribir", cuenta doña Teresa, quien hasta el día de hoy acostumbra leer libros, principalmente de historia.

Alejandro Montesinos, el hijo mayor de la señora Teresa, recuerda con alegría la casa de sus abuelos en Trumao: "Allá llegaban barcos y en la época de cosecha los productores iban a dejar su mercadería, haciendo colas de carretas de varios metros". Aquella casona se vino abajo con el megaterremoto de 1960, igual que la gloria de la localidad.

El movimiento telúrico cambió el curso del río Bueno y lo hizo navegable sólo para embarcaciones pequeñas. El comercio decayó y los ferrocarriles junto a las carreteras hicieron sucumbir al transporte fluvial.

"Fue algo muy triste, nos dolió muchísimo. Mi papá con eso se vino abajo completamente, se desmoronó", sentencia doña Teresa.

No fueron años fáciles para su familia, ya que tiempo después serían expropiados durante la reforma agraria del Presidente Eduardo Frei Montalva.

Activa y caritativa

Para ese entonces, doña Teresa se había casado hacía varios años con Gualberto Montesinos, un osornino al que conoció en sus últimos años de colegio. "Yo hice mis últimos años de humanidades en el Liceo de Hombres, porque no había donde más hacerlo. Lo conocí ahí, pero no fuimos ni amigos. Años después nos pusimos a pololear y nos casamos", rememora.

Gualberto comenzó a trabajar con su suegro y ayudó a hacer prosperar a la familia. Además del comercio y la agricultura, su otra gran pasión fue volar. Llegó a tener una avioneta particular, en la que justamente sufrió el accidente que le costó la vida. Se estrelló en el lago Panguipulli en 1967. Teresa nunca se volvió a casar.

Dedicó sus energías a colaborar con diversas instituciones de caridad, en especial con el Hogar de Ancianos Santa María. Recuerda con mucho cariño que una vez que sufrió un desmayo fue atendida por una mujer que la conocía.

"Me dijo que cómo se iba a olvidar de la persona que le iba a dejar leche a sus niños. Eso me emocionó profundamente", dice.

Completamente activa, doña Teresa Iroumé usa incluso WhatsApp e internet y se acuerda de los cumpleaños de su numerosa familia, conformada por 5 hijos, 27 nietos y 48 bisnietos. "¡Yo lo que quiero ahora es tener tataranietos!", exclama entre risas.

Su vitalidad y decisión le han permitido seguir siendo autosuficiente. Hace tres años empezó a perder movilidad en las extremidades debido a una vértebra que le apretaba la médula espinal. En Santiago determinaron que la única solución era una operación que ningún médico se atrevía a hacer.

"Había más posibilidades de que muriese en el pabellón, a que saliese caminando", recuerda Alejandro. Sin embargo, doña Teresa se plantó firme y le dijo al médico que prefería morir antes que quedar postrada. "Esa vez nos despedimos todos de ella", cuenta el hijo, a lo que ella responde que "sí, fue hermoso, algo muy emocionante".

Hoy utiliza un burrito de apoyo, pero por sus vértigos, ya que recuperó la movilidad en piernas y manos.

Teresa Iroumé celebró su centenario con su familia inmediata y amigos íntimos: alrededor de 250 personas que se congregaron para conmemorar la vida de una mujer que es parte de la historia viva de nuestra ciudad y provincia.

"Yo quería ser profesora de Castellano, pero no me dejaron salir de Osorno. Me gustaba mucho leer y escribir"."

Nombre: Teresa Iroumé Carrere

Fecha de nacimiento: 1 de marzo de 1918

Familia: 7 hijos (dos de ellos fallecidos), 3 hermanas vivas, 27 nietos y 48 bisnietos.

"¡Lo que quiero ahora es

tener tataranietos!"

Teresa Iroumé Carrere cumplió 100 años el pasado jueves, rodeada de familiares y amigos. Una de las protagonistas

del auge comercial de Trumao y entusiasta benefactora, recibió a El Austral en su departamento a horas de su centenario.

Cuando ella nació, el mundo aún estaba envuelto en la tragedia de la Primera Guerra Mundial, Lenin recién había llevado a los bolcheviques al poder en Rusia y en Chile gobernaba Juan Luis Sanfuentes. No había televisión, la radio recién estaba en fase experimental y el teléfono era un lujo.

1918

nació Teresa Iroumé Carrere. En esa época todavía no finalizaba la Primera Guerra Mundial y en Chile no había ni radio ni TV. El Presidente era Juan Luis Sanfuentes.

verónica piticar

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