Política y moral
Es decidor lo que ocurre actualmente en nuestra sociedad, específicamente lo que sucede en la política norteaméricana, particularmente con su Presidente Donald Trump, que será investigado por el Congreso de ese país por acusaciones de un grupo de mujeres, que según ellas, fueron víctimas de abusos sexuales por el actual mandatario. Igualmente congresistas republicanos que iban a la reelección, perdieron sus escaños precisamente por ese tipo de acusaciones. Hay que recordar que en la candidatura de Trump participaron entusiastas grupos religiosos y políticos conservadores, en el marco de sus concepciones valóricas.
Aquí en Chile no hace poco, recorrió en todo el país un bus bautizado "Bus de la Libertad", donde se pretendía difundir los valores de la familia. Sin embargo, la hija de quien organizaba la venida del polémico transporte cambiaría de sexo. Independiente de la opinión que tenga cada cual ante este hecho, lo cierto es que esta madre quería enseñar a los demás, sin enfrentar su propia realidad familiar.
Pero, ¿a qué voy con estos ejemplos?, en lo personal nunca me he tragados de estos paladines de la moral y las buenas costumbres, ya que por lo general son personas que tienen una doble vida, una que más temprano que tarde, sale a la luz. Pues en su vida privada hacen una cosa y en lo público otra.
Ejemplos hay muchos, donde pastores, líderes religiosos, sacerdotes y políticos que se declaran conservadores en lo valóricos, han tenido que enfrentar ante la opinión pública sus propias miserias humanas, cuando son descubiertos, trayendo consigo el desprestigio a sus instituciones a las que pertenecen y el desencanto de sus seguidores y adherentes.
Pero lo que impacta es el doble estándar de todos aquellos que se oponen a todo lo que se refiere libertades fundamentales que debe tener un país para con sus conciudadanos, sin excepción, en igualdad de condiciones en el acceso de las leyes. Porque a la larga, la realidad de los hechos es más fuerte que nuestros propios deseos y convicciones políticas y religiosas.
En mi opinión, independiente de mis convicciones políticas y religiosas, en una sociedad donde no todos somos iguales como seres humanos, pero sí con los mismos derechos y deberes, creo que las leyes que se dan en un país democrático son para todos, pues para mí sería aberrante y fuera de lógica imponer a los demás mis propias convicciones religiosas y políticas, ante una ciudadanía empoderada e informada, más aún cuando esos mismos que predican la moral y las buenas costumbres, lo hacen sabiendo de sus propias debilidades. No practican lo que predican; en otras palabras, como lo he dicho más de alguna vez, imponen cargas sobre los hombros a los demás sin ser capaces de sobrellevar las suyas.
Carlos Angulo Benavides
A barrer
Por finalizar ya esta administración "bis" de la señora Michelle Bachelet, tanto su área presidencial, como su cartera ministerial no sólo deben quedar en orden con meridiana claridad y "respaldos" para el correspondiente traspaso, sino también sus cuentas presupuestarias: tanto les fue asignado para este año y tanto se ha gastado. Nada o poquísimo se sabrá sobre el destino o uso de los gastos reservados, en su cien por ciento.
En el Congreso serán los parlamentarios que dejan sus cargos, si bien con contadas excepciones, quienes se encargarán de "barrer carbonera" en las asignaciones "para mejor legislar", especialmente en aquella para contratar asesorías externas.
Jorge Saavedra Moena
Nuevo pdte. de Corte Suprema
Por mayoría absoluta, la Corte Suprema eligió al ministro Haroldo Brito, como su nuevo presidente, hecho que ratifica la enorme superioridad de progresistas o garantistas. Un juez garantista, conforme al origen filosófico de este calificativo (Luigi Ferrajoli, 1989), es aquel juez cuyos fallos no están sesgados por razones de interés personal, ideológico y de todo poder político, público o privado. En concreto, respeta las garantías constitucionales y legales de todos los individuos.
Debido a los fallos, comentarios, opiniones y conductas de la gran mayoría de nuestros jueces supremos, como Haroldo Brito, sospecho que adolece de ser verdaderamente garantistas, fundamentalmente por haber sido elegidos a gusto e interés del poder político, generalmente en manos de la Concertación y la Nueva Mayoría, inclinadas estas a favorecer a jueces de mentalidad progresista o izquierdista. Por lo que me atrevería a asegurar, que el principio en que se basa el garantismo judicial, estará ausente en la nueva presidencia de la Corte Suprema.
Por lo anterior, presumo que la elección de Haroldo Brito como el nuevo presidente de la Corte Suprema, debe haber causado una gran alegría, principalmente en el Partido Comunista y sus cautivas organizaciones de Derechos Humanos y al mismo tiempo, gran pesar y desesperanza a los agricultores de la Araucanía y a los militares o policías injustamente procesados, por causas de los Derechos Humanos.
Jaime Ojeda Torrent