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María Isabel Triviño

La solidaridad ha sido el hilo conductor a lo largo de los 68 años del dirigente social osornino, Daniel Sánchez, protagonista de la autoconstrucción de la población San Maximiliano Kolbe, cuyas primeras casas fueran inauguradas con una fiesta monumental en 1988.

Transcurridos casi 30 años, mucho ha pasado desde las primeras reuniones lideradas por los padres Pedro Kliegel y Vicente Gottschalk.

Sánchez relata que un día, mientras vendía fruta en una camioneta, un cliente le contó que en la parroquia Sagrado Corazón, en calle Amador Barrientos, estaban inscribiendo gente para la autoconstrucción de la Maximiliano Kolbe.

Pese a no conocer el proyecto, se fue a inscribir y se amanecieron esperando.

Cuando la asistente social Silvia Álvarez los visitó, Sánchez le manifestó que dudaba de tener posibilidades porque era comunista y aún se sentía perseguido. "Ella me respondió que no habría ningún tipo de discriminación, y fue así. Además, le caló tan profundo, que fue lo primero que le comentó al padre Pedro", comenta el adulto mayor.

Explica que fue este sacerdote quien detectó la falta de acceso a la vivienda, cuando las soluciones habitacionales de la época eran casetas sanitarias de sólo 9 metros cuadrados, para baño y cocina, y la gente debía construir con lo que pudiera.

Trabajo

Recuerda que el proyecto era de huertos familiares y, por eso, eran sitios de unos 350 mts2 y casas de 69 mts2.

Dice que quedaron 400 familias viviendo, pero pasaron entre 1.600 y 1.800, pues muchos se fueron aburriendo y abandonaron este proyecto que fue de largo aliento.

"Tras mucho trabajo todos los sábados, de 14 a 21 horas, tardamos años en habitar las viviendas, porque el proceso contemplaba que construyéramos con nuestras propias manos el alcantarillado y las mujeres desmalezaban", detalla.

Luego las cuadrillas de trabajadores con mayores conocimientos en carpintería, albañilería, mueblistas o electricistas, se distribuyeron en la construcción de las casas.

Relata que la idea era formar una comunidad y construir en base a un reglamento que consideraba un pago diferenciado, según los sueldos. Y mientras mayores fueran los problemas sociales de la familia, antes recibiría su casa.

Sánchez ingresó en diciembre de 1978 y al mes siguiente ya formaba parte de la directiva. "El primer día que fui a trabajar el padre Kliegel me eligió para ser dirigente. Luego me nombraron presidente de mi grupo de 100 personas. Éramos cinco los encargados de planificar las labores", señala.

Primero se entregaron pocas casas con techo, piso y tinglado sin vidrios, ni forro ni puertas, ya que eso lo debían aportar los vecinos.

Y para financiar estas obras, las mujeres hicieron unos 20 mil litros de muday y unas 15 mil docenas de empanadas, en los 8 ó 9 años que duró el proceso. El resto del aporte vino por el lado de la Iglesia alemana, además del porcentaje de sueldo que pusieron los vecinos y bingos gigantes que realizamos para este fin.

"El éxito (de la labor del dirigente) depende del apoyo de mucha gente anónima", remarca Sánchez.

Infancia

La vida no fue fácil para Daniel, el quinto de 14 hermanos. Carencias materiales tuvo en su infancia... y muchas, rememora. Pero lo que su familia le faltaba en dinero le sobraba en solidaridad; un valor que su padre les enseñó a practicar desde siempre.

"Vivíamos en un conventillo en calle Antofagasta con Valparaíso de Rahue Bajo. Dormíamos de a 3 o 4 en camitas de paja y en Rahue no había alcantarillado ni pavimento", cuenta con voz entrecortada.

Esos años, en los que su papá los obligaba a compartir lo que tuvieran con otros niños, marcó su deseo de ayudar a los más necesitados.

Luego vino el terremoto de 1960. "Fue terrible, tenía 11 años y quedé traumatizado. Había incendios por todos lados y en Rahue se abrió la tierra", indica.

El día que cumplió 15 años, recibió una gran sorpresa: se mudaron a una casa en la población García Hurtado de Mendoza en Rahue Alto.

Fue esa misma solidaridad la que, tras años de labor como comerciante ambulante, impulsó a su padre y a su familia a participar en la fundación de la Feria Libre de Rahue.

Familia

Llegó hasta el norte a los 16 años y sólo con segundo medio cursado. A esa edad se fue del hogar en busca de oportunidades y recaló en Coquimbo, donde trabajó como comerciante ambulante.

Militante del Partido Comunista, empezó a asumir responsabilidades en organizaciones como la CUT juvenil, el PC o como dirigente campesino.

Sin duda uno de los pilares de la labor desarrollada durante su trayectoria como dirigente social, ha sido su esposa Adriana Silva, con quien lleva casi 44 años de matrimonio.

"Nos casamos en la cárcel de La Serena en enero de 1974. Luego del Golpe me condenaron a 10 años por Infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado, pero cumplí dos. Y cuando salí, ella me estaba esperando y siempre ha estado conmigo", reconoce.

Con la mirada perdida, Sánchez evalúa que las penas y torturas que recibió no fueron nada en comparación con lo que sufrieron conocidos y amigos, algunos de los cuales desaparecieron o murieron.

"Me salvé de la Caravana de la Muerte. Iba en el grupo saliendo de la cárcel de La Serena y me paré a convidarle cigarros a un amigo. El pelotón siguió y fueron llevados a un lugar donde los fusilaron", rememora emocionado.

Fue por eso que poco después de salir de la cárcel, en 1976 se volvieron a Osorno y arrendaron en el mismo conventillo donde había vivido cuando niño.

"No teníamos nada y de a poco fuimos surgiendo con mi trabajo de comerciante ambulante, con mucho esfuerzo. Hay que ser ordenado y metódico", destaca el dirigente que enfatiza que "mis hijos no pasaron lo que yo pasé. Ese era mi objetivo", subraya.

Nombre: Daniel Sánchez Robles.

Fecha de nacimiento: 21-julio-1949.

Ocupación: comerciante y dirigente social.

Familia: casado con Adriana Silva, 2 hijos (Herta de 39 y Daniel de 35).

Cargo: fue presidente de la junta de vecinos de la Kolbe y de la Unión Comunal.

"El éxito depende del apoyo de mucha gente anónima"

Daniel Sánchez, señero dirigente social de la población San Maximiliano Kolbe, relata los pormenores de este proyecto de autoconstrucción liderado por el padre Pedro Kliegel, pero también habla de su infancia y los duros años en la dictadura.

d.r.

diego rosas