Ya pasada la jornada electoral del domingo, hemos visto diversos análisis de muchas personas ligadas a los sectores que estuvieron en contienda, frente a las cuales el país se pronunció con claridad. Como siempre, no sólo el ganador se siente triunfador, sino que el perdedor busca de una u otra manera sentirse menos derrotado. Pero ¿qué es lo relevante de este proceso? A mi entender es que el mayor porcentaje de los que voluntariamente han querido expresarse, han determinado un estilo de gobierno que, en nuestro caso, va en una senda distinta del que nos había gobernado hasta ahora. La rapidez en la entrega de los resultados ayudó a que los mercados comenzaran a dar señales de optimismo también en forma rápida, el dólar registró una baja importante y como consecuencia, el lunes siguiente a las elecciones la Bolsa de Santiago registró la mayor alza de los últimos nueve años, marcando de esa manera un récord histórico.
Algunos a este escenario le llaman optimismo, pero más que eso, es confianza, menos incertidumbre. La mayoría de los chilenos confía que las condiciones económicas pueden mejorar y así el país retome indicadores de crecimiento que le permitan situarse en el nivel de naciones que se destacan en el concierto internacional por sus políticas serias en términos económicos, en otras palabras, mayor inversión nacional y extranjera con todos los beneficios que ello significa.
Pero el crecimiento no es posible si no se tiene en cuenta que la mano social no debe descuidarse, que las empresas de todo tamaño -grandes, medianas y pequeñas- busquen siempre su desarrollo de la mano del bienestar de sus trabajadores; que el Estado, por su parte, no ahogue con la introducción de presiones y controles innecesarios a las pequeñas y medianas empresas, sin que ello signifique descuidar la búsqueda de condiciones necesarias para que los ambientes laborales se desarrollen armónicamente y las relaciones en las empresas se robustezcan.
¿Cómo alcanzar esto?, con reglas claras que permanezcan en el tiempo, con mensajes que proyecten un apoyo al emprendimiento, provocando de esa manera una mayor oferta de trabajo y, por lo tanto, un mayor bienestar social. Así se construye y facilita la movilidad social, con más oportunidades, con más libertades para emprender y desarrollar nuevos proyectos. Siempre los cambios de gobierno, independiente de la elección que se haga, es un desafío y lo que viene sin duda será también saber responder al contundente mensaje que las urnas dieron al país.
Sergio Hermosilla Pérez