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"Escribir una novela es como deslizarte en una vida paralela"

La autora española Almudena Grandes presentó en Chile "Los pacientes del doctor García", su último libro.
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Fue a partir de su novela de 2007, "El corazón helado", que Almudena Grandes descubrió el gran filón narrativo que es la memoria de la historia. Allí también descubrió que no sabía tanto como imaginaba sobre la historia española y se dio cuenta además de que "los españoles vivimos arriba de una mina de oro, llena de héroes y villanos, una veta maravillosa de aventuras de las que no estamos conscientes" y de las que se ha hecho cargo en toda en una saga llamada Episodios de una Guerra Interminable y que en su nombre y espíritu tributa a Benito Pérez Galdós (1843-1920) y sus "Episodios nacionales".

El libro "Los pacientes del doctor García" (Editorial Tusquets) es la cuarta entrega de la saga y lo presentó en Chile con motivo de la Filsa. En él, sigue los pasos del protagonista, Guillermo García, un testigo de la Guerra Civil Española que se sumerge junto a Manuel Arroyo, su amigo diplomático republicano, en una trama de espionaje que busca desmontar la red española que armó Clara Stauffer, una alemana española que escondió a cerca de 800 nazis al término de la Segunda Guerra Mundial.

Sobre sus descubrimientos de hace diez años acerca de la historia, la autora hace un recuento de lo que vino después: "Pensé que me iba a leer un par de libros para refrescarme la memoria y lo que en realidad me fascinó fue descubrir que no sabía nada y lo que sabía eran cuatro lugares comunes, sumamente inexactos. A partir de ahí me enganché a la historia contemporánea de mi país, y digo me enganché porque el proceso fue parecido al de los niños que se enganchan con los videojuegos. Cada libro que me leía me obligaba a leerme otros cuatro y cada uno de esos cuatro, cuatro más y así".

-¿Cómo le enseñaron la historia en el colegio?

-Yo fui al colegio en la época de la dictadura de Franco, recibí una educación de posguerra y de la Guerra Civil se hablaba poco, y si se hacía era para ensalzarla como una cruzada de Dios contra los enemigos de la religión que se comían a los niños crudos, poco más o menos.

-Y hoy día, ¿cómo se enseña la historia en España?

-Mal, porque España ha tenido un proceso un poco extraño en comparación con otros países. Cuando acabó la dictadura, la democracia no arrancó con una declaración de ruptura con ella, en España no hay ninguna política pública de memoria, no. Más bien la consigna que se dio fue "conviene olvidar para progresar", se incentivó mucho el olvido desde el poder y hasta en la educación de los niños. Ahora se transmite una versión muy breve y esquemática de la historia que no es exacta, los mitos del franquismo se han perpetuado.

-¿Cuál es su relación con los historiadores españoles?

-Soy historiadora de formación y cuando estaba en la universidad, poquísimos se ocupaban de la historia contemporánea. Era una época que daba mucho miedo, se escribía sobre otros temas, los Felipes y tal, y la historia contemporánea era una especie de coto para extranjeros. Los historiadores de mi edad, y un poco mayores que yo, son los que cogieron el toro por los cuernos y creo que serán los que conseguirán que se cambien los libros de texto.

-¿A qué historiadores rescata?

-Ahora mismo en España es fundamental Ángel Viñas. Entre los más jóvenes destacaría a Julián Casanova, Enrique Moradiellos y al catalán Josep Fontana.

-Cuénteme de los nexos que ve con la historia reciente de Sudamérica.

-El argumento de esta novela desemboca en Sudamérica de manera natural, porque la red Stauffer no podría haber trabajado sin la complicidad de Perón, sin la hospitalidad que derrochó sobre los nazis que traía Clarita. La dictadura franquista fue un modelo para muchas de las dictaduras de Sudamérica, desde luego para la de Pinochet, también para la de Bordaberry en Uruguay, que se definía a sí mismo como un "carlista español".

Argumentos parciales

Con decenas de personajes desfilando por sus páginas, el entramado de las novelas de Almudena Grandes requiere orden y coherencia para no romper lo verosímil. La primera forma que toma el relato es como notas en un cuaderno. "Primero escribo el argumento, luego construyo los personajes, luego desarrollo argumentos parciales", cuenta ella.

"A los personajes los trabajo por separado, porque son muy importantes y procuro saber mucho más rasgos de ellos de lo que voy a usar. Son uno de los elementos más tempranos de la escritura, porque después de explorar la anécdota argumental lo que hago es crear a los personajes. Escribir una novela es como deslizarte en una vida paralela, sin renunciar a tu propia vida, vivir otra vida. Hay una cosa además que me parece muy curiosa y es que cuando termino una novela, tengo la sensación de que yo sigo necesitando a mis personajes y ellos no me necesitan. Ahí hay un momento como de desvalimiento del autor que a mí me pasa siempre", explica.

-Como en muchas novelas suyas, Madrid es muy importante en su último libro.

-Madrid es mi ciudad biográfica y literaria, es donde nací y donde he vivido siempre. Además, tengo la suerte de que me gusta Madrid, porque nacer en un lugar no te hace necesariamente estar a gusto allí. Las ciudades tienen su carácter y yo tengo la suerte de que el carácter de Madrid y el mío son muy compatibles. Pero además Madrid fue la capital de la clandestinidad, Jesús Monzón dirigía el PC desde Madrid, la UNE se fundó en Madrid, le rebelión de los jóvenes fue en 1946 en Madrid. También me empuja la historia a la elección de la ciudad, lo que es una suerte, porque escribo de lo que conozco.

-¿Sus padres recordaban la Guerra Civil?

-Eran muy pequeños, nacieron durante la guerra. La memoria de mi familia estaba sobre todo en tres tías abuelas, hermanas de mi abuelo paterno con las que pasaba todos los veranos en la sierra, cerca de Madrid. Eran un poco como la autoridad de la familia, las que me enseñaron a hacer el pan, y cuando era pequeña ellas hablaban de la guerra, que la habían pasado en la calle Velarde de Madrid, en el mismo barrio donde viví yo y sigo viviendo ahora, y siempre hablaban del hambre que habían pasado, las recetas que armaban. Una vez una tía recibió de un soldado que la pretendía un salchichón que pusieron en lo alto de la despensa para adorarlo unos días antes de comerlo. Contaban historias muy bonitas de eso. También se enorgullecían mucho de que en su calle no mataron a nadie, los republicanos cuidaron de los vecinos de derecha y luego viceversa.

Próximos volúmenes

El quinto tomo de la saga, que saldrá en 2019, se llama "La madre de Frankenstein" y se enfoca en la historia de Aurora Rodríguez Carballeira, una peculiar española que vivió entre 1879 y 1955. "Se hizo muy famosa, porque mató a su hija. Era una intelectual brillante y que llamó la atención en los años 20 y fines de la República, porque crió sola a su hija, una niña muy precoz que acabó Derecho con 14 años. Era una de las figuras rutilantes del socialismo y del feminismo español. Su madre la mató porque se enamoró de un hombre y ella quería que siguiera adelante siendo la nueva Eva", relata Almudena Grandes.

A la madre le hicieron un juicio y la encerraron en un manicomio en Ciempozuelos. En 1937 los franquistas abrieron las puertas y todos escaparon, menos dos personas y Aurora, a quienes muchos dieron por muerta. En los años setenta nombraron director a un siquiatra llamado Guillermo Rendueles, quien al tomar posesión de su despacho, encontró archivos que demostraban que ella había vivido allí hasta 1956 y tenía un expediente enorme y fascinante de sus ideas sobre medicina, sexualidad y feminismo.

Cataluña

Aunque no toma partido, Almudena Grandes ha seguido de cerca el proceso catalán. "No me da la gana elegir entre lo peor y lo peor. (Mariano) Rajoy me parece de lo peor y (Carles) Puigdemont, también. Son dos gobiernos muy parecidos, autoritarios con la oposición, los dos de derechas y han recortado salvajemente, complicando mucho el nivel de vida de la gente, nefastos para los ciudadanos y, sobre todo, han hecho lo que han hecho para encubrir su propia corrupción", opina y agrega: "Los independentistas siempre han fantaseado con que Rajoy va a mandar los tanques y lo que les ha mandado al final son las elecciones". La última tragedia que falta por vivir, cree la novelista, es cómo se gestionará la frustración de la ciudadanía.


Madrid, 19 de noviembre de 1936

La verdadera matanza empezó el día 16. En la Puerta del Sol, una bomba alemana de 500 kilos abrió un agujero que dejó a la vista los raíles del metro sembrados de cadáveres. Desde entonces y hasta que mi jefe me mandó a casa a dormir, los bombarderos no habían cesado, ni de día ni de noche.

-No quiero verte por aquí hasta las ocho y media -cuando estaba a punto de replicar, levantó la mano en el aire-. Vete a tu casa y métete en la cama. Es una orden.

A las dos de la mañana del 19 de noviembre de 1936, llevaba casi cuarenta y dos horas encerrado en el hospital de San Carlos. Había dormido un rato en un catre de la sala de guardias y había bebido litros de café. Lo demás había sido el infierno.

Cuando me quité la bata húmeda y sucia, empapada de manchas de sangre de muchas personas distintas, había perdido ya todas las cuentas. No habría sabido calcular cuántos miembros había amputado, cuántas heridas había cosido, cuántas veces me había visto obligado a decidir entre dos cuerpos destrozados para regalarle a uno -vamos, que yo creo que a esta la sacamos adelante- la vida, para darle a otro- a este lo dejamos, que no hay nada que hacer- la muerte. Al final, ya ni siquiera me acordaba de bajar el volumen de mi voz antes de emitir el veredicto.

Estaba tan cansado que no llegaba a percibir mi propio agotamiento, pero no tenía sueño. Me sentía misteriosamente despierto, como si me hubieran brotado un par de sentidos de más, capaces de suplantar a mis antiguos nervios para sumergirme en una vigilia insana y amarilla. Mis ojos percibían un resplandor apagado, imposible, nimbando los contornos de todas las cosas, mis oídos distinguían un eco en cada sonido, mis pies avanzaban sobre el suelo como si flotaran, como si nadaran en un estanque turbio, entre vapores de agua caliente. Todo era lento y frenético a la vez mientras seguían llegando cuerpos, y más cuerpos, y otros cuerpos destrozados, sus dueños a veces conscientes, otras no, y casi todos lloraban en silencio, con los ojos muy abiertos. Esos eran los peores, porque presentían que iban a morir, y eran pocos pero eran muchos, eran tantos para ser tan pocos, nosotros tan inútiles para salvarlos, que a veces se me olvidaba todo, quién era yo, qué hacía allí, qué nos estaba pasando. Hasta que veía una posibilidad, un cuerpo casi entero, un corte limpio, un rosario de heridas de metralla, aparatosas pero superficiales, y entonces, en un instante, me acordaba de todo, vamos, deprisa, que con este podemos…

-Te lo digo en serio, Guillermo, así no me sirves para nada. Lo único que nos falta es que te desplomes y te abras la crisma. Házme caso, por favor.

El último de aquella noche era un niño grande, un muchacho de trece o catorce años que había llegado sin pies, la pierna derecha reventada justo debajo de la rodilla, la izquierda hacia la mitad del muslo.

"los pacientes del doctor garcía", de almudena grandes, es la cuarta parte de una saga que tendrá su quinta entrega en 2019.


Vivallo: "Trabajo hace años en una oficina"

Paradójicamente, el responsable de uno de los libros más interesantes y refrescantes de la literatura chilena actual, "Cuaderno de Guayaquil"(Saposcat), no se dedica exclusivamente a ser escritor. "Trabajo desde hace años en una oficina haciendo pegas administrativas, básicamente porque dejé la universidad (estudió literatura en la Universidad Católica) y no me titulé", cuenta el ganador del Concurso de Cuentos Paula 2016, editor de Libros Tadeys y flamante autor de la editorial Saposcat.

"Todo lo que escribo es cierto, pero ¿qué importa?", anotó en su "Cuaderno de Guayaquil", recientemente lanzado. La cita pertenece al artista, fotógrafo y escritor francés Eduard Levé, quien se quitó la vida tres días después de entregarle a su editor la novela "Suicidio". Es una coherente introducción para un diario de vida brutalmente confesional que habla de hastío, borracheras destructivas, sexo mecánico, adicciones, visitas médicas y un desencanto de lo cotidiano que sofoca.

En la contratapa, Alberto Fuguet revela sus impresiones tras la experiencia: "Después del morbo y la culpa, uno queda con la sensación de espanto mezclada con empatía por este hombre que a veces no es más que un simulacro y que no romantiza el estar caído, encerrado, a la deriva".

Luego se pregunta si el contenido será o no autobiográfico: "Vivallo ha escrito un texto definitivo. Crucemos los dedos que todo es invento".

Vivallo (33) no se hace cargo de estos misterios, sino que fluye libremente a través de un formato en el que la crónica de "vivencias" convive con reflexiones y citas. Como correlato visual, "Cuaderno de Guayaquil" contiene collages hechos por él mismo. Es una intrigante galería de revistas recortadas, cuerpos desnudos, abstracciones e imágenes mutiladas.

"En un principio yo no estaba muy convencido de incluir mis trabajos visuales, pero finalmente me di cuenta de que había una correlación evidente entre ambas formas, porque el texto fue armado de un modo muy similar al de un collage: fue un trabajo de montaje, de ir ensamblando un fragmento con otro sin tener un esquema premeditado, improvisando un poco, dejándome guiar más por una idea del ritmo que del sentido final del texto", cuenta el autor.

Ricardo Vivallo describe su obra: "La imagen que da forma y sentido a todo el libro es simple: un hombre escribe, o intenta escribir, en un cuaderno algunos episodios de su vida como una forma de inventariarse a sí mismo, y en ese proceso va construyendo casi de manera involuntaria un relato -fragmentario, inacabado- que no es más que una suma de los pedazos -o los escombros- de su experiencia. Y dentro de esa experiencia está, por supuesto, su relación con Santiago, que es el escenario en el que se despliega la vida de la que el sujeto no logra o no quiere sentirse parte".

-¿El diario te abrió las puertas a una libertad poética que no habrías conseguido en una novela formal?

-El diario es un género que me gusta mucho. Literariamente es un espacio anárquico donde todo está permitido, y eso a mí, como escritor, me resulta sumamente estimulante. Además, me gusta el vínculo entre escritura y vida que se da en un diario; ese cruce, esa fusión de ambas dimensiones, es algo que me atrae profundamente. Una escritura que de despliega a la par de la vida, gratuitamente. Eso me interesa más que escribir cuentos o novelas tradicionales. No me sale, me aburro rápido, me agoto. Como dijo Piglia alguna vez: uno termina convirtiendo sus propios defectos y manías en mecanismos de escritura.


La debilidad de Nona Fernández

"La dimensión desconocida" (2016, Random House) ocurre en los años más difíciles y violentos del Chile reciente, cuando un hombre llega a las oficinas de una revista a contar su verdad: es un agente de la policía secreta y está dispuesto destapar sus horrores frente a una periodista.

"A medio camino entre el periodismo, la literatura y el diario personal", esta obra, "consigue mostrar las emociones de toda una nación con respecto a un pasado negro y acaso vergonzoso", resumió el jurado que entregó el resultado del Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz, en la Feria del Libro de Guadalajara. Nona Fernández recibirá personalmente el reconocimiento el próximo miércoles 29 de noviembre en México.

El premio también lo había conseguido recientemente otra chilena: Lina Meruane, por "Sangre en el ojo" en 2012, y fue una idea de la escritora nicaragüense Milagros Palma para reconocer el trabajo literario de las mujeres que escriben en español. Han sido premiadas Almudena Grandes y Laura Restrepo, entre otras escritoras desde 1993.

Nona Fernández lleva la literatura en las venas. Cuando escribe dice que a sus personajes los vive, los actúa, los interpreta. Suyas son las novelas "Space Invaders" (2013), "Chilean Electric" (2015) y "La dimensión desconocida". También actúa y escribe teatro: "El Taller" y "Liceo de Niñas" fueron estrenadas por su compañía, La Pieza Oscura. Sus libros han sido traducidos al alemán, al francés y al italiano. El año 2011 fue elegida por la Feria del Libro de Guadalajara como "uno de los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana".

-¿Cómo agarra vuelo una idea rara o "fantástica" en tu cabeza?

-Sólo aparecen. No piden permiso, se imponen por knock out.

-¿Con qué literatura te nutriste desde niña?

-Mi debilidad siempre fueron las historias de ánimas. "El fantasma de Canterville", "Cumbres borrascosas", "Otra vuelta de tuerca", "La amortajada", "Canción de Navidad" o "Las crónicas marcianas", donde los marcianos no eran otra cosa que una sombra fantasmagórica, un reflejo.

-¿Qué suena en tu escritorio mientras tecleas en el computador, ahora?

-Sólo la bulla de mi cabeza, que ya es bastante.

-¿Dónde y cómo se te ocurren las mejores ideas para escribir?

-No hay lógica, ni lugar para convocar una idea. Sólo aparecen, ya lo dije, no piden permiso. Explotan en la cara cuando uno menos lo espera.

-¿Cuánto influye la realidad en tus historias? ¿El diario, la tele, la historia?

-En un ciento por ciento. No me interesa la creación que no dialoga con la realidad.

-¿Cómo el teatro se cuela en tus libros?

-Soy actriz y creo que ese lugar se hace fundamental para mí en el momento de escribir. Encarno y vivencio cada experiencia literaria, la paso por el cuerpo, de la misma manera que trabajo en el escenario. Juego el juego de los roles, trabajo con el sí mágico, soy cada uno de los personajes que escribo y vivo bajo sus pieles el tiempo que escribo sus historias.

-¿Qué lees?

-En este momento leo los cuentos de la Mónica Drouilly y la María José Navia, dos talentosas escritoras chilenas de la nueva generación.

-¿Qué cosa te hace muy feliz? ¿Y qué te pone mal?

-Escribir y actuar me hace feliz. La ignorancia, la insensibilidad, el egoísmo, la displicencia y la estupidez en la que está sumida la sociedad chilena me pone mal. Muy mal.

-¿Cómo es tu ritual de escritura?

-No hay rituales a ni ceremonias. Se escribe siempre robándole tiempo al tiempo, no hay minutos que perder en rituales de ningún tipo.

nona fernández recibirá el 29 de noviembre, en méxico, el premio sor juana inés de la cruz.


"Cuaderno


de Guayaquil"

Ricardo Vivallo

Editorial Saposcat 118 páginas

$10.000

el escritor ricardo vivallo es editor de Libros tadeys.

Por Amelia Carvallo

Adelanto del libro "Los Pacientes del doctor García" (Tusquets Editores), de la escritora española

Almudena Grandes. Páginas 27-28.

"Los españoles vivimos arriba de una mina de oro, llena de héroes y villanos, una veta maravillosa de aventuras de las que no estamos conscientes".

"No habría sabido calcular cuántos miembros había amputado, cuántas heridas había cosido, cuántas veces me había visto obligado a decidir entre

dos cuerpos destrozados".

Por Andrés Nazarala

Por Andrea Lagos

Dinko Eichin Frost