La fruticultura es para esta parte del territorio nacional una especie de tren que a medida que avanza, se le van sumando más carros que abren nuevas posibilidades, generando un círculo virtuoso de crecimiento que se traduce en más puestos de trabajo y oportunidades para prestadores de servicios, proveedores de insumos, etcétera.
El viaje de este tren comenzó con la fruticultura tradicional del sur, la que se reducía a quintas o jardines que eran utilizadas para consumo en fresco, mermeladas, conservas, jarabes y la rica chicha que más tarde se convierte en el vinagre de manzana. La fórmula permaneció inalterable por muchos años, con poco mejoramiento técnico y productivo.
A partir de los '80 se introdujeron nuevos frutales y variedades para la zona sur, pero con una mirada agroindustrial, dando paso a una producción profesionalizada de arándanos, frambuesas, cranberries, grosellas y algunas experiencias en manzano. Estos frutales se caracterizaron por ser plantados en grandes extensiones, cosechados manualmente con gran número de personas, uso de riego, control de heladas y la construcción de plantas de proceso. Hoy estos cultivos continúan pero con variaciones como nuevas variedades y cosecha mecanizada.
A contar del 2000 se registra una verdadera revolución frutícola, sustentada en la migración de inversionistas de la zona central del país, también extranjeros y en menor medida locales, los cuales buscan en este sector una alternativa más rentable que los rubros tradicionales.
El nuevo carro que se le suma a la fruticultura incluye a los cerezos, avellano europeo, frutillas, castaño marrón, maqui y en estudio vides viníferas y nogales. Esta innovación en la fruticultura ha traído nuevos cambios para el agro en la zona, entre ellos, un mayor análisis y profesionalismo, uso de técnicas de riego y acumulación de agua, control de plagas y enfermedades, técnicas para el control de malezas resistentes, traslado de empresas proveedoras de insumos del norte al sur, nuevas máquinas para el manejo y cosecha de los huertos y plantas de proceso para la fruta.
El futuro para la fruticultura es prometedor y este tren solo suma carros para su viaje. Subir o no, decisión no fácil, requiere de un mayor conocimiento y estudio, control de los costos y cadenas de comercialización transparentes. Lo claro es que en las décadas venideras veremos una fruticultura consolidada como uno de los grandes pilares del desarrollo.
Cristian Parra Hernández , ingeniero agrónomo y director de la Sago