La incertidumbre que hace ya tiempo viven nuestras actividades agrícolas afecta a todos los habitantes de la ciudad. De no existir una actividad rentable para la tierra, nuestro paisaje cambiaría por completo y con ello la ubicación de nuestras poblaciones, aumentando considerablemente los límites de nuestros centros urbanos.
La industria y el comercio de Osorno crecieron desde el campo. El boom inmobiliario y la modernidad que alcanzó Osorno en los últimos 25 años vino de agricultores que reinvirtieron sus utilidades en la Región y en nuestra ciudad. Por contraste, hoy los más importantes comercios e industrias son cadenas comerciales y de servicio nacionales o extranjeras.
El campo está viviendo días difíciles, sus productos tradicionales están compitiendo con los de otros mercados internacionales, las industrias locales y extranjeras prefieren importar sus materias primas desde países con los que Chile ha firmado pactos de comercios. A sabiendas que al agricultor cada año le cuesta más producir, las industrias se aprovechan de la coyuntura para ofrecer precios inviables por las cosechas, a veces por debajo de los costos. La tensión crece, porque el productor no tiene precio anticipado por sus productos, sino hasta pocos días antes de la cosecha.
Si tuviera que invertir su dinero o salir a trabajar cumpliendo su parte en la cadena productiva, pero no sabiendo cuánto le van a pagar por el producto de su esfuerzo, ¿lo haría? Nuestros agricultores lo siguen haciendo, porque su actividad no es un negocio puro, es mucho más que eso.
Las industrias procesadoras de alimentos podrían asegurar sus materias primas, contratándolas con el productor antes que éste siembre. Con ello se acabaría la incertidumbre del precio y bastaría con cumplir un contrato por un lado como productor y por el otro como comprador. Es imperativo saber de antemano el precio de lo que voy a sembrar o producir. Mientras esta variable esté en manos del único comprador, no hay agricultura, lo que queda es una explotación irracional de la más bella y noble de las actividades a costa de un enriquecimiento no operacional y especulativo.
Cultivar el agua y la tierra para cosechar sanos alimentos no tiene fórmula matemática, no es posible evaluar con prudencia inversión y rentabilidad. Si agregamos el clima en constante cambio, es la agricultura una actividad casi imposible de garantizar con ganancias de corto plazo. Todos debemos tratar de hacer cambios que mejoren los resultados para que los agricultores se hagan fuertes y reinviertan sus ahorros en la ciudad.
Raúl Ilharreguy, arquitecto