A sólo unos kilómetros de la provincia de Osorno, en la ciudad de Puerto Varas, la comunidad se ha movilizado activamente luego de conocer la contaminación producida por las descargas ilegales de aguas servidas que se están vertiendo a las aguas del lago Llanquihue, un problema que era prácticamente desconocido y que se está tomando la agenda pública de una región que tiene en el turismo a uno de sus grandes puntales para el desarrollo. A nivel local, las dos comunas de condición lacustre, Puyehue y Puerto Octay, aunque en dimensiones menores, también viven bajo la sombra de potenciales episodios de contaminación en las aguas del lago Puyehue y Llanquihue, respectivamente, por los muy precarios sistemas de tratamiento de aguas servidas disponibles para las zonas urbanas.

El método utilizado en ambas comunas no lo opera alguna empresa sanitaria, sino que lo hace directamente un comité de agua potable rural, en Puyehue; y el municipio octayino, en el otro. Y mientras en el primero se habilitó un "saneador" que recibe las aguas servidas y que luego las descarga, se supone tratadas de forma natural, al río Pilmaiquén; en Puerto Octay hay una antigua planta, supervisada por la Autoridad Sanitaria y no por la Superintendencia de Servicios Sanitarios, que realiza sus descargas en el lago Llanquihue, a pocos metros de la zona poblada.

Llama poderosamente la atención que haya pasado tanto tiempo sin que los sucesivos gobiernos comunales de Puyehue y Puerto Octay hayan podido dar con una solución acorde a las cada vez mayores expectativas medioambientales en territorios que son esencialmente turísticos. El escándalo que se ha desatado en Puerto Varas demuestra la creciente preocupación ciudadana que hay respecto de estos temas y la necesidad de que las autoridades se hagan cargo con acciones y no discursos.

Si bien desde la Intendencia se ha anunciado un plan de inversiones para mejorar el agua y alcantarillado en Puyehue y Puerto Octay, parece ser evidente que se requiere avanzar hacia soluciones de mayor calado que garanticen efectivamente el cuidado de los ríos y lagos de la zona.

Pasaron las Fiestas Patrias, días de jolgorio y comidas a destajo. Sumemos: cada empanada, 550 Kcal; choripanes, 630 Kcal; carnes rojas, 348 Kcal; y terremotos; 303 Kcal. Y así podríamos seguir. En la medida que lo visibilizamos, nos sorprendemos del enorme aporte calórico consumido que nos hace subir un promedio de dos a cuatro kilos. Tanto las enfermedades metabólicas como cardiovasculares se asocian principalmente al sobreconsumo de alimentos y de bebidas azucaradas. En este sentido, la denominada obesidad abdominal es el foco de atención de la comunidad médica.

Estimado lector, lo invito a hacer un ejercicio bastante fácil que le puede ayudar: con una huincha mida la circunferencia de su cintura y tenga presente que 102 centímetros en hombres y 88 centímetros en mujeres son considerados valores de riesgo para padecer estas enfermedades. Si usted es de los que no puede dejar de celebrar con comida, una sugerencia, ordene sus comidas, coma cada tres horas, idealmente porciones o por cantidades y tenga presente que cada repetición de lo que ingerimos multiplica el conteo calórico. Recuerde siempre que la contraparte del consumo calórico es el gasto energético, representado por la actividad física, escriba esta fórmula donde la pueda ver, el balance energético es igual a ingesta versus gasto.

En este sentido, si vamos a ingerir alimentos que son ricos en grasas saturadas, entonces gastemos calorías también. Que estos días primaverales lo animen a realizar actividad física que puede ser accesible y de bajo costo, por ejemplo, caminar 30 minutos a una intensidad moderada a vigorosa nos permite gastar aproximadamente 250 a 300 Kcal; andar en bicicleta durante una hora, equivale a un gasto de 300 Kcal. Pero atención, es importante que evite la actividad física a la cual no esté habituado, ya que puede generar lesiones o generar accidentes vasculares si existen factores de riesgo que tal vez hasta desconozcamos.

No paguemos nuestros pecados culinarios realizando dietas extremas y mal programadas. El concepto clave acá es el equilibrio nutricional en el número de comidas diarias (cuatro a cinco), el ayuno entre comidas (tres horas idealmente), las porciones y la calidad de los alimentos que seleccionamos diariamente, sumado a la actividad física diaria de baja a moderada intensidad, o tres veces a la semana de moderada a alta intensidad como hábitos de vida, no como una medida temporal compensatoria a fechas festivas en que todo lo que ingerimos se multiplica por tres.

Guillermo Cortés Roco, académico de la Universidad Central