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Padre Walther: el sacerdote que siguió su vocación y le dio un giro a su vida

RELIGIÓN. Vendedor y ex árbitro, es el primer religioso diocesano en ser ordenado en siete años.
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María Isabel Triviño

Multifacético ha sido, por decir lo menos, el padre Walther González, quien el 29 de septiembre cumplió tres meses de sacerdote y es el más reciente que se ha ordenado desde el 2010.

La historia de quien desde hace dos semanas es vicario de la parroquia Jesús Obrero de Rahue Alto, de hoy 36 años, es bastante singular.

Osornino y el mayor de cuatro hermanos, el religioso estudió Ventas y Publicidad en el Liceo Comercial. "Desde la adolescencia siempre tuve una cierta inquietud y después, cuando hice una revisión de vida, vi pequeños signos de cómo Dios me llamaba. Estaba en la enseñanza media cuando tuve la primera llamada, pero hice una vida muy normal, me puse a pololear y hasta ahí quedó la idea de la vida sacerdotal", relata.

Luego trabajó en ventas en la empresa Comercial El Monte, hasta que el 5 de marzo de 2008, cuando tenía 27 años, se fue al Seminario Mayor San Fidel, en Licanco, comuna de Padre Las Casas. Estudió ocho años en el centro que hoy está ubicado en Villarrica.

Lado b

Pero antes de aquello, el padre Walther, como muchos lo conocen, ya tenía una vida absolutamente hecha, con casa y auto incluidos.

Como parte de su lado B, relata que es árbitro profesional de fútbol.

"Hicimos unos cursos como el año 2002, que fueron validados por el Instituto Nacional del Fútbol (INAF). De ahí surgimos varios y estuvimos en cadetes. En eso estuve hasta el 2007, cuando decidí irme al seminario para hacer un discernimiento vocacional más acabado", señala.

Y rememora que en los seis años que estuvo ligado a este deporte, arbitró partidos de Provincial Osorno con equipos grandes, como Colo Colo y la Universidad de Chile.

"Me acuerdo que estuve en el último partido del Parque Schott con pasto natural y en la inauguración de la cancha sintética, cuando jugó la Católica con la 'U'. Estuve en la terna referil, porque era asistente en esos años. Era muy cabro", reflexiona el religioso.

Entre risas comenta que "desde las graderías gritan de todo, pero me lo tomaba bien, porque el fútbol es el único deporte en el cual todo el mundo cree saber las reglas. Sin embargo, hasta los futbolistas profesionales a veces las desconocen", comenta.

Agradecido, subraya que "le debo mucho al arbitraje, que entrega muchos valores, como el orden, la disciplina, la honestidad y sinceridad, que uno también trae desde la casa, pero ahí se fortalecen".

Asimismo, es enfático al afirmar que "coloco las manos al fuego por los árbitros de Chile. En todos los años que estuve nunca vi nada extraño, ni tampoco me visitó el hombre del maletín", señala.

El actual encargado de la Pastoral Vocacional de la Diócesis de Osorno, señala que su familia se dedica al transporte y siempre estuvo ligada a los camiones.

"Son mi hobby y cuando tengo un rato libre, me voy a trabajar con mis hermanos, porque me encanta manejar".

Y de mecánica también sabe. "Hay que hacerle a todo. El cura diocesano tiene que saber de distintas cosas", concluye con una sonrisa.

Caminos

"Los caminos del Señor son muy inciertos", dice al ser consultado sobre su decisión de seguir su vocación sacerdotal.

Y relata que "es un proceso súper largo llegar al Seminario y ser sacerdote. Las cosas sobrenaturales no tienen una mayor explicación. Hay que llevarlo a la oración y dejarse acompañar por los sacerdotes", agrega.

En su caso fue muy importante el ex obispo de Osorno, René Rebolledo, a quien el entonces laico Walther González conoció en una procesión y luego lo acompañaba como chofer en su vehículo.

Cuenta que a su familia no le sorprendió su decisión. "Los papás siempre sospechan lo que pasa con los hijos. Además, siempre fui muy independiente y ya era adulto cuando hablé con mi mamá y le dije que al día siguiente me iba a Temuco al Seminario y que no sabía cuándo volvería. Ella deseó que me fuera bien", recuerda.

Y reconoce que la vida le cambió.

"He tenido que aprender a ser sacerdote, porque es una responsabilidad muy grande. Mucha gente te estima y reza por uno y nos debemos a eso. El sacerdocio es un servicio 24x7. De domingo a domingo, uno está en función de la comunidad y una de las cosas que más me ha impresionado, sin duda, son los sacramentos", indica.

Muy sereno, se toma su tiempo para invitar a los jóvenes que sientan "un llamado que venga de lo profundo del corazón".

Los insta a que "no le tengan miedo al Señor, porque nunca defrauda, a diferencia de los humanos que debido a nuestra debilidad, decepcionamos a otros. Y cuando el Señor llama, no suelta ni abandona y hay que rezar mucho para ir descubriendo su propia felicidad", sostiene.

"En la vida uno tiene que ser valiente y atreverse a tomar decisiones audaces", concluye el padre Walther .

"He tenido que aprender a ser sacerdote, porque es una responsabilidad muy grande. Mucha gente te estima y reza por uno y nos debemos a eso. El sacerdocio es un servicio 24x7". "Le debo mucho al arbitraje, que entrega muchos valores, como el orden, la disciplina, la honestidad y sinceridad, que uno también trae desde la casa, pero ahí se fortalecen"."