Nobel de Medicina recae en científicos que ajustaron reloj biológico
GENÉTICA. Los tres investigadores estadounidenses explicaron por qué los seres humanos tienen problemas con los ritmos de vigilia.
La Real Academia de las Ciencias de Suecia reveló ayer que los ganadores del Premio Nobel de Medicina son tres científicos estadounidenses que han dedicado su carrera a descubrir los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano, conocido popularmente como "reloj biológico".
Con el ritmo circadiano, las plantas, animales y seres humanos regulan el ritmo de sus procesos vitales como, por ejemplo, dormir o comer. El grupo de académicos descubrió la proteína que controla las adaptaciones de los organismos a las rotaciones de la Tierra.
La investigación desarrollada por Jeffrey C. Hall y Michael Rosbash, de la Universidad Brandeis, de Boston, junto a Michael W. Young, de la U. Rockefeller, de Nueva York, se aplica, por ejemplo, al jet lag (efectos de las direncias horarias) producido en las personas por los viajes transatlánticos. En el caso de las plantas, el ritmo circadiano organiza la fotosíntesis.
La regulación de los ritmos vitales de los seres vivos en relación al movimiento terrestre convirtió a la biología circadiana en un amplio campo de investigación enfocado en la salud y el bienestar.
Jet lag
Los académicos utilizaron moscas de la fruta para el análisis, ya que "aproximadamente el 61% de los genes de enfermedades humanas que se conocen, tienen una contrapartida identificable en el código genético de estos insectos y el 50% de las secuencias proteínicas de la mosca tiene análogos en los mamíferos", explicó la Nasa en su sitio web.
En 1984, Hall, Rosbash y Young aislaron el gen que controla el ritmo biológico diario y codifica una proteína que se acumula en las células de noche y se degrada de día, además de identificar otros componentes que afectan al "reloj autosuficiente interno", explicó la academia sueca.
El hallazgo de los científicos fue marcar este proceso diario y cómo los niveles de proteína varían a lo largo de las horas, en relación a la presencia de luz y temperatura.
A través de un ciclo de retroalimentación inhibidor esta proteína podía evitar su síntesis y regular sus propios niveles en un ritmo cíclico y continuo, bloqueando la actividad del gen, afirmaron Hall y Rosbash. En otras palabras, describieron el proceso biológico que origina el jet lag.
Detener los malestares tras un viaje que atraviesa los husos horarios fue el siguiente desafío para los investigadores, quienes en 1994 descubrieron un segundo gen que codifica otra proteína, la cual, unida a la anterior, es capaz de entrar en el núcleo de la célula y bloquear la actividad del primer gen, cerrando así el ciclo.
Tres siglos
La historia para explicar este proceso comenzó en el siglo XVIII, cuando el astrónomo francés Jean Jacques d'Ortous de Mairan estudió el comportamiento de la planta mimosa, también conocida como dormilona, cuyas hojas se abren en dirección al sol por el día y se cierran al atardecer, manteniendo una oscilación constante.
Otros investigadores confirmaron más tarde que ese "reloj biológico" se encuentra también en animales y humanos, momento en que se empezó a denominar esta adaptación como ritmo circadiano.
Estudios posteriores de los galardonados y otros científicos permitieron descubrir más componentes moleculares para explicar la estabilidad y las funciones del "reloj biológico".
Por ejemplo, en 2015, académicos de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, identificaron hasta ochenta genes diferentes que determinan si las personas son trasnochadoras o madrugadoras.
Las dificultad de esta diferencia biológica radica en que el ritmo de vida de las personas es determinado por su entorno, sin considerar a qué hora "despierta" su organismo, lo que genera un letargo constante.
Amistad y premios compartidos
Los tres acreedores del Nobel de Medicina están unidos por algo más que el "reloj biológico": nacieron en los años 40, son amigos, han pasado años trabajando en la Universidad Brandeis y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), además de recibir premios en conjunto, como el de Neurociencia de la Fundación Gruber (2009), el Louisa Gross Horwitz (2011), el Canada Gairdner (2012), el Massry (2012), el Shaw (2013) y el Wiley en Ciencias Biomédicas (2013).
comenzó el análisis que llevó a Hall, Rosbash y Young al máximo reconocimiento académico, con la codificación del ADN. 1984
se registró por primera vez el comportamiento de los seres vivos frente a estímulos como la luz natural y la temperatura. S. XVIII