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La asombrosa recuperación del joven que le ganó a compleja enfermedad

SALUD. Hace un año Pablo Navarro no podía sostenerse en pie y usaba casco para evitar lastimarse debido al descontrol físico que le provocaba la distonía tardía. Hoy hasta anda en bicicleta.
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Alexander Hopkinson

Pablo Navarro tiene 25 años y hace menos de uno usaba un casco y era alimentado con ayuda de sus abuelos y familiares porque una extraña enfermedad llamada distonía secundaria tardía le provocaba trastornos motrices involuntarios, que lo hacían estrellar su cabeza contra las paredes y sufrir fuertes contracturas musculares.

Hoy, gracias a una intervención quirúrgica millonaria en su cerebro, que implicó la introducción de implantes electromagnéticos, ha recuperado el control de sus movimientos, y con eso también su vida, ya que ha vuelto a disfrutar de aspectos tan simples como caminar y andar en bicicleta.

Los efectos en su milagrosa recuperación fueron inmediatos, de un día para otro, ya que los chips que le fueron instalados regularon de manera muy eficaz su desajuste neurológico, que en este tipo de distonía fue inducido por el uso de fármacos para un tratamiento siquiátrico que aún lo aqueja pero que ha sabido mantener a ralla.

Recientemente, gracias a la postulación y las cartas que enviaron dos de sus tías, Paola y Patricia, el Gobierno le otorgó a este joven oriundo de Rupanco que hoy vive en Ovejería Bajo, obtener una pensión de gracias por dos años que le permitirá terminar de pagar las cuotas de la operación que tuvo un costo de $26 millones.

"Esta operación que me hicieron no hubiera sido posible sin la ayuda de la gente de Ovejería, de Rupanco donde fui criado cuando niño, del Cesfam que se portó muy bien conmigo, de mis abuelos que son mis padres, de mis tías Patricia, Paola, Nelly, Fresia, mis primos y la Presidenta que aprobó esta pensión", exclama.

Las palabras de agradecimiento para las personas que lo ayudaron y sobre todo a su familia, no alcanzan para describir el sentimiento de afecto que tiene este joven luchador hacia sus seres queridos, quienes han estado a su lado reuniendo fondos y haciendo las gestiones para que este soñado momento sea realidad.

"Mi vida ha cambiado en un 100%. Salgo, voy a un taller en Rahue Alto. Voy y vuelvo caminando y también siento una recuperación emocional, porque si bien el día de mañana mis abuelos no van a estar, al menos sé que ahora se van a ir tranquilos, sin la preocupación que tenían por mi condición", apunta Navarro, cuyo sueño ahora es terminar el tercero y cuarto medio para luego seguir la carrera de Técnico en Construcción.

Preocupación

Un aspecto que no deja indiferente a este joven, y por supuesto a su familia, es la inclusión de esta patología entre las enfermedades del Plan Auge, ya que además de Pablo hay muchos otros niños, jóvenes y adultos que no tienen los recursos y el apoyo familiar para solventar una intervención como la que recibió Pablo.

Además, los implantes no son eternos, se deben cargar permanentemente igual que un celular, y su vida útil es de sólo ocho años, luego habría que volver a costear los $26 millones pagar para reemplazos.

"Ojalá que la operación que me hicieron ingrese al Auge, porque en ocho años más me tienen que cambiar el dispositivo que es como un chip y hay mucha más gente, unas 5 mil personas que tienen distonía y de ellos al menos mil necesitan operarse y no pueden porque no tienen los recursos o una familia como la mía que se la jugó por juntar la plata para la operación", advierte Pablo Navarro, quien agradeció también al alcalde de Osorno por un pie de $3 millones que le facilitó.

En ese sentido, sus tías Patricia y Paola Núñez, han escrito cartas y sostenido reuniones con distintos parlamentarios para así materializar el anhelo de asegurar la renovación de los implantes sin que esto signifique otro esfuerzo económico y mental extraordinario para la familia.

Tocar puertas

"Nosotros insistimos por todos lados. Enviamos peticiones a la Presidenta, hablamos con todos los parlamentarios, con el Servicio de Salud, fuimos a la Intendencia y bombardeamos de cartas por todos lados. Entonces obviamente iba a haber alguna respuesta", cuenta la tía Paola, quien junto a su hermana Patricia asistían a todos los actos públicos que estuvieran a su alcance para conseguir apoyo.

"Nosotros jamás aceptamos un no como respuesta y nunca dejamos de luchar con Pablo y por eso logramos todo lo que conseguimos", agrega Paola, que junto a su hermana Patricia y Pablo recibieron al equipo de El Austral en la casa de sus padres Pedro Pablo Núñez (78) y Olinda Villarroel (72) en Ovejería.

Una familia feliz, que gracias a su fuerza y amor incondicional logró torcer la mano de una enfermedad degenerativa que causó mucho dolor físico y emocional a sus integrantes. Sobre todo a Olinda y Pedro, abuelos-padres de Pablo que han debido sortear difíciles momentos antes de llegar al favorable escenario actual.

"Me siento muy agradecida de toda la gente que nos ha apoyado en las buenas y en las malas. Le doy gracias a todos. Ahora también a la Presidenta de la República que hizo este tremendo esfuerzo para podernos ayudar y nos sacaron un peso de encima", relata entre lágrimas la señora Olinda.

"Sufrimos mucho y por eso ahora que me acuerdo me da tanta pena, pero también alegría. Me siento muy feliz con mi familia y con mi hijito que lo crié de guagüita", complementa la abuela.

Datos:

Al Auge Es intención de la familia de Pablo y seguramente la de muchas más que las distonías se integren al plan público de cobertura médica.

Primer caso en la zona Fue el de la niña purranquina Fernanda Barrientos, quien fue operada el 2015 y ahora -igual que Pablo- lleva una vida normal

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