Hace algunos días, hablaba con una de mis pacientes, quien me hacía ver lo preocupados que estaban ella y su pareja por ciertos excesos que se estaban produciendo en los colegios de sus hijos con relación al alto nivel de ingesta alcohólica, el consumo de drogas y tabaco, así como la práctica de sexo precoz y sin los resguardos necesarios -con el fin de evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual y el Sida-, especialmente, si consideramos, que de acuerdo con la Autoridad Sanitaria de Osorno, sólo en la Región viven a julio de 2017 una apreciable cantidad de personas que tienen Sida: 1149 personas, en tanto que en Osorno son 403 los enfermos en tratamiento. Lo que no se ha dicho es que entre 350 y 450 personas de la Región no saben que son portadores del VIH y, por lo tanto, continúan infectando a más gente sana, especialmente en el grupo de los más jóvenes.
Por otra parte, de acuerdo con un estudio de Senda, entre 2015 y 2016 se registró un aumento del 11% de los casos problemáticos de consumo de alcohol y drogas en la población infanto-juvenil en Chile.
De ahí mi preocupación por ayudar a crear conciencia sobre esta problemática de salud pública, de modo que la primera recomendación es no posponer la misión de sentarse a conversar con sus hijos acerca de temas como el consumo de alcohol, tabaco, drogas y la práctica de sexo precoz. La razón es simple: desde la básica hay niños que se sienten presionados por sus pares más precoces a probar sustancias prohibidas para ellos, en tanto que hoy sabemos -por diversos estudios- que la edad promedio de inicio de la sexualidad bordea los 16 años, lo que significa que hay niños y niñas que ya con 12 años han tenido su primera experiencia sexual, con el peligro adicional de un embarazo adolescente.
La otra mala noticia la entrega un informe del Instituto de Salud Pública, donde se destaca un significativo aumento en los casos de infección por VIH en los jóvenes entre 13 y 20 años. Ante esta dura realidad, se hace necesario -e imperativo- sentarse con los hijos a hablar sobre estos temas y hacerles ver que estas conductas no son aceptables ni tampoco seguras. A todo esto, los padres deben saber que una de las razones por las cuales muchos niños deciden no consumir drogas, es porque no desean desilusionarlos.
La otra recomendación es que los papás expliquen a sus hijos cómo afectan las drogas y el VIH, señalando las consecuencias inmediatas, así como de largo plazo, y que incluyen graves enfermedades y también la muerte.
Hable honesta y abiertamente con ellos: sus hijos se lo agradecerán.
Franco Lotito C., académico,
escritor e investigador de la UACh