Esta semana tuve la oportunidad de conocer cómo el distrito de Bogotá, en Colombia, está desarrollando su Agenda de Desarrollo Productivo, liderada por la Cámara de Comercio de Bogotá, que a primera impresión suena como un gremio más, pero en realidad no lo es, ya que están por sobre ellos, incluyen todos los sectores económicos y por ley reciben recursos de las empresas a través de la recaudación del registro mercantil y sus renovaciones.

El objetivo de estas agendas de desarrollo productivo son mejorar la productividad de la ciudad, que en Colombia, al igual que Chile, ha estado estancada las últimas dos décadas. Ambos países han crecido gracias al precio de sus commodities y la buena tasa de inversión que ha existido.

Lo primero que quisiera destacar es la característica de "local" que tienen las agendas de desarrollo productivo. Si bien las políticas nacionales en temas de productividad son importantes, los verdaderos cambios se logran a nivel local, trabajando coordinadamente las empresas locales, instituciones de educación superior locales, gobiernos locales, etc. En segundo lugar, al identificar las brechas para una mayor productividad, uno de los principales temas es el desarrollo de capital humano, especialmente el técnico y tecnólogo, como lo llaman allá. Ciertamente algo similar a Chile.

Por último, quisiera destacar el énfasis que hacen para hablar de agendas en plural, ya que agrupados en 16 cluster, cada uno tiene un portafolio de proyectos que buscan aterrizar estas agendas de trabajo que avanzan de manera paralela bajo los lineamientos de la estrategia de especialización que definieron como ciudad.

Sin duda, una experiencia a tener en cuenta y para conocer más, porque a veces nos quedamos esperando que los problemas los resuelvan a nivel nacional, con políticas de Estado, cuando quizás las soluciones las tenemos a la vuelta de la esquina uniendo las agrupación locales. Por qué no pensar en una agenda de desarrollo productivo local de la Región de Los Lagos, que surja del trabajo colaborativo entre el Gobierno Regional, los gremios y empresas locales, las instituciones de educación superior y las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la zona. El desarrollo de nuestra región depende de los que vivimos en ella.

Cristóbal García, director

ejecutivo de ONG Canales

Su primera luz después de meses de incertidumbre ha recibido esta semana el polémico proyecto del relleno sanitario de Curaco, llamado a recibir los desechos de las siete comunas de la provincia de Osorno, al conocerse una resolución del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) que permite destrabar al fin la iniciativa. En concreto, el organismo descartó la necesidad de realizar un nuevo estudio de impacto ambiental.

Este pronunciamiento, esperado tanto por el Gobierno Regional como por el municipio de Osorno -que funciona como unidad técnica del proyecto-, abre la puerta ahora a un pronto reinicio de las faenas, que hoy cumplen 680 días detenidas luego de que la empresa que se adjudicó la licitación de la construcción, Servitrans, alegara que detectó deslizamientos de tierra que no habían sido advertidos en el informe que preparó el Servicio Nacional de Geología y Minas (Sernageomin).

Una vez que se fueron decantando las opiniones, el SEA tenía dos alternativas frente a la necesidad de acometer nuevas faenas técnicas en el terreno del relleno (y necesarias para frenar el deslizamiento de tierra). La primera consistía en resolver que la magnitud de las modificaciones significaba prácticamente empezar de nuevo, lo que habría demandado la realización de un nuevo estudio de impacto ambiental. Si el proyecto ya se encuentra ahora en extremo retrasado, esta condicionante habría dejado en serios problemas al Gobierno Regional y al municipio, pues el principal inversionista de la obra, el Banco Alemán, ya había advertido que se debían retomar luego los trabajos, o de lo contrario abandonaría la iniciativa.

La segunda alternativa, que es la que finalmente prosperó, implicaba reconocer que las modificaciones se podían agregar al proyecto ya existente, permitiendo, entonces, retomar cuanto antes la construcción. Zanjado así este obstáculo, viene ahora una nueva fase igual de compleja: conseguir un aporte presupuestario de $3 mil millones para costear las adecuaciones al proyecto. En tiempos de austeridad, no será nada de fácil, así que se necesita del compromiso del Consejo Regional, sin olvidar, por supuesto, los resultados del informe que prepara una comisión para determinar las responsabilidades del largo retraso del relleno sanitario.