No hay ambiente más incitante para la reflexión y para el encuentro consigo mismo que esos hermosos atardeceres en el campo, cuando el sol, que ha logrado vencer a las nubes invernales, se esconde lentamente en el horizonte, tiñéndolo de tonos rosas y lilas. Casi simultáneamente aparece la luna, que veleidosa se baña en el río junto a las sombras de los árboles, formando un caleidoscopio de tonalidades plata que traspasan los ventanales para mezclarse coquetos con el baile de las llamas en la chimenea.
En ese bullente silencio se redescubren errores cometidos, se generan nuevos proyectos, se autoimponen nuevas metas, los pesares se atenúan, los amores se acrecientan, la vitalidad y las energías se actualizan. Poco a poco se percibe el relajamiento de los músculos y tendones endurecidos por la vertiginosidad y el ritmo de la agitada vida productiva en tiempos de competitividad y rentabilidad. Tal vez no sea todo tan así en la agricultura de nuestros campos, pero el silencio se aprecia y los espacios para la vocación se generan.
Todo en el campo provoca armonía en uno y con la naturaleza, y no porque sea un lugar de descanso, sino es que cuando se ha nacido, criado y se ha formado familia en él, se sabe del significado y las satisfacciones que brinda el apego a la tierra, a las plantas, a los animales y el bienestar que nos brinda el trabajar la tierra.
Pero lo que me salva en esta tierra osornina, que también me ha generado oportunidades en lo profesional y laboral, es llegar al Instituto Adolfo Matthei, semi ciudad, semi campo, mi segundo hogar, y tomar contacto con jóvenes entusiastas, damas y varones de tomo y lomo, empapados de un espíritu de superación y logro de metas propuestas, con los directores, colegas y colaboradores, empresarios y profesionales, asociaciones gremiales y la Corporación de la Carne, que nos llenan de inquietudes, aspiraciones, nos mantienen atentos y alertas del acontecer productivo y las demandas de capital humano con competencias del sector, lo que nos motiva e insta a seguir en la senda de la educación de calidad y que, sin duda, será una contribución al mejoramiento de nuestra sociedad.
Andrea Mora, directora
y tesorera de Corpcarne