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ENTREVISTA. guillermo sáez, historiógrafo local, ex director de la Sago, comunicador radial y actual colaborador de El Austral:

"Las autoridades que tenemos son el reflejo de nuestro bajo intelecto"

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Alexander Hopkinson

Adicto a la lectura, su gran pasión, Guillermo Sáez Eickhoff, o más conocido como "Wilo", es sin duda una voz autorizada para opinar de Osorno y los osorninos. Este agricultor, profesor, ornitólogo aficionado y comunicador por más de 42 años (además de ex director de la Sago y actor frustrado), ha dedicado gran parte de su vida al estudio de los orígenes sociales y culturales de la provincia, de la cual conoce prácticamente todos sus rincones. A sus 68 años dice que no se arrepiente de nada y a pesar de su delicado estado de salud, desea cumplir nuevos sueños.

Sáez escribe desde hace casi 10 años la sección La Máquina del Tiempo, del suplemento de Reportajes de este medio, donde aborda el pasado y presente de la provincia.

-¿Cómo se describiría?

-Como un individuo común y corriente, pero que tiene algunas inquietudes que tal vez van más allá de la gente común. El tema de conocer la geografía y la gente de la provincia, de los territorios. Además, tengo una adicción a la lectura, cosa que hoy día no encontramos. Tengo una capacidad enorme de memoria, puede que sea genético, pero tengo una memoria extraordinaria, de eso sí que me puedo vanagloriar. Y no soy egoísta con mis conocimientos, aunque sí mal genio.

-¿Y en la parte más humana?

-Somos humanos y todo lo que me es humano no me es ajeno, creo que lo dijo Aristóteles. Y en este tema el clima me afecta, o ando contento o uno tiene problemas, pero así es el desenvolvimiento diario de un ser humano común y silvestre.

-¿Cómo está su salud?

-Estoy un poco delicado en estos momentos, pero en 2015 pasé por momentos más difíciles. Estoy complicado por el asunto del corazón. El hecho de fumar durante 30 años me produjo problemas cardiacos tremendos. Hoy día digo no fumen, pero hace 35 años decía 'de algo hay que morir'. Una frase típica de los fumadores. Cuando tuve el primer infarto, de la noche a la mañana dejé de fumar.

-Docente, estudioso de la historia y geografía local, ornitólogo aficionado y colaborador del diario, ¿se arrepiente de algo?

-No, porque todas las cosas las hice en un momento dado, consciente absolutamente y lo que había que hacer, hubo que hacerlo y no me arrepiento de nada. Incluso, es más, fui dirigente gremial de la Sociedad Agrícola y Ganadera (Sago), también comisario general de aquel gremio y panelista durante 32 años en varias radios locales. Pero arrepentirme, no.

-¿Faltó algo por hacer quizás...?

-Eso es lo que estoy esperando, que tenga un par de años de vida más (se ríe) para culminar algunas cosas que uno tiene en mente y que no son grandes proyectos o cosas imposibles. Me gustaría recorrer más algunos territorios, que es algo que sigo haciendo. Tengo un jeep disponible siempre para ese propósito, pero en general nada que sea ostentoso o relativo al famoso consumismo. Son cosas simples que para el resto pueden parecer tremendamente aburridas.

Clasismo osornino

-¿Qué opina de Osorno y los osorninos?

-Estudiando desde la repoblación de Osorno en adelante, en 1796, en esta ciudad se crearon una serie de núcleos endogámicos cerrados o círculos, como la colonia francesa, árabe, española, alemana, también los hispano-criollos, en fin. Y esto ha generado lamentablemente en Osorno una visión del afuerino basada en el clasismo, más que en el racismo, aunque también un poco. El clasismo evidentemente que se nota en el osornino. También hay en él un arribismo brutal, tiene una especie de odio o preocupación en cuanto al famoso. ¿Qué dirán? es algo que se maneja mucho en la memoria colectiva y en general Osorno, y que me perdonen los intelectuales, es una ciudad de bajo intelecto y se nota en las autoridades que en general la gobiernan. No tenemos identidad.

-¿Y para que son buenos, entonces, según su visión?

-Somos campeones para firmar convenios, pero el resultado de esas alianzas no se ve jamás, pero sí aparece gente mediáticamente firmando. No importa el resultado, porque no se da, sino que lo importante es el qué dirán y la imagen.

¿Dónde se inscribe en este análisis?

-Yo vivo en Osorno. No me queda otra... me voy a ir a Marte o a Arica (bromea). No. Este es mi medio, porque mis ancestros y toda mi familia son de acá y hay bienes raíces que son parte mía, parte de la familia, entonces hay una cuestión afectiva y de arraigo territorial. Hay que aceptarlo, pero también estudiarlo y entenderlo, por eso colaboro con la Máquina del Tiempo .

Amistad y personajes

-¿Quiénes son sus grandes amigos en Osorno?

-Esta pregunta no la voy a responder yo, sino que te la voy a responder con frases de otras personas que me han dicho lo siguiente: Yo no tengo términos medios: o son amigos que me conversan, que me piden consejos y se acercan a mí, o son de la otra parte que no me puede ver o me odia. Tengo amigos que han ido cambiando con la rotación del tiempo. A lo mejor una amistad muy profunda de hace 20 años, y pueden pasar diez años sin hablar, pero cuando nos encontramos pareciera que lo vi ayer. Eso y la lealtad son signos de amistad. Si quieres un nombre te doy el de Jorge Vergara, es un gran amigo mío, aunque de tendencia política diferente.

-¿Cómo fue su infancia?

-Yo nací acá en Osorno el 27 de diciembre de 1949. Mi madre es alemana y mi padre producto del mestizaje criollo-alemán (...). Yo estuve siempre vinculado a la parte agrícola en la zona de Entre Lagos, Puyehue. Ahí pasé mi infancia, sin luz eléctrica ni la conectividad que hay ahora para venir a Osorno. Mi tía Raquel tenía en los años '50 una escuela particular de campo y yo como una especie de mascota iba a la escuelita. Estuve como cuatro años asistiendo y a los seis años me trajeron a Osorno al internado. Eso me produjo un desarraigo familiar que al principio no lo entendí, pero con el tiempo hice una mirada retrospectiva y dije: mira lo que me pasó. Estuve varios años en el internado del Alemán, desde pequeñito hasta cuando tenía 14 o 15 años. Yo venía aterrado, a dónde me llevan, decía, pero en el enorme patio y los jardines del instituto vi aves silvestres como el tiuque, por ejemplo, y eso me tranquilizó tremendamente, porque era parecido a lo que veía en el campo.

-¿Qué pasó después?

-Después de eso fui a estudiar al Instituto Aldolfo Matthei, en los años difíciles de finales del gobierno de Frei Montalva y la década de Allende, que fueron muy complejos para la economía del país y para la tranquilidad política. Vivíamos el conflicto este - oeste, la OTAN y el pacto de Varsovia, la Guerra Fría, espías por todos lados y la balanza de países que eran tercermundistas, más los no aliniados. Todo eso me llevó tempranamente, en base a la prensa que leía, a que me inscribiera a los 16 años en la Juventud Liberal, con tan mal ojo que el partido cerró sus puertas al poco tiempo después, porque políticamente estaba liquidado. Así, el año 1966 estuve en la fundación del Partido Nacional y el resurgimiento mesurado del liberalismo con los conservadores y detrás unos grupos nacionalistas que venían de principio del siglo, que fueron creados por el historiador Francisco Encina.

-¿Podría nombrar a tres personas o personajes de la historia que lo formaron?

-Yo creo que debo tener un listado bastante amplio. Te voy a decir: Francisco Antonio Encina tiene una obra que se llama "Nuestra inferioridad económica", es un ensayo de 1911, que tiene plena vigencia hoy y me marcó mucho. Me marcaron también algunos pasajes de la historia de Barros Arana. También ha influido en mí fuertemente Benjamín Vicuña Mackenna. Fue una persona que escribió 190 libros. Tiene un libro llamado "El clima de Chile", donde recopiló todo lo que habían escrito para la conquista y colonia. Pero el espectro es amplio.

-Si su vida fuera un libro, ¿en qué está o cómo terminaría?

-Sería un poco anárquico, porque verás que mi vida es como lo que hemos conversado, pero centrado siempre en grandes temas. Yo creo que si falta cerrar un círculo sería con un libro sobre Osorno, pero no el típico que cuenta de los españoles, el Tratado de las Canoas y García Hurtado, no. Sino de cómo se fue formando la sociedad osornina, sobre todo de 1850 en adelante, antes de eso había muy poca gente. Ese es mi anhelo, espero hacerlo.