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El curioso mundo del observador de nubes

"La guía del observador de nubes" (Hueders) se convirtió en un best seller aun cuando el inglés Gavin Pretor-Pinney lo escribió sin ninguna ambición. Su afán de observarlas y buscar formas en ellas, lo llevaron a idear un sistema que tiene literatura, filosofía y, por sobre todo, humor.
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Gavin Pretor-Pinney es un observador de nubes profesional. Además de estudiar Diseño en varias de las universidades prestigiosas de Inglaterra y de hacer pan, porque dice que "no hay nada mejor que el olor del pan recién horneado", en el año 2015 creó la Cloud Appreciation Society, una sociedad de apreciación de las nubes, que nació como gancho para invitar a que más gente asistiera a una charla que dio, precisamente, sobre nubes. Saliendo de ese evento, los asistentes quisieron inscribirse en la agrupación y así Gavin Pretor-Pinney tuvo que crear esta especie de club que ya cuenta con más de cuarenta y tres mil inscritos en todo el mundo. Ocho de ellos son chilenos.

Después de ese gran paso vino la escritura de su libro "Guía del observador de nubes", que es best seller internacional desde el 2006 y que hace pocas semanas llegó a Chile de la mano de la editorial Hueders.

El libro, lejos de ser un texto cargado al pronóstico del tiempo, va mezclando con mucho humor, pasión y cotidianeidad la historia, el arte, la ciencia, la literatura y las anécdotas, para hablar sobre los diferentes tipos de nubes, que son muchas más de las que todos imaginamos.

Tiene ilustraciones, fotografías, historias de nubes, explica cómo y cuándo distinguirlas, las clasifica, las agrupa por especie, las define, detalla sus orígenes y sus posibilidades en el cuelo y también, y esto es quizás lo más importante, las defiende y reivindica como si fueran parte elemental de la supervivencia.

-¿Por qué decidió defender las nubes?

-En Gran Bretaña y en muchas partes del mundo, las nubes tienen una mala reputación. La gente se queja de ellas, porque piensan que las nubes no son más que obstáculos entre nosotros y el Sol, pero no es así. Empecé la asociación porque las nubes son lo más dinámico, evocativo y poético de la naturaleza. Entonces, alguien tenía que pararse por ellas.

-¿Por qué cree que, a pesar de que las nubes están presentes todos los días en nuestras vidas las tomamos poco en cuenta?

-Nos volvemos ciegos ante las cosas que están siempre presentes. Es la manera en que funciona el cerebro humano. Las nubes son omnipresentes. Son el continuo telón de fondo para nuestras vidas, entonces tendemos a olvidar que están ahí. La asociación es un gentil recordatorio a levantar la mirada y verlas de nuevo. Sólo se necesita un mínimo cambio de perspectiva para apreciar que hay una belleza y maravilla en las cosas alrededor o arriba nuestro.

-¿Piensa que las nubes están vivas?

-Las nubes tienen un gran efecto sobre nuestros estados de ánimo y por supuesto que ellas estimulan nuestra imaginación, porque nos invitan a encontrar formas en ellas. Se sienten naturalmente como metáforas de nuestros sentimientos, porque ellas pasan sobre nosotros. A veces se sienten casi como ideas porque pareciera que aparecen de la nada y desaparecen nuevamente igual de fácil.

-Para muchos, los días nublados son sinónimo de días feos o incluso nos pueden hacer sentir tristes. ¿Cómo podemos reivindicar a las nubes en esos días?

-No es necesario pensar en las nubes de esta manera. Los niños no piensan así. Es equivocado encontrar lo negativo en tal fundamental aspecto de nuestro alrededor. La felicidad está en encontrar la belleza en el día a día. Yo las siento como expresiones en la cara de la atmósfera y creo que es importante ser capaces de leer el significado de esas expresiones.

-Observar nubes, ¿salva de ir al psicólogo?

-Como dije en el Manifiesto de la Asociación de la Apreciación de Nubes, si tú consideras las formas que ves en las nubes, podrías ahorrar dinero en cuentas de psicoanálisis. Las nubes son como las imágenes de Rorschach que los psicólogos mostraban a los pacientes en los años 60 y 70.

-¿Desde dónde nace la idea de escribir "Guía del observador de nubes"?

-En Reino Unido, veintiocho editoriales rechazaron el libro antes de que finalmente fuera publicado, y entonces se convirtió en un best seller internacional. Al principio los editores pensaron que la gente no se interesaría en leer sobre nubes, porque son un poco deprimentes. Yo estaba convencido de que esto no era cierto, porque el cielo es un asunto universal -todos habitamos la misma atmósfera- y con las nubes muchos nos sentimos emocionalmente conectados, porque formamos una relación con ellas cuando éramos muy jóvenes y encontrábamos formas en ellas.

-Escucha un CD de lluvia porque lo ayuda en la concentración. ¿Anda con "la cabeza en las nubes"?

No, en verdad estoy bien enfocado en lo que estoy haciendo, pero me distraigo porque soy curioso de lo que ocurre a mí alrededor. Creo que el sonido de la lluvia es una de las grandes ayudas para la concentración, porque puede ayudar a enmascarar las distracciones sin tener una narrativa como la música o el habla.

Agradecerles

Aunque las nubes lenticularis que se forman alrededor de las montañas y que parecen platillos voladores son sus favoritas, Gavin no sólo observa nubes. Son su principal pasión, pero en general la naturaleza lo conmueve. Las olas del mar también son parte importante de su vida, merecedoras de un libro, proyecto en el que ya se embarcó.

-¿Cree que, como sociedad, necesitamos observar más la naturaleza?

-Sí, porque ayuda a detenernos y salir de estar tan obsesionados con nosotros mismos.

-¿Alguna recomendación para sobrevivir el día a día?

-Tómate unos pocos momentos cada día para poner la cabeza en las nubes. El cielo es una parte de la naturaleza que está siempre presente y siempre accesible. Pasar unos momentos enfocados en las nubes ayuda a calmarnos. Legitima unos pocos momentos de no hacer nada y será como una breve meditación en la naturaleza. Hacer esto es, en mi opinión, bueno para la mente, bueno para la creatividad y bueno para el alma.

-¿Cuál es su momento favorito del día?

-Siempre cuando noto algo inusual en el cielo y me tomo el tiempo para parar lo que estoy haciendo y observar. Esto puede ocurrir en cualquier momento del día. Lo importante es estar preparado para tomar unos momentos fuera de cualquier cosa que se sienta aprisionante aquí abajo.

-¿Piensa que en realidad, todos admiramos las nubes, pero no somos conscientes de ello?

-Sí, como adultos tendemos a quejarnxxos de las nubes, pero cada vez que le pregunto a alguien lo que realmente piensa, ellos siempre parecen tener un afecto por ellas. Esto es nostálgico, porque dicen que las nubes les recuerdan cuando eran jóvenes.

-Su fascinación por las nubes, ¿tiene que ver con su sed de cambio?

-Las nubes están en un constante estado de cambio y sí, creo que esta es una de sus atractivas cualidades. Pero también son eternas. Las nubes existen a lo largo de la existencia humana -y mucho antes-; entonces, tienen una cualidad contradictoria al ser efímeras y duraderas.

-¿Cuál es el mejor lugar para observar nubes?

-Desde tu patio, tu jardín o la ventana de tu departamento. Para observar nubes no se necesita ir a alguna parte a buscarlas, es más un estado mental. Se trata de estar siempre atentos a lo que está pasando en el cielo y cuando ves algo remarcable, estar preparado para detener lo que estés haciendo, donde quiera que estés, pasar unos momentos apreciándolo y dejándolo ir.

-¿Por qué es tan importante entender las diferencias entre nubes?

-Saber el nombre de las cosas crea una relación más cercana con ellas. Por eso pienso que es útil aprender los diferentes tipos de nubes. Por supuesto, son sólo categorías humanas que usamos para tratar de darle sentido al caos sin límites del cielo, pero mientras más vamos reconociendo las expresiones familiares de la atmósfera, más vamos entendiendo sobre ellas y es más probable que nos importen.

-¿Qué tenemos que agradecerles a las nubes?

-Sobre todo, que parecen tener un leve efecto de enfriamiento en nuestro planeta. Ellas son las que convierten el agua salada de los mares en agua fresca que podemos beber. Actúan como filtros para nuestra atmósfera, porque sus gotas y cristales de hielo forman pequeñas partículas en nuestra atmósfera -partículas de polvo o cenizas o polución- y cuando producen lluvia o nieve, las llevan de vuelta a la Tierra. Esta es la respuesta de por qué todo es mejor después de la lluvia.

la asociación de observadores de nubes adhiere a un manifiesto en el que se dice que ellas han recibido un trato injusto.


"Guía del observador


de nubes"

Gavin Pretor-Pinney

Hueders

324 páginas

$16.000


El curioso mundo del observador de nubes

la asociación de observadores de nubes adhiere a un manifiesto en el que se dice que ellas han recibido un trato injusto.

pretor-pinney recomienda observar nubes una vez al día.

contribución de un miembro del club de observadores de nubes.

Siempre me ha encantado contemplar las nubes. Nada en la naturaleza puede competir con su variedad y dramatismo; nada está a la altura de su sublime y efímera belleza.

Si una maravillosa puesta de sol con altocúmulos se desplegara en los cielos una sola vez cada generación, sin duda se convertiría en una de las principales leyendas de nuestro tiempo. Sin embargo, la mayoría de las personas apenas parece fijarse en las nubes, o las ve como simples impedimentos para ese "perfecto" día de verano, como una excusa para estar mustio. Nada puede resultar más deprimente, por lo visto, que, como se dice en inglés, tener "una nube en el horizonte".

Hace unos años llegué a la conclusión de que las cosas no podían continuar en un estado tan lamentable. Las nubes merecían algo mejor que ser consideradas tan sólo una metáfora de la fatalidad. Alguien debía defenderlas.

Así pues, en 2004 fundé una sociedad dedicada precisamente a eso. La llamé Sociedad de Observación de Nubes (Cloud Appreciation Society) y la presenté durante una conferencia que pronuncié en un festival literario en Cornualles. Por si alguien sentía ganas de formar parte de la sociedad, había preparado unas cuantas insignias oficiales, y me sorprendió ver que al final un montón de gente se acercaba por ellas.

Naturalmente, una organización sólo existe cuando tiene una página web, así que, unos meses después de la charla, publiqué la sociedad en Internet. Al principio, como las nubes mismas, ser socio era gratis, y la noticia no tardó en difundirse.

La gente envió sus fotografías de nubes, que colgué en la galería de imágenes para que otros pudiesen verlas. El goteo inicial de aportaciones pronto se convirtió en un torrente. Llegaban sensacionales imá genes de formaciones hermosas y singulares: nubes ola lenticulares sobre las cimas de los Alpes suizos, ondulantes capas de cirrocúmulos contra las cálidas tonalidades del alba, cúmulos con forma de elefante, gato, Albert Einstein y Bob Marley.

Enseguida me vi obligado a cobrar una cuota de socio simbólica para cubrir gastos, puesto que se estaba asociando gente de todo el mundo. Contribuían con pinturas y poesías de nubes que añadir a la página. Abrí un chat para que los socios dispusieran por fin de un foro donde discutir cuestiones importantes sobre el tema.

Algunos socios eran meteorólogos o físicos especializados en nubes, pero la mayoría no guardaban relación profesional con el clima. Había desde aficionados octogenarios hasta criaturas de sólo unos meses de edad. Todos sabemos que los bebés se hallan entre los observadores de nubes más entusiastas del mundo, pero aun así me asombraba su capacidad de rellenar el formulario de inscripción.

El amor por las nubes parecía trascender fronteras nacionales y culturales y se asociaba gente de toda Europa, de Australia y Nueva Zelanda, de África, América e Irak. A finales del primer año contábamos con mil ochocientos socios, en veinticinco países, unidos por la capacidad de apreciar las brumas celestiales.

Los socios no tardaron en pedirme que recomendara libros sobre nubes adecuados para un lector común. Tras investigar un poco me di cuenta de que, salvo algún que otro reluciente libro ilustrado, nada acababa de satisfacer los requisitos.

Así fue como nació Guía del observador de nubes, donde desfilan todos los encantadores y excéntricos personajes de la familia de las nubes; está ilustrada con fotografías aportadas por miembros de la Sociedad de Observación de Nubes. No lo presento como un texto meteorológico; ya existen muchos ejemplos estupendos de ellos, escritos por gente que sabe mucho más que yo (y confieso haberlos plagiado sin vergüenza alguna). Lo que ofrezco es algo más serio: una celebración del pasatiempo de contemplar las nubes, despreocupado, sin propósito definido e intensamente vital.


Manifiesto

Creemos que las nubes reciben un trato injusto y que la vida sería infinitamente más pobre sin ellas.

Pensamos que las nubes son la poesía de la naturaleza y el más igualitario de sus despliegues, ya que todo el mundo cuenta con una estupenda vista de ellas.

Nos comprometemos a luchar contra la obsesión por los cielos azules allí donde la encontremos.

La vida sería muy aburrida si día tras día tuviésemos que alzar los ojos hacia una monotonía sin nubes.

Pretendemos recordarle a la gente que las nubes son expresiones de los cambios de humor de la atmósfera y que pueden interpretarse como las del rostro de una persona.

Creemos que las nubes son para soñadores y que su contemplación beneficia el alma. De hecho, los que piensen en las formas que ven en ellas se ahorrarán las facturas del psicoanalista.

Así pues, declaramos ante todo aquel que quiera escuchar: Alza la vista, maravíllate ante su efímera belleza y vive la vida con la cabeza en las nubes.Soy hija de la Tierra.

"Tómate

unos pocos momentos cada día para poner la cabeza en las nubes. El cielo es una parte de la naturaleza que está siempre presente y accesible".

"Las nubes tienen una mala reputación. La gente se queja de ellas, porque piensan que no son más que obstáculos entre nosotros y el Sol, pero no es así".

"Las nubes merecían algo mejor que ser consideradas tan sólo una metáfora de la fatalidad. Alguien debía defenderlas".