Cuando el Gobierno anuncia la construcción de un nuevo puente en alguna parte de nuestro territorio, tiritan los presupuestos regionales, tiritan los plazos indicados en los contratos, tiritan las promesas de ministros y políticos. Por experiencia sabemos que el presupuesto puede elevarse a más del doble y que el plazo de entrega puede extenderse por años, incluso que la obra puede quedar paralizada por años o indefinidamente incompleta.
El puente Cau Cau en Valdivia es por excelencia el proyecto más fallido que se ha emprendido en Chile. Sus errores de diseño y construcción son universalmente famosos, tanto que el Discovery Chanel le hizo un documental calificándolo como un horror de cálculo. La estructura de 90 metros de largo, con un presupuesto original de $15 mil millones, se amplió a poco andar la obra a $17 mil millones y hoy se estiman $10 mil millones extras para corregir los brazos basculantes instalados al revés por un simple error. Sumará $27 mil millones para un puente de apenas 7 metros de altura. Esto es la increíble cifra de $300 millones por cada metro lineal de puente. El plazo de ejecución de tres años, iniciado en 2011, debió terminar en 2014, y así como van las obras y modificaciones no finalizará antes de 2018 , más del doble del plazo estimado. Lo bueno del Cau Cau es que su fama y fracaso ingenieril lo han transformado en una visita obligada en Valdivia como un destino turístico.
El nuevo puente San Pedro en Osorno se diseñó para cruzar 90 metros de río Rahue y conectar República con Mackenna. La inversión se presupuestó en $7 mil millones y se inició en 2008 con un plazo de ejecución de dos años. Al año, el presupuesto aumentó a $13 mil millones y el plazo de entrega se amplió en dos años. Antes de terminar las obras en 2012 el presupuesto había aumentado a $17 mil millones y se había eliminado el arco.
El proyecto, cuyo diseño se modificó varias veces, tiene 144 metros de largo, cuenta con una defensa fluvial emplazada en el lado oriente del río, un paso bajo nivel , dos pistas de 7 metros de ancho, ciclovías, paseos peatonales en ambos lados y su principal atractivo: un gran arco monumental que nunca se construyó. Para remate, cuando llueve el puente no se puede usar, pues se inunda el paso bajo nivel, y en cinco años de uso e inundaciones ninguna autoridad ha sido capaz de corregir el vergonzoso error de fábrica.
Raúl Ilharreguy, arquitecto