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Pierre Lemaitre: "Ninguna novela ha cambiado el mundo"

El autor de novela negra francés estuvo en Chile para participar de la Cátedra abierta Roberto Bolaño en la UDP, luego de una larga gira por Latinoamérica. Su visita coincidió con la publicación de dos novelas nuevas en español: "Recursos inhumanos" y "Tres días y una vida".
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pierre lemaitre escribió "recursos inhumanos", que fue llevada a una serie de televisión considerada por la prensa "el breaking bad francés".

"Me molesta decir lo contrario que Roberto Bolaño. No voy a venir a Chile para manifestar desacuerdos con él", dice el escritor francés Pierre Lemaitre (París, 1951) y lanza una larga carcajada. Luego, termina de explicar por qué siente que, a la inversa del autor de "2666", la literatura no le ha servido para leer, sino que la lectura le sirvió para su narrativa: "La literatura que yo leía hizo de mí el novelista que soy hoy en día. Podríamos pensar que lo que dice Bolaño y lo que digo yo es lo mismo pero mirado en un espejo. Creo que hay una suerte de simetría en los dos conceptos".

El premiado autor estuvo algunos días en Santiago y coincidió con el lanzamiento en español de sus novelas "Recursos inhumanos" (Alfaguara) y "Tres días y una vida" (Salamandra). También participó de la Cátedra abierta Universidad Diego Portales en homenaje a Roberto Bolaño. "No es mi literatura favorita", aclara. "Hay algo muy épico, una amplitud novelesca en Bolaño que no está dentro de mis costumbres de lectura. A mí me impactan mucho más algunos detalles de Bolaño que el sentido de su obra. No soy un lector asiduo, pero sí uno muy respetuoso de su trabajo", comenta Lemaitre.

Su corpus literario abarca un registro amplio. Antes de ganar el Premio Goncourt 2013 con "Nos vemos allá arriba" (2014, Salamandra), ya había explorado con éxito en el género policial con "Irène" (2015, Alfaguara) y la serie protagonizada por Camille Verhoeven, un comandante enano de la Brigada Criminal de París, tan irritable como meticuloso. También, "Vestido de novia" (2014, Alfaguara), un thriller en el que tributa a Hitchcock. A pesar de su plasticidad, el domicilio de Lemaitre está en la novela negra. En esos personajes confundidos y degradados que lo han arruinado todo, que no se mueven por bondad ni maldad, sino que por las circunstancias que los acosan, desde los abusos del sistema social al desamparo familiar. A la deriva y, como en cualquier buena novela negra, imposibilitados de escapar de la fatalidad.

-Un capitalismo cruel y desbordante, racismo, conflictos sociales, líderes mundiales que parecen salidos de la ficción y la ascensión de la ultraderecha en el mundo. ¿Es el momento perfecto para escribir novela negra?

-La novela negra, de algún modo, capta el descontento social desde el nacimiento de este. Una cantidad increíble de novelas justamente miran y observan esa cuestión del conflicto social tratando de hacer lo que sabe hacer la literatura, o sea, proponer explicaciones del mundo. La novela negra tiene la función útil de poder interpretarlo y ser una caja de resonancia de los principales conflictos que existen. Yo creo que sí, es absolutamente el momento para escribir novela negra.

-Habitualmente se cree que los escritores que se convierten en best sellers escriben pensando de forma obsesiva en los lectores. ¿Es tan así?

-Hay una ambigüedad cuando uno dice que piensa en el lector, porque si eso se interpreta mal, hace pensar que quiero agradarle, que quiero contarle una historia que lo va a halagar. Es un poco demagógico hacer un libro casi a la medida del lector. Pero hay otra manera de pensar en él y esa es plantearse permanentemente la pregunta "emocionalmente, ¿qué es lo que va a provocar la historia que cuento?". Trato de anticipar su efecto y no es para agradarle al lector, sino para tratar de estar lo más seguro posible de que lo que estoy transmitiendo va a ser transmitido. Es simplemente para tener el contacto más estrecho posible con él.

-¿Esa inquietud se acentúa por lo solitario que es el oficio?

-Todos los novelistas tienen esas inquietudes. La de que el lector está lejos, la de que uno no sabe quién es, en qué idioma va a leer, ni cuándo. ¿Es hombre?, ¿es mujer? Uno está muy solo y, en el fondo, tiene la sensación de estar escribiendo para un mundo casi virtual. Por lo mismo, para tratar de reducir esa distancia terrible que me separa del lector, intento darle la ilusión de que le estoy contando una historia en voz alta. Todo mi trabajo estilístico apunta a establecer esa relación, más de un cuentacuentos que de un novelista.

La toma de rehenes

En abril de 2010, varios directores de la agencia de publicidad France Télévisions Publicité fueron condenados por haber organizado en 2005 un juego de rol que simulaba una toma de rehenes para seleccionar trabajadores. Ese hecho fue el punto de partida de Lemaitre para escribir "Recursos inhumanos", una novela brutal y demoledora que sigue la historia de Alain Delambre, un ex director de recursos humanos que tiene 57 años y está cesante hace cuatro. Frustrado y marginado, irá acumulando rabia en medio de una situación sin salida. Así, Lemaitre pinta un fresco sobre el costado más inmoral del capitalismo.

La toma de rehenes -el único hecho rigurosamente verídico del libro- es narrada en la novela y, sorpresivamente, a los lectores les ha parecido inverosímil.

"Trato de describir esa escena de la manera más viva posible, para que el lector no se haga la pregunta de si es verdad o no. Que se la haga después. No me molesta que cuando cierre el libro diga: yo creo que en la toma de rehenes exageró un poco", reflexiona Lemaitre. "Trato de hacer todo lo posible para que cuando esté leyendo, él esté dentro de la acción, del movimiento. Igual me interesa que se la haga posteriormente, porque a partir de ese momento se sabe que la historia es buena. El rol del novelista es, finalmente, que cuando haya cerrado el libro el lector se haga preguntas, se interrogue. Él verá cuál es la moral de la historia, cada uno con su trabajo", agrega.

-"Recursos inhumanos" se publicó en Francia en 2010. Han pasado siete años. ¿Qué le parece que el tema siga tan latente?

-Creo que ninguna novela provocó una revolución. Hay libros que lograron cambios importantes: "El Capital" de Marx o "La Biblia". La novela tiene más una función de difusión, o sea, que la literatura es una suerte de campo que modifica la visión que un lector puede tener sobre el mundo. Cuando un libro como "Recursos inhumanos" es leído con diez años de distancia plantea, sí, la pregunta de "¿las cosas no han cambiado?", pero la literatura es un testimonio de que no hayan cambiado las cosas. Ahí, el lector puede decir "¿y por qué no han cambiado las cosas?", "¿por qué las empresas son cada vez más inhumanas?". Ese es el rol de la literatura: plantear una pregunta sobre el presente. Ninguna novela ha cambiado el mundo, pero la literatura siempre participó de los cambios del mundo.

EL padre ausente

A lo largo de tres momentos clave en la vida de Antoine Courtin, Pierre Lemaitre construye "Tres días y una vida", una novela que ronda en torno a un incidente trágico: cegado por la rabia, Antoine -de doce años- le pega con un palo en la sien a Rémi Desmedt -de sólo seis-, quien, finalmente, muere en sus brazos. Ahí, la novela transita entre la culpa del protagonista y cómo el crimen arrasa con la tranquilidad del pequeño pueblo de Beauval.

-En el libro explora la culpa de Antoine, pero también sitúa al lector en una paradoja: que a ratos quiera que el niño escape del caso y en otros que sea encarcelado. ¿Quiso en esta novela entregarle más responsabilidad moral a los lectores que al personaje?

-Sí, cada uno tiene que hacer su trabajo. Yo lo que trato de hacer idealmente es una historia donde el equilibrio entre lo moral y lo inmoral esté en un balance igualitario. Me gustaría que el lector se encontrase al final del libro en la situación de poder encontrar tantos argumentos para aprobar al personaje como para desaprobarlo. Quiero que el lector decida si algo es inmoral o moral.

-Para usted, ¿cuál es la verdadera tragedia de Antoine? ¿El crimen que comete o cómo va viviendo su culpa?

-Es un crimen, pero involuntario. Yo creo que el drama es que la fatalidad llega a la puerta, viene a meter la nariz. Si Antoine tuviese un padre, la historia no existe. El verdadero culpable de esta historia es el padre de Antoine, que está ausente. Si ese día hubiese estado presente, de inmediato habría ido a ver a su padre y él le habría respondido "hijo, estás en problemas, pero cuenta conmigo". Pero está solo y de algún modo va a cometer un acto irreversible. Sin quererlo, cometió un crimen perfecto, pero un crimen es perfecto solo si el criminal logra olvidarse de ese crimen. Si no tiene juez, se transforma en su propio verdugo.

Heisenberg francés

Sus experiencias no habían sido buenas. "Siempre fui infeliz en la televisión", confiesa Lemaitre. Se encontró con gente con poca cultura. Ejecutivos asustadísimos de que las series televisivas en las que fue guionista no cautivaran al público. Entonces, le dijo a su agente: "Si hay propuestas televisivas ni siquiera me hables de ellas".

El agente no volvió con ofertas por un tiempo, hasta que lo convenció de que conversara con el director del área de ficción de la cadena francesa Arte, porque querían adaptar "Recursos inhumanos" como una serie de televisión. Al ejecutivo, Lemaitre le explicó que él no se involucraría en nada. Tampoco la escribiría. "Si lo hago, tú me vas a estar rompiendo las pelotas todo el día", agregó. "Seamos más simples: escriba la serie, yo solo la veré en pantalla. No me meteré en nada", le respondió el directivo.

"Se me ha respetado mucho", dice Lemaitre en esta entrevista, que contesta después de bajar de su habitación en un hotel de Providencia, donde estuvo escribiendo parte del guión de la serie, que ha sido llamada "el Breaking Bad francés" por la prensa.

-Norman Mailer dijo que "Los Sopranos" era la nueva gran novela americana. Otros escritores y críticos han hecho paralelos parecidos con "Breaking Bad", "Mad Men", "Twin Peaks" o "The Wire". ¿Qué le parece el nexo que se hace entre series televisivas y literatura?

-Faltaba un objeto entre la literatura y el cine. Las series de algún modo son ese eslabón. Tienen la ventaja de ser televisivas -con el lenguaje de la imagen-, pero le dan al cine la amplitud novelesca que antes solo le pertenecía a la literatura. Son apasionantes para los novelistas porque guardan lo mejor del cine y de la novela. Tu hablaste de "The Wire", que fue escrita por novelistas como Richard Price, Dennis Lehane o George Pelecanos. No es una casualidad que los novelistas vayan a las series más que al cine, las series te ofrecen amplitud.


Antoine y el drama del pueblo

Afinales de diciembre de 1999, una sorprendente serie de sucesos trágicos sacudió Beauval, el más importante de todos, la desaparición del niño Rémi Desmedt. En esa región cubierta de bosques y habituada a un ritmo lento, la súbita desaparición del pequeño causó estupor e incluso fue considerada por muchos de los habitantes como un presagio de futuras catástrofes.

Para Antoine, que estuvo en el centro del drama, todo empezó con la muerte del perro. Ulises. No entremos en los motivos que indujeron al señor Desmedt, su dueño, a darle a aquel mestizo blanco y pardo, patilargo y delgado como un palillo, el nombre de un héroe griego; será un misterio más en esta historia.

Los Desmedt eran vecinos de Antoine, que tenía entonces doce años y le había tomado mucho cariño a ese perro, sobre todo porque su madre se había negado siempre a tener animales en casa; ni perros ni gatos ni hámsteres ni nada, lo ponían todo perdido.

Ulises acudía enseguida a la verja cuando Antoine lo llamaba, a menudo seguía a la pandilla de amigos al estanque o a los bosques de los alrededores y, cuando Antoine iba solo, siempre se lo llevaba con él. Se sorprendía hablándole como a un compañero. El perro inclinaba la cabeza, serio y atento, y salía disparado de pronto, dando por concluida la hora de las confidencias.

El final del verano había sido muy laborioso para los compañeros de clase, ocupados en construir una cabaña en el bosque, en las colinas de Saint-Eustache. La idea se le había ocurrido a Antoine, pero, como siempre, Théo la había presentado como suya, arrogándose así el mando de las operaciones. El ascendiente de aquel chico sobre el pequeño grupo se basaba en que era el mayor, además de hijo del alcalde. En sitios como Beauval, esas cosas cuentan: la gente odia a quien reelige periódicamente, pero considera al alcalde como un santo patrón y a su hijo como su delfín; esta jerarquía social se origina entre los comerciantes, se extiende a las asociaciones y, por ósmosis, penetra en las aulas de la escuela. Théo Weiser era además el peor alumno de su clase, lo que a ojos de sus compañeros constituía un rasgo de carácter.

Pierre Lemaitre

Editorial Salamandra

221 páginas

$15.850


"Tres días y una vida"


El paro brutal de un directivo

Me llamo Alain Delambre y tengo cincuenta y siete años.

Soy un directivo en paro.

Al principio, acepté este trabajo en Mensajerías Farmacéuticas para pasar el tiempo. Al menos eso fue lo que le dije a Nicole, pero ni ella ni mis hijas me creyeron. A mi edad, uno no se levanta a las cuatro de la mañana para ganar un cuarenta y cinco por ciento del salario mínimo simplemente para que no se le queden rígidas las articulaciones. La historia es complicada. Bueno, no tanto. Al principio no necesitaba ese salario, ahora sí.

Llevo cuatro años en paro. Hará cuatro años en mayo (el 24 de mayo, me acuerdo bien de la fecha).

Como este empleo no basta para llegar a fin de mes, adonde llegamos a veces bastante apurados, me dedico a otras cosillas aquí y allá. Transportar cajas, embalar con plástico de burbujas, repartir publicidad… También algunos trabajos de temporada. Hace dos años que hago de Papá Noel en Trouv'tout, un supermercado especializado en electrodomésticos de ocasión. No siempre le cuento a Nicole lo que hago, porque le dolería. Multiplico las excusas para justificar mis ausencias. Como es más difícil cuando se trata de un trabajo nocturno, me he sacado de la nada una pandilla de amigos en paro con los que se supone que me reúno para jugar a las cartas. A Nicole le digo que necesito relajarme.

Antes era director de recursos humanos en una empresa de casi doscientos empleados. Era responsable del personal, de la formación, controlaba los salarios y representaba a la dirección ante el comité de empresa. Trabajaba en Bercaud, una empresa de bisutería. Diecisiete años viviendo de perlas. A la gente le gustaba gastar esa broma. Decían: «En Bercaud se vive de perlas». Había un montón de bromas muy divertidas sobre las perlas, las joyas de la familia, etcétera. Humor corporativista, si me permiten la expresión. El asunto dejó de tener gracia en marzo, cuando nos anunciaron que Bercaud había sido comprada por una compañía belga. Podría haberle disputado el puesto al director de recursos humanos del grupo belga, pero en cuanto me enteré de que tenía treinta y ocho años comencé mentalmente a recoger mis cosas. Digo «mentalmente» porque en el fondo tengo claro que no estaba listo en absoluto para hacerlo materialmente. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que me viera obligado a hacerlo a la fuerza. La fusión se anunció el 4 de marzo. La primera ronda de despidos tuvo lugar seis semanas más tarde, y yo formé parte de la segunda.

Pierre Lemaitre

Editorial Alfaguara

400 páginas

$14.000


"Recursos inhumanos"

Por Javier Correa

Alfonso Gonzalez Ramirez

Adelanto del libro "Tres días y una vida", del novelista francés Pierre Lemaitre.

"(En sitios como Beauval), la gente considera al alcalde como un santo patrón y a su hijo como su delfín".

"La novela negra tiene la función útil de poder interpretar el conflicto social y ser una caja de resonancia de los principales que existen".

Adelanto del libro "Recursos inhumanos", del novelista francés Pierre Lemaitre.

"Faltaba un objeto entre la literatura y el cine. Las series de algún modo son ese eslabón. (...). Guardan lo mejor del cine y de la novela".