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"Hoy en Puerto Montt casi no vemos el mar, porque está lleno de edificios"

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El periodista e hijo ilustre de Puerto Montt, Alipio Vera Guerrero, tiene una profunda conexión con el mar. A sus 72 años de edad, por primera vez hace una pausa en su reporteo y se toma un año sabático frente al océano.

En un regreso más extendido a la tierra de sus ancestros (su familia proviene de Maullín), el Premio Nacional de Periodismo 2013 observa desde los amplios ventanales de su casa emplazada a pocos kilómetros de Carelmapu, el tránsito de naves en el canal de Chacao y la actividad de la tradicional caleta, que en el fondo exhibe la silueta de la iglesia que resguarda la a la Virgen de la Candelaria.

Asegura que está dedicado a fortalecer su vida familiar, atendiéndose mutuamente con su esposa Sonia y a recibir a sus hijos y nietos en la intimidad de su hogar carelmapino.

"Cuando uno trabaja no tiene un minuto para nadie. No tiene tiempo para su esposa, sus hijos y nietos. Pasa el tiempo y de repente nos encontramos que se acabó la vida y que no disfrutamos nada y que no compartimos con las personas que más queremos. Yo decidí parar ahora", cuenta en el interior de su casa de madera, en la que unos trozos de leña humeante dentro de una chimenea metálica, aportan calor y protección frente a los vientos oceánicos.

Tras la reflexión ante su primera pausa profesional desde 1969, dialoga con pasión sobre la realidad actual de la capital de la Región de Los Lagos.

- Bajo su mirada, ¿cómo ha cambiado Puerto Montt en las últimas décadas?

- Puerto Montt ha registrado cambios que me provocan pena y dolor. Al igual que muchas ciudades puerto en Chile y el mundo, nació a orillas del mar, las casas se fueron construyendo en los cerros, no sólo por la falta de terreno, sino porque cada cual quería ver la bahía. En cambio hoy en Puerto Montt casi no vemos el mar, porque está lleno de edificios que ocupan la primera terraza. Yo nunca he entendido por qué las autoridades de cualquier color político, autorizan la construcción de enormes edificios en la primera línea costera, tapando la vista del mar al resto de la ciudad. Creo que es un crimen urbanístico.

- ¿Cree que la actual condición urbana de Puerto Montt afecta al turismo?

- Absolutamente. La gente que llega en un crucero sólo ve edificios, y los turistas no vienen a ver edificios, porque tienen este tipo de estructuras en sus países y mil veces mejor que las nuestras. Lo que quieren ver es el orden, o desorden urbanístico de un pueblo con sus casas en los cerros, un pueblo de los últimos rincones del mundo.

- ¿Hoy los puertomontinos han perdido su vínculo con el mar?

- Cuando la gente pierde el contacto visual con la bahía, por que tiene un muro adelante, pierde el interés por el mar y el desarrollo de actividades turísticas o deportivas en él. El seno del Reloncaví, que es abrigado, se presta para deportes náuticos como el velerismo o el remo, y una tarea pendiente es impulsar esas actividades.

- ¿Cuál fue su relación con el mar cuando niño?

- Recuerdo que cuando estaba en el Liceo de Hombres, tomábamos un bote en el muelle frente a la Plaza. Recorríamos todo el borde costero, la bahía, el canal de Tenglo y hasta la isla de Los Curas. Pasábamos las tardes remando con dos o tres amigos, y nadie nos robaba el bote si lo dejábamos amarrado en los pilares del muelle. Como teníamos el mar a mano, y los veíamos todos los días, era un verdadero imán para nosotros. Incluso nos íbamos de paseo a Maillen, Huar y las islas cercanas, había cultura marinera.

- ¿Qué otros cambios ha observado en la ciudad?

- Añoro a mi Puerto Montt de los años 60, cuando la delincuencia casi no existía, cuando de cualquier lugar veíamos la costa y cuando el tren llegaba hasta el mismísimo centro de la ciudad. Eso no significa que me oponga al progreso, porque no puede ser progreso que llenemos nuestro borde costero con gigantescos monstruos de cemento, como son los centros comerciales y el terminal de buses, todos cuales debieran estar en la parte alta de la ciudad y no en la primera línea costera.

- Edward Rojas, Premio Nacional de Arquitectura, advirtió sobre la pérdida de las casas patrimoniales. ¿Qué opina de ello?

- Edward Rojas realizó una gran tarea en el rescate de los palafitos de Castro, que nacen del alma del navegante chilote. En Puerto Montt aún tenemos casas en nuestro borde costero, entre Angelmó y Chinquihue, que pueden ser rescatadas como un atractivo turístico y un patrimonio local, si se realiza un trabajo como el que lideró Rojas. En este momento lamentablemente nuestro borde costero está perdido.

Una vida de reporteo

-En su extensa vida profesional, ¿cuál fue el momento más complejo que le tocó vivir y cubrir?

- Pasé muchos momentos difíciles, especialmente en las guerras, lugares donde la vida no vale nada y la gente se mata sin misericordia. Para estas personas los periodistas no significamos nada y siempre está el riesgo de caer bajo las balas, el machete o la metralla. Yo tuve suerte y nunca me pasó nada.

- ¿Qué conflictos cubrió?

- Tengo 10 guerras en el cuerpo. Empecé con los conflictos de Centro América, con las guerras civiles de El Salvador y de Nicaragua. También fui a la guerra civil de Ruanda en África, con cientos de miles de muertos. Estuve en Yugoslavia y de manera más reciente en Afganistán, y en ocasiones estuve detenido en el extranjero por ejercer mi profesión, porque las partes en conflicto siempre desconfían de los periodistas. Con el desarrollo tecnológico se puede despachar casi de cualquier parte, y eso coloca una presión sobre nuestras familias que nos ven a través de las pantallas metidos en esos lugares. Por eso es que ahora estoy recuperando el tiempo con mi familia.

"Nunca he entendido por qué las autoridades de cualquier color político, autorizan la construcción de enormes edificios en la primera línea costera"."

"Añoro a mi Puerto Montt de los años 60, cuando la delincuencia casi no existía, cuando de cualquier lugar veíamos la costa y cuando el tren llegaba al centro"."