A la señora de un carabinero
El siguiente desafío que tendrá el municipio local será ajustar los requerimientos de administración, dado el explosivo crecimiento. "Hoy, cuando demagogia y corrupción son ley, su marido sigue representando orden y honor"
Estimada señora, a pesar que le he escrito antes y algunas veces a su marido tratando de transmitir lo que la mayoría de los ciudadanos sentimos, debo confesar que no es fácil, se corre el riesgo de repetir. Sin embargo, los últimos acontecimientos obligan a una chilena con ínfulas de escribidora intentar hablarle de mujer a mujer una vez más.
En un mundo donde todo tiene precio y nada tiene valor, ser carabinero es una opción muy generosa; pero casarse, vivir con uno de ellos, sin duda es un acto de valentía y amor.
Al releer las noticias en el diario que se refieren al trato a Carabineros, pareciera que esa va a ser la última foto con una patada por la espalda, el último piedrazo, el último escupo, la última ofensa, el último disparo que veremos. Pero no es así, pasan los años y la institución sigue sumando mártires y peor, cambiamos gobiernos y autoridades y no sólo seguimos viendo más de lo mismo, sino con una violencia tan brutal que cuesta entender que los estudiantes sean estudiantes, que los delincuentes estén libres a pesar de su prontuario, que algunos menores de edad sean inocentes, que los defensores legales sean los correctos, que la justicia esté en manos de personas con criterio y que en general nuestro país esté mejor que antes, que los ciudadanos podemos vivir y trabajar en paz.
Por otro lado, uno se pregunta, ¿qué pasaría si mañana Carabineros "fuera a paro"? No más carabineros en calles ni retenes, tampoco 133; libres para pasar en luz roja y línea continua, asaltos y robos, violaciones y asesinatos, a cualquier hora.
Por eso le escribo, especialmente en este mes y porque hoy, a pesar que algunos integrantes de Carabineros no son dignos siquiera de ser ciudadanos, de ninguna manera comprometen a esta noble institución. Menos a usted, porque hay que tener mucho coraje para despedir al padre de sus hijos cada mañana sabiendo en qué consiste su trabajo y estar muy enamorada para casarse con alguien dispuesto a dar su vida por otra.
Hoy, cuando demagogia y corrupción son ley, su marido sigue representando orden y honor. Dos motivos no sólo para cuidar, sino para agradecer. Es cuanto quería decir a usted.
Vivian Arend