Mejorar la calidad de la educación es también una prioridad para la educación media técnico profesional (EMTP). Para llevar a cabo este proceso de mejora, es necesario contar con información que permita tomar decisiones estratégicas respecto de la pertinencia del currículum, de las especialidades ofrecidas y del mercado laboral disponible. Por otro lado, se hace indispensable conocer el perfil de quienes optan por este tipo de educación; sabemos poco de estos estudiantes y sabemos poco del impacto que la EMTP tiene en su trayectoria educativa.
Un 46% de los estudiantes de octavo básico opta por la EMTP (PNUD, 2013), sin embargo, al revisar esta cifra por nivel socioeconómico (NSE), el 60% de los estudiantes que provienen de los sectores más pobres se matricula en un establecimiento con EMTP. Contrario a esto, sólo el 12% de los estudiantes de NSE alto lo hace.
Considerando lo anterior, ¿es la EMTP una alternativa de movilidad social para los sectores más pobres del país? Al parecer no. El mismo estudio asegura que un 41,4% de los estudiantes que egresan de EMTP acceden a estudios de nivel superior antes de los cinco años de egresados, por lo tanto, no es una vía de acceso rápido al mercado laboral. Tampoco la alternativa de continuidad en estudios superiores aporta mayormente a la movilidad social de estos estudiantes, ya que la mayoría de ellos continúa su educación en CFT e institutos TP, donde la deserción alcanza un 32% y la remuneración va, en promedio, desde $239.800 en las especializaciones mejores pagadas y $131.600 en las peores pagadas en el mercado laboral. Diferencias que se acentúan en un análisis desde la perspectiva de género.
El proceso de mejora de la calidad de la EMTP debiera considerar como uno de sus objetivos transformar este tipo de educación en una opción universal, no sólo para los sectores más pobres del país, ajustando las especialidades que ofrece a los requerimientos del mercado laboral y a las vocaciones e intereses de los estudiantes, educando a personas que en el futuro puedan sentirse realizadas y preparadas para enfrentar una realidad laboral o una continuidad de estudios sin riesgo de desertar por falta de herramientas educativas.
Claudia Paredes, coordinadora de
Desarrollo y Estudios de ONG Canales