A mejorar el Terminal de Buses
El ingreso de un nuevo administrador es la oportunidad de cambiar el rostro de la puerta de entrada de Osorno.
El paso de los años, su vieja estructura, la defectuosa administración y la indecisión municipal han hecho del Terminal de Buses de Osorno un verdadero lunar de la ciudad. El sitio al cual llegan los turistas nacionales y extranjeros que se desplazan en las empresas de transporte terrestre de pasajeros luce desde hace tiempo un aspecto desaseado, inundado de malos olores, prácticamente abandonado a su suerte, como si arribar a la capital agropecuaria de Chile, caracterizada por su pujanza económica y cada vez mejores niveles de calidad de vida, fuese el equivalente al mayor de los infortunios. Quien se baja hoy de un bus, o quien espera a uno de los suyos sentado en una de las bancas, debe soportar los hedores, sortear los perros que deambulan por los pasillos, o estar atento ser víctima de a posibles hechos delictuales.
Aunque la decisión del municipio de caducar el contrato con la empresa administradora del terminal se basó en el incumplimiento de pagos de la empresa y no en las condiciones en que se ha mantenido el recinto, la entrega a un nuevo operador a partir de marzo asoma como la oportunidad de hacer mejor las cosas. El desafío que tendrá que asumir durante tres meses el concesionario provisorio (pues luego corresponde realizar el respectivo llamado a licitación por un período mayor de tiempo) es de proporciones; mal que mal, le tocará luchar contra la imagen del que se ha convertido, a decir de muchos usuarios y viajeros permanentes, en el peor terminal del sur del país, tanto por su falta de aseo como por las condiciones de seguridad y su acceso.
Aceptando que el recinto es viejo y que han fallado las sucesivas licitaciones para dar con el diseño de construir uno nuevo en el mismo lugar (ahora es el propio equipo de profesionales del municipio el que está preparando su propuesta), llama la atención que el actual terminal haya llegado a tal nivel de descuido. Bastaba un breve recorrido por su interior para que los inspectores o las propias autoridades de la corporación edilicia comprobaran que algo estaba fallando en la puerta de entrada de Osorno. Ni sus años ni su ubicación (aún falta un debate mayor sobre si mantenerlo en el mismo lugar o trasladarlo a otro sitio) son razón válida para que el terminal de la ciudad se haya convertido en el peor del sur de Chile.