División de laicos osorninos
Aunque ya no profeso la religión católica, pero sí la fe en Cristo, es triste ver desde que asumiera Juan Barros como obispo de la Diócesis de Osorno, el verdadero vía crucis que vive esta comunidad religiosa osornina, por lo menos en sus fieles más activos y no observantes. Seguramente estos últimos son meros espectadores de esta división o fractura entre sus líderes y dirigentes eclesiásticos llamados laicos por una decisión de la curia romana al nombrar al cuestionado clérigo.
Lo curioso o llamativo de este conflicto, tipo guerra santa, es que para defender las posturas ya sean a favor o en contra, utilizan argumentos basados en las santas escrituras, dogmas de fe, encíclicas papales, doctrinas sociales de la Iglesia, Tribunal Eclesiástico, Constitución del 25, etc., como si eso tuviese algún efecto para apaciguar los espíritus de esta reyerta entre laicos. En el fondo lo que se percibe no es un problema doctrinal o de fe, más bien, posturas encontradas por el historial de vida y eclesiástica de Juan Barros y su relación o cercanía con el cura Karadima y su paso por la Parroquia El Bosque. Creo que eso es lo central de este conflicto eclesiástico y lo demás es sólo desviar el tema.
Es interesante, si lo vemos desde una visión cristiana, como afloran entre miembros que profesan la misma fe religiosa, la miseria humana, donde el orgullo, la soberbia y la arrogancia, ante los ojos de Dios, son pecados que enceguecen al hombre, que en este caso los llevan a creer falsamente que sus posturas son las correctas, con argumentación sólo sustentada en la descalificación para imponer de una manera poco fraterna a los que piden a Juan Barros que renuncie por el bien de una diócesis que tuvo en su seno a obispos tan respetados como monseñor Francisco Valdés. Este último supo llevar la dignidad de su investidura con humildad, bondad y por sobre todo, unión entre sus fieles, dejando la vara muy alta y una huella imborrable entre moros y cristianos.
Su imagen y legado deben ser un referente obligado para cada obispo que pase por esta diócesis y para todos los católicos de Osorno.
Carlos Angulo Benavides
"Democracia analfabeta"
Así piensa de nuestro país el profesor Franco Lotito, investigador y académico de la Universidad Austral de Chile en la edición del pasado domingo de El Austral de Osorno, con relación a la situación de una especie de analfabetismo funcional por la que atravesamos hace ya un tiempo. Un 62% de jóvenes egresados de la educación superior, según la OCDE, carece de competencias para la lectura comprensiva, coherente con Alvin Toffler y sus ideas del analfabetismo del siglo XXI, en cuanto a que no basta con saber leer y escribir, sino aprender, desaprender y re-aprender. Agrega la falta de comprensión de textos simples así como la extracción de ideas fundamentales de los mismos.
El autor de esta columna plantea también las consecuencias a futuro de esta situación para futuros gobiernos en cuanto a las proyecciones políticas de niños y jóvenes así formados que les cuesta integrar, comparar e inferir a partir de lo que se lee. Yo agregaría los efectos de ello en la toma de decisiones hacia políticas de desarrollo en la formación profesional en campos como la educación, la medicina, las ingenierías, etc. No es difícil imaginarlo.
Agrega, además, la escasa comprensión de cuestiones básicas de la gramática española y del significado de las palabras de esta población que cada año egresa de los distintos niveles de nuestro sistema educativo. Uno echa de menos que las habilidades psicolingüísticas superiores, que el autor de esta columna muy bien presenta, no mejoren a pesar de tantos anuncios desde esferas gubernamentales que reiteradamente lo exponen en distintos medios y eventos. Aun así se escuchan o leen los "cantos de sirenas" de instituciones de educación superior que pretender ser un país bilingüe Castellano-Inglés-Castellano. ¡Gracias profesor Lotito por su reflexión!
Omer Silva Villena, ex académico de la UACh y la Ufro
Pago de la leche
Complementando los recuerdos y tradiciones del día del pago de la leche (compra colectiva familiar ), se hacía con billetes, constante y sonante, no como ahora, que mucha gente (y proyectos ) se someten al crédito bancario. No obstante, al no cumplirse las siempre favorables expectativas, se produce el debalance, y si no se ajustan de inmediato las rectificaciones, se comienza a vivir sobre las expectativas, generando las posteriores complicaciones, no sólo económicas, sino laborales, familiares, etc.
Cuando la ambición se transforma en codicia, incluso los buenos cargos y oportunidades se pierden. Si el negocio (proyecto) no funciona, el banco remata y recupera su capital. Habría que buscar la fórmula, que no se financien ideas demasiado arriesgadas, o bien, cambiando las expectactivas, ajustar de inmediato las variables.
Como decía el dicho, "lento, pero seguro". El exceso de marketing ha arruinado muchos buenos proyectos que requerían mayor tiempo de maduración.
Eduardo Romero G.