Estamos insertos en una sociedad sumamente competitiva que basa el éxito en la cuantificación de nuestros logros materiales. Si bien esto hasta cierto punto nos impulsa a buscar ese éxito en todo lo que emprendamos, se ha vuelto un arma de doble filo mucho más peligrosa que el mismo mercado.
¿Por qué? Porque ese exitismo no da pie al fracaso ni al error. No es común escuchar a personas exitosas hablar de los fracasos que los llevaron a ser grandes emprendedores. Si buscamos artículos de emprendimiento, la mayoría comienza con la cifra de emprendimientos que fracasan antes del primer año. Después de eso, paradójicamente, viene una serie de tips y fórmulas para no caer en el fracaso. Nuevamente hablamos del no equivocarnos.
Debemos caer y fallar. Fallar muchas veces, las veces que sean necesarias para conocer perfectamente el camino que lleva al fracaso. Esta es la única manera de encontrar el camino (individual) que nos llevará a confiar en nosotros mismos y a confiar en nuestra capacidad de elegir las mejores alternativas que la vida nos ofrece.
El problema es que a muchos se nos enseñó que el aprendizaje era sin equivocarse. Era siempre estar en el cuadro de honor, tener las mejores notas, escoger un deporte y destacar en él, ser los mejores. Esto convirtió a los profesionales de hoy en profesionales atemorizados, pendientes de no fallar, de no equivocarse, de que el jefe no note los errores. Eso, a la larga (y a la corta también) siempre se nota. Porque nunca nos dijeron que equivocarse estaba bien y que de eso aprenderíamos. Vivimos rodeados de profesionales "hay que": hay que hacer un informe, hay que cambiar el proyecto, hay que hay que. Porque, en el fondo, tienen ese temor instaurado de que nos podemos equivocar y fallar.
Transmitir esto a las futuras generaciones es responsabilidad de quienes estamos comprometidos con la educación. Inacap lo ha entendido así y a través de la enseñanza de "Competencias Sello" ligadas al emprendimiento, hoy vemos jóvenes más dispuestos a equivocarse, caer y levantarse, pero, por sobre todo, más dispuestos a intentar. Es ahí donde "hay que" poner el acento, en el intentar.
Fabiola Salinas Hausdorf, coordinadora de
Vinculación con el Medio de Inacap Osorno