Cuando en diciembre de 2015 se llegó por primera vez a la cifra récord de un millón de usuarios que utilizaron el Paso Cardenal Samoré para transitar entre Argentina y Chile, o viceversa, ya se comenzó a especular acerca del frenético crecimiento que tendría en los años siguientes el tránsito de personas por el estratégico punto ubicado en la comuna de Puyehue, sustentándose dicha expectativa principalmente en el nuevo fenómeno del turismo de compras de los ciudadanos argentinos y en el vertiginoso aumento de las visitas entre uno y otro país. Dicha estimación, no obstante, quedó chica para lo que ocurrió en 2016, pues el año recién finalizado registró una nueva marca gracias a un tránsito que alcanzó a 1.355.796 personas, equivalente a un incremento de 23,7% en comparación con 2015.

El Paso Samoré se ha posicionado, por lejos, como el de segunda mayor concurrencia después de Los Libertadores, en la zona central, el que aún debe hacer frente a constantes cierres durante la época invernal debido a la altura en que se encuentra. Las ventajosas condiciones del complejo fronterizo de la provincia de Osorno, tanto su menor altura como su capacidad de unir atractivos lugares de Chile y Argentina en poco tiempo, exigen que el paso limítrofe y la zona en general vaya ajustándose rápidamente para responder de forma adecuada a los servicios que requerirán los visitantes.

Sin considerar ahora la imperiosa necesidad de mejorar las condiciones de tránsito de la Ruta 215 (donde se requiere, sin duda, una mayor decisión de las autoridades regionales y nacionales), el nuevo escenario derivado del alto flujo de usuarios del Paso Samoré demanda nuevas acciones de parte de los organismos gubernamentales y del gremio del turismo. Precisamente autoridades de la zona y dirigentes del sector han deslizado que se debería conocer mejor las expectativas de los visitantes, para lo cual se requiere un estudio de mercado; y preparar, además, una oferta más sistematizada para quienes llegan a la zona, lo que tendría que expresarse en tour operadores con servicios de calidad y distintos precios. En ambas iniciativas tienen que confluir los esfuerzos públicos y privados, a fin de que la zona se ajuste a la mayor demanda de los próximos años.

Escuchamos a veces que cuando dos cosas ocurren de manera simultánea la llamamos casualidad, si se repite por tercera vez, es un patrón, cuatro veces, tendencia, cinco o más… compromiso. Es lo que se viene dando de manera paulatina con empresas asociadas que están comenzando a desarrollar planes de capacitación formativos integrales por competencias dentro de sus empresas.

¿Por qué es necesario?, porque muchas empresas visualizaron y se hicieron la pregunta correcta, ¿qué competencias, oficios, y/o perfiles de trabajadores requerirá mi industria en los próximos diez años?, ¿cómo y dónde se deben formar los técnicos y profesionales del futuro?, ¿está la enseñanza media técnico profesional en sintonía con la educación superior?, ¿está alineada la educación superior con los requerimientos de las empresas del mundo de hoy?, ¿quién realiza el cruce de información para identificar las brechas entre lo que se estudia y lo que se necesita en el mundo laboral y comenzar a trabajar en alinearlas según los diferentes rubros? En ONG Canales estamos trabajando en estos y otros temas con varias empresas que ya identificaron que el oficio de un técnico hoy, no responderá a los requerimientos que se necesitarán mañana, por lo tanto, es tiempo de poner el tema en la mesa y comenzar a trabajar, de lo contrario, se perderá competitividad.

Sin embargo, en este contexto resalta la figura de un maestro formador dentro de la empresa, el cual tiene la responsabilidad de diseñar, aplicar, gestionar y supervisar la formación de los aprendices dentro de esta, evitando así la alta rotación, desmotivación o potenciando e incentivando la proyección laboral de una aprendiz. En un mundo cada vez más tecnológico, donde la creación y la innovación avanzan de manera explosiva en todos los sectores económicos, se hace relevante generar un plan de capacitación con visión de futuro. La pregunta es ¿quién lo desarrolla?,¿cómo se hace y se vincula con los diferentes actores educativos y productivos? En ONG Canales estamos buscando responder estas y otras preguntas que hemos venido trabajando con todos los actores involucrados en la formación técnica.

Varias son las empresas que están solicitándonos colaborar en la identificación de los oficios y competencias del trabajador del futuro, donde quizás un ceramista de la construcción sea tan necesario como un "técnico electrónico en robótica". Lo invito a responder esta pregunta, ¿qué competencias sociales y técnicas serán necesarias para un técnico profesional en mi rubro y en nuestra comuna en los próximos 10 años y qué puedo hacer yo al respecto?

Jorge Iroumé, coordinador

de proyectos de ONG Canales