No cabe duda que los últimos días del año son especiales, diferentes y un poco contradictorios. En lo laboral, estamos preocupados de concluir las tareas pendientes, cerrar todos los temas sin olvidar nada, ya que nos puede pesar al año siguiente. Por otro lado, están las fiestas y celebraciones, con todo lo que implica. En el plano personal y familiar las cosas no son tan distintas, y para quienes se preocupan con la compra de regalos, resultan días realmente agotadores. Si pensamos igualmente en las cenas de Navidad y Año Nuevo; cuesta imaginar cómo llegaremos.
Por ello, la invitación es a detenernos un momento y regalarnos unos minutos a reflexionar en estos últimos días del año. Tal vez cuesta, pero hay que intentarlo, ya que es positivo revisar todo lo que ha sucedido durante el año; sin el ánimo de lamentarnos o revivir todo aquello que no resultó como queríamos o que nos hizo mal, con la mirada puesta en el futuro, en los días que vendrán y en los desafíos propuestos a enfrentar el año venidero. Nuestra vida y la de nuestro país no es igual que hace un año atrás, y somos todos responsables de lo bueno y no tan bueno que ha acontecido.
¿Qué aprendimos este año? Para quienes trabajamos en el ámbito educacional, sabemos que los aprendizajes son personales, que dependen de los contextos, desarrollo de nuestros estilos de aprendizaje, nuestra inteligencia emocional y, en definitiva, historias personales. Frente a un determinado acontecimiento o experiencia, las conclusiones no son las mismas.
Con todo, nos aventuramos a plantear un aprendizaje de lo vivido este año, principalmente en el sector educacional, donde las cosas no se estaban haciendo bien y que, por lo tanto, se pueden y deben mejorar; que nuestros niños y jóvenes se merecen una educación de calidad, con igual acceso para todos; que contribuya a la igualdad de oportunidades y al ascenso social de cada miembro de nuestra sociedad. Lo anterior es responsabilidad de todos, no de algunos, porque cada uno debe asumir su cuota de responsabilidad como hijos, madres, padres, profesores, miembros de la clase política, autoridades o dirigentes; todos tenemos algo que decir en relación a estos temas. Es momento para detenerse a pensar cómo podemos mejorar las cosas y, por cierto, vale la pena darse un instante para dar gracias por todo lo bueno que nos tocó vivir este año 2016.
Rodrigo Ibáñez Coronado, vicerrector de la
Universidad Tecnológica de Chile, Inacap Osorno