Falta un año para la elección presidencial. Se trata, sin dudas, de un hito temporal que debemos observar con atención en el ámbito de las cuestiones políticas que interesan al país.
Un buen número de personalidades políticas de la centroizquierda, reconocidas por sus capacidades intelectuales, por sus actuaciones políticas, por sus llegadas a diversos estamentos de la sociedad chilena, y también por sus virtudes personales, están aspirando a competir por la Presidencia del país.
En hora buena. La enorme cantidad de personas que se reconocen en la centroizquierda tienen una clara oportunidad para pronunciarse y adherir a quienes, hoy día, están presentes en la carrera legítima por representarnos en la contienda presidencial.
Preocupa, sin embargo, que las decisiones respecto de las potencialidades de los candidatos resulten mediadas -si es que no derechamente afectadas- más por los resultados de determinadas encuestas que por un trabajo político efectivo. Hay una suerte de encuesto-dependencia que se ha apropiado de la discusión pública, no siempre con el debido análisis de los resultados por parte de medios y especialistas.
Esta dependencia también permea las decisiones políticas de los partidos, que corren el riesgo de definir sus cursos de acción únicamente en atención a los porcentajes que dan las encuestas, relegando a un segundo plano convicciones políticas e ideológicas, y dejando de confiar en sus propias capacidades de movilizar sectores de la sociedad civil.
El problema no está en las empresas que se dedican a los estudios de opinión -cuyas metodologías podrían ser siempre objeto de discusión-, sino en que personeros o dirigentes de los partidos adopten los resultados de los sondeos como el único antecedente válido para tomar decisiones.
Hoy, cuando los populismos parecen estar cobrando presencia en distintos lugares del mundo, bien vale el esfuerzo salvaguardar las ideas, tanto las que definen el lugar político que ocupamos, como las que -desde ese mismo espacio- contribuyen a perfilar el futuro.
Si, como se ha repetido insistentemente, el camino para reconstruir la confianza hacia la actividad política pasa por fortalecer la democracia, no parece recomendable endosar a las encuestas un rol definitorio en la selección de los candidatos y/o candidatas que hoy aspiran a convertirse en el próximo presidente del país.
Rabindranath Quinteros Lara, senador por Los Lagos